Los trabajadores del Museo del Louvre en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, han confirmado a The New York Times que el cuadro Salvator Mundi de Leonardo Da Vinci adquirido en 2017 por el príncipe Bader bin Abdullah, actual Ministro de Cultura en el Reino de Arabia Saudita, se encuentra en paradero desconocido desde hace meses.
El precio de la pieza no fue simplemente anecdótico: alcanzó 450 millones de dólares, convirtiéndose así en la obra de arte más cara jamás subastada arrebatando el récord que hasta entonces ostentaba Mujeres de Argel de Pablo Picasso, vendida por 160 millones de euros.
Según el diario neoyorquino, el Departamento de Cultura y Turismo de Abu Dabi se niega a hacer declaraciones al respecto. Ninguno de sus responsables sabe dónde está la pintura del Jesucristo que, en teoría, iba a ser colgada en las paredes del museo local junto a otras de Rembrandt y Vermeer, Monet o Vincent van Gogh.
Ni siquiera el Louvre en París ha podido localizarlo. Algo destacable teniendo en cuenta que pensaban incluirlo en una exposición histórica para conmemorar el 500 aniversario de la muerte de Da Vinci.
Las especulaciones sobre qué ha ocurrido con la pintura tampoco terminan de arrojar luz. Algunos sostienen que su comprador, un aliado cercano cercano y un posible sustituto para Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, ha decidido conservarlo para sí mismo. Sin embargo, esta respuesta es poco probable. Sobre todo, teniendo en cuenta que el propio ministerio de cultura de Arabia Saudita anunciaba su exhibición para el pasado mes de junio.
El cuadro de Leonardo tenía un interés añadido para bin Salman. Era la demostración de que podía adquirir una obra que previamente había sido ofrecida por la casa de subastas Sotheby’s a la realeza qatarí, familia con la que rivaliza incluso en el plano museístico. De hecho, una fuente conocedora del trato, reveló al Financial Times que Bader hizo la compra con la intención de que fuera un regalo de Arabia Saudita a los Emiratos Árabes y un signo de sus buenas relaciones con el príncipe heredero Mohamed bin Zayed, aliado con el que han trazado la estrategia que ha llevado a la guerra de Yemen y al enfrentamiento con Irán.
Otros, en cambio, creen que se ha ocultado la exposición al público a raíz de las dudas (en teoría despejadas) sobre la autenticidad de la obra. “No soy historiador del arte ni ningún experto en viejos maestros. Pero he visto arte durante casi 50 años y un vistazo a esta pintura me dice que no es Leonardo”, dijo el crítico de arte Jerry Saltz en el momento de la venta. Ahora, la incógnita de su autoría vuelve a florecer.
La única certeza es la preocupación de los expertos en Leonardo, que confiesan estar alarmados por la incertidumbre de su paradero y el futuro de la pintura. “Privar a los amantes del arte y a muchos otros que se emocionaron con esta imagen, que es una obra maestra, es profundamente injusto”, lamenta Dianne Modestini, conservadora que trabajó con Salvator Mundi, en el texto de The New York Times.