El deshielo de Monet y otras seis bofetadas artísticas para concienciar sobre la destrucción del planeta

La crisis climática está lejos de solucionarse.Un estudio publicado recientemente revela que desde 1950 los episodios de calor extremo en Europa se han triplicado, mientras que los de frío extremo se han reducido a la mitad. Y las previsiones de la Organización Mundial de la Salud no son muy positivas: entre los años 2030 y 2050, hasta 38.000 ancianos morirán por la exposición a temperaturas excesivamente altas. Se trata de una de las mayores amenazas medioambientales de nuestra era, un peligro vigente que, pese a la negación de algunos, ha tenido su reflejo en diferentes ámbitos de la cultura desde hace tiempo. Uno de ellos: la pintura.

Artistas como Claude Monet, Emil Nolde o Paul Gauguin, entre muchos otros, ya alertaron de las consecuencias de la acción de los humanos en el planeta Tierra. Ya sea mediante la representación de pueblos colonizados o de rincones vírgenes alejados de toda industrialización, son muchos los creadores que evocan una reflexión sobre la destrucción de la naturaleza que ya no está o bien se encuentra próxima a su extinción.

Es lo que se podía ver en la exposición realizada hace unos meses por el Museo Nacional Thyssen-Bornemiszay, aunque a estas alturas es imposible visitar la vídeo-instalación inmersiva que estaba disponible en su momento, sí que se puede seguir gran parte delrecorrido temático a través de cuadros preparado para la ocasión. Porque, cuando se trata de un problema como el climático, nunca es mal momento para concienciarnos. Aquí seleccionamos siete de ellos.

1.Mata Mua (Érase una vez, 1892)

Mata Mua (Érase una vez, 1892)Paul Gauguin

En 1891, en plena era del imperialismo, el pintor francés Paul Gauguin se desplazó hasta la isla de Tahití con la intención de buscar una inspiración artística lejos de la civilización oriental. Lo que conoció fue la antigua cultura maorí, precisamente amenazada por la colonización y cristianización del país del que era originario el artista. Es lo que se puede apreciar en esta escena: una mujer que toca la flauta, otra que baila ante la escultura de Hina, la diosa de la Luna…. Es decir: una oda a la independencia de las islas de la Polinesia y armonía originaria.

2. Nubes de verano (1913)

Nubes de veranoEmil Nolde

El alemánEmil Nolde realizó una expedición en 1913 por las islas del Pacífico Sur que le serviría para anotar numerosos apuntes de todas las culturas que se iba encontrando. De hecho, el artista pertenecía a un grupo llamado Die Brücke (El Puente) que fue fundado para intentar encontrar nuevas formas de transmitir los sentimientos a través de los pinceles. Por esta razón, muchos de sus miembros optaban por retirarse a lugares remotos, alejados de la civilización, para encontrar esos paraísos pedidos que tanto ansiaban. Este cuadro, concretamente, pone en valor la importancia de las nubes y el mar, elementos que sirven como inspiración y que hoy se encuentran dominados por toneladas de plástico que se acumulan en el litoral.

3. Las cataratas de San Antonio (1871)

Las cataratas de San Antonio George Catlin

El estadounidense George Catlin es popularmente conocido por ser el pintor de los indios americanos, a los que retrató de múltiples formas. Fue además el primer artista que recorrió el lejano Oeste, creando a su paso una serie de escenas costumbristas antes de que aquellos territorios fueran absorbidos por Estados Unidos y un “progreso” que significaba acabar con todo lo anterior, incluidos los nativos y su cultura. Las cataratas de San Antonio (en Minnesota), que se pueden ver en esta pintura, era donde vivían los indios de Dakota, quienes consideraban este territorio como un paraje sagrado.

4.Desde las llanuras II (1954)

Desde las llanuras II Georgia O’Keeffe

Georgia O'Keeffe, conocida como la “madre del modernismo estadounidense”, quiso trasladar a un cuadro la sensación de estar presenciando el desplazamiento de grandes manadas de ganado por las grandes y áridas tierras de Texas. Así lo transmiten los ardientes colores del lienzo, un aspecto que obsesionó a su autora hasta el punto de pasar largas temporadas alejada de Nueva York y las metrópolis en busca de la luz natural, aquella que realmente es emitida por el Sol y no por los neones de los carteles publicitarios. Este interés la llevó a instalarse en Nuevo México, donde se instaló definitivamente hasta su muerte.

 

5. El deshielo en Vétheuil (1880)

El deshielo en VétheuilClaude Monet

El aumento de la temperatura de la Tierra tiene muchas consecuencias, pero una de ellas, quizá la más clara, es la de la desaparición de los glaciares. Claude Monet no es que fuera hasta el Ártico, pero sí se desplazó hasta la comuna francesa de Vétheuil para pintar el deshielo del río Sena tras las grandes heladas del invierno de 1879, uno que estuvo dominado por temperaturas extremadamente bajas. El pintor, con una serie de pinceladas rápidas y una paleta de colores mínima, supo captar ese momento en el que empezaron a aumentar las temperaturas y el caudal del río avanzaba lentamente resquebrajando los bloques de hielo a su alrededor. Esta obra fue solo una de las 17 que Monet pintó para la ocasión.

 

6. Orión en invierno (1962)

Orión en inviernoCharles Ephraim Burchfield

El exceso de iluminación en las ciudades y su consecuente consumo de energía son causantes de lo que se conoce como contaminación lumínica, producida por la difusión de la luz en los gases y partículas del aire. ¿La consecuencia? Que no se puede observar el cielo, solo una gran mancha de intensidad degradada. Esto es una mala noticia para quienes, como Charles Ephraim, sienten una atracción especial por la astronomía. Así se puede comprobar en este paisaje, elaborado en base a los apuntes que Burchfield había tomado sobre la constelación de Orión y la posición de sus estrellas.

7. Fábrica a la luz de la Luna (1898)

Fábrica a la luz de la LunaMaximilien Luce

El pintor francés Maximilien Luce no solo fue un representante del puntillismo. También destacó por su activismo anarquista y por reflejar a través de sus cuadros las consecuencias de la industrialización. Así lo demuestra en Fábrica a la luz de la Luna, una escena en la que se aprecia cómo los páramos empezaron a tener unos nuevos compañeros más allá de los animales y la vegetación. A través de sus creaciones inmortalizó las chimeneas, las fundiciones y las duras condiciones a las que se enfrentaban los trabajadores con la recién inaugurada producción en cadena. Paradójicamente, estos cambios sociales y tecnológicos trajeron consigo una nueva preocupación medioambiental: cómo abastecer de energía a las fábricas y, por ende, a las ciudades.