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El día que Andy Warhol hizo que le echaran el tarot a la Velvet Underground y otras historias de arcanos

Exposición 'La torre invertida. El tarot como forma y símbolo'

Clara Nuño

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Florece en los momentos de tragedia, incertidumbre, crisis. Cuando el mundo tal y como uno lo conoce se tambalea, resurge el deseo de buscar explicaciones y consuelo fuera del pensamiento racional. En Francia, tras la revolución industrial se alzó el simbolismo. Este fue uno de los movimientos literarios más importantes de fines del siglo XIX y que el poeta griego Jean Moréas definió como “un estilo enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y el pensamiento objetivo”. ¿Y qué hay más irracional que una tirada de cartas para aventurar tu futuro?

“Vivimos en un momento de crisis mundial y están apareciendo, de nuevo, las ideas sobre la psicomagia que subvierten el pensamiento más normativo”, explica en declaraciones a este periódico Pilar Soler Montes, comisaria de la exposición La torre invertida. El tarot como forma y símbolo. “Es el caldo de cultivo perfecto para volver a mirar al tarot y sus miles de aplicaciones”, continúa Soler mientas recorre las estancias silentes de La Casa Encendida de Madrid, que acoge la muestra hasta el próximo 5 de enero.

La exhibición pretende acercarse ―desde el punto de vista artístico y con un total de 12 artistas― al extenso y renovado interés del arte contemporáneo y la contracultura por las cartas del tarot. Desde las escenas de Cleo de 5 a 7 (Agnès Varda, 1962) hasta la grabación que un Andy Warhol con más sustancia que sangre en las venas hizo de los miembros de The Velvet Underground una noche de farra mientras una jovencísima tarotista les leía el porvenir.

Todo ello pasando por el Black Power Tarot (2014, de King Khan y supervisado por Alejandro Jodorowsky) que reivindica la negritud que ilustra con figuras históricas afroamericanas los 22 arcanos mayores del juego, dando así una nueva dimensión a la baraja y a la propia historia de las luchas antirracistas; una figura que se parece mucho a Tina Turner abre las fauces de un león en la carta La force. O por las esculturas del mexicano Raúl de Nieves (1983), cuya obra bebe de la inagotable imaginería de la artesanía mexicana, el catolicismo, el tarot, el drag y el punk. Sin olvidar la pintura de una jovencísima Johanna Dumet o las cartas con imágenes de sexo explícito de Dorothy Iannone (1933 - 2022), una ama de casa que descubrió el placer y el arte al dejar a su marido tras enrollarse con el artista suizo Dieter Roth, quien le abrirá las puertas para que ella sea quien dibuje ―literalmente― su vida.

El pasatiempo de las élites

La primera aparición de los mazos ordinarios del tarot en la Europa Cristiana podrían establecerse en 1310 en los reinos de la península ibérica. En aquel año, el Consejo de Ciento prohibía los juegos de cartas en la actual Barcelona. No obstante, las principales referencias al tarot son del siglo XV y provienen del norte de Italia. La baraja más antigua le perteneció a Filippo María Visconti, duque de Milán. Era, entonces, un juego de las élites.

“Ha sido algo que siempre se ha ligado al arte, nace casi con los artistas del renacimiento italiano y es poco antes de la Segunda Guerra Mundial, en el siglo XIX, cuando se le dota de todo el componente místico y esotérico, y comienzan a trabajar con él los artistas de las vanguardias, apropiándose de los símbolos y subvirtiendo la baraja tradicional”, comenta Soler. Es entonces, tras la guerra, cuando se convierte en un elemento popular. Pasa de las élites culturales a un estrato más popular.

La pregunta es, entonces, cuándo el juego comienza a pensarse como creencia. Según Soler esto ocurre en el siglo XVIII, cuando se asocia a la masonería. “Todo el simbolismo que hoy conocemos coincide con el comienzo de los descubrimientos de Egipto. Ahí empiezan a inventarse una serie de relatos místicos en torno a la cartomancia y a la baraja”, continúa. Y, finalmente, en el XIX con todo el esoterismo que aparece en Europa además de asociarse a los artistas de vanguardia también se acerca a pensamientos cada vez más mágicos.

“Mi abuela era un poco bruja. Yo la recuerdo leyendo las cartas desde que era una cría”, afirma la artista Johanna Dumet que acaba de aparecer en escena. Dumet, de 33 años, es la artista más joven que participa en la muestra y, en el instante en el que se produce la conversación, ha regresado a retocar los últimos detalles de su obra. Es francesa y se crio en un pequeño pueblo “en el medio de la nada”. “Casi no teníamos vecinos. Solo cabras y bosques y yo era una niña muy creativa”, recuerda. Y se entretenía viendo cómo su abuela tiraba los naipes. “Nunca dejaba a nadie que tocara sus cartas, eran algo muy íntimo, muy propio. Yo solo he visto su tirada una vez”, explica. Le fascinaban. Místicas, casi al alcance de su mano, siempre guardadas en sus fundas de terciopelo rojo.

Poco a poco fue aprendiendo a tirarlas. Al principio como un juego, después como una forma de componer imágenes, relatos cautivadores. Y ella leyó mucho. Quería saber qué significaban, aprehender sus misterios. Pero un día se dio cuenta de que lo que deseaba hacer no era jugarlas. Ella quería pintar. Y pintar es lo que hace.

“Soy una artista visual. Eso es lo que hago, y por eso me puse a trabajar en estas series”, continúa señalando su interpretación de los arcanos mayor que penden, en orden, de la pared de la sala. Para ella son figuras mágicas, no representan un dibujo cualquiera. “Tienen una energía, hay algo en estos símbolos para que los artistas nos veamos atraídos por ellos una y otra y otra vez”, asegura.

Cómo funciona el pensamiento mágico

Ser Piscis, Acuario, tener la luna en mercurio retrógrado. El horóscopo y el tarot están de moda en las redes sociales. Muchas veces con un deje de ironía. Otras, casi como una promesa. A la pregunta de por qué en 2024, Chus Martínez, directora del Art Gender Nature de la Academia de Artes y Diseño FHNW en Basilea, cree tener la respuesta. Tal y como escribe en el artículo publicado en el catálogo de la exposición.

Para ella, la magia de todo tipo ―como la tecnología de todo tipo― ha invertido generosamente en la visualización. “Los mundos digitales virtuales visualizan escenarios para la especulación y también para el consumo. Se nos invita a ver el interior de esos mundos y también a habitarlos, a movernos y actuar en ellos. Son seguros”, escribe. Y el pensamiento mágico funciona de forma parecida.

“Si eres piscis, por ejemplo, el horóscopo define tus rasgos y un cierto espacio que es el tuyo; pertenece a tu carácter de piscis. También dispone de ciertas puertas que permiten que tu personalidad no se sienta confinada, que puedas expandirte hasta cierto punto”, continúa la estudiosa para señalar que parece lógico que nos encontremos con el horóscopo en muchos lugares cada día. Suele tratarse de un breve texto colocado junto a un símbolo. Un símbolo que podría parecer banal, pero que, a su juicio, “no hemos sido capaces de crear símbolos similares para los derechos sociales, por ejemplo, invitando a la gente a que visualice cuáles son sus posibilidades”.

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