La East Side Gallery del muro de Berlín, salvada de la amenazante gentrificación

Aldo Mas

Berlín —

Es la galería de arte a cielo abierto más grande del mundo y uno de los lugares más emblemáticos y visitados de Berlín. Cada año pasan por la East Side Gallery unos tres millones de personas. El mural acumula pinturas de 120 artistas internacionales en kilómetro y medio del muro que separó el Berlín occidental, enclave de la capitalista República Federal de Alemania (RFA) en la Alemania comunista, del Berlín oriental, capital de la República Democrática de Alemania (RDA).

En la mente de muchos berlineses y alemanes, este trozo del muro tiene un estatus de monumento. Sin embargo, hasta ahora, ha estado desprotegido. Hace cinco años, sin ir más lejos, se arrancaron varios segmentos del muro de la East Side Gallery para facilitar la construcción de un edificio de viviendas de lujo. Eso, pese a que hubo multitudinarias protestas vecinales.

Al frente de esas movilizaciones estaba Kani Alavi, artista de origen iraní que lleva 39 años afincado en Berlín. Este pintor, cuya obra también se expone entre el centenar de pinturas de la mítica parte del muro berlinés, está detrás de la Asociación East Side Gallery. Su organización ha conseguido que, después de más de una década de trabajo, el célebre mural pase a formar parte del patrimonio que protege la Fundación Muro de Berlín.

Creada en 1996, la misión de esa fundación es, entre otras cosas, “preservar los lugares históricos y los restos auténticos” del muro de Berlín. “Finalmente, hemos obtenido el reconocimiento oficial”, dice Alavi a eldiario.es. Habla en su taller, rodeado de cuadros, en una estancia dotada de varios sofás. “Hasta ahora, todas nuestras iniciativas fracasaron, tampoco nos habían dado las gracias por lo que habíamos hecho”, abunda.

La parte del muro en la que está pintada la East Side Gallery desborda historia. Pero en una época en la que Berlín sufre por la presión de un mercado inmobiliario con los precios al alza, esa zona también es muy deseada por los promotores inmobiliarios. La gentrificación es un proceso al que las autoridades de Berlín – ciudad gobernada por una coalición de izquierdas – tratan de hacer frente, aunque sin mucho éxito. 

Oficialmente, la integración de la East Side Gallery en la Fundación del Muro de Berlín se anunció el pasado mes de mayo. Pero sólo hace unos días, Axel Klausmeier, el director de la fundación, manifestaba que estaban descartados “al cien por cien” nuevos proyectos inmobiliarios en la zona por la que se extiende el célebre mural. “La East Side Gallery está salvada”, era el titular que generaba en la prensa alemana esas palabras de Klausmeier.

En su taller, Alavi se muestra satisfecho. Pero sigue siendo algo escéptico. Las obras de los dos edificios que ya hay construidos en el recorrido del muro, las que obligaron a retirar varios segmentos del muro en marzo de 2013, fueron para él un duro revés. “Aquello fue un golpe muy duro en toda la cara. Ya se sabe, la política sólo consigue soluciones a corto plazo”, dice Alavi. 

Él conoce bien los límites de la política en Berlín. Durante años, su asociación ha estado ejerciendo prácticamente como el principal lobby de la East Side Gallery. Le han reprochado que él crea que el muro de Berlín le pertenece. Él responde: “no me pertenece a mí, ni a quienes me reprochan eso, pertenece al pueblo”.

Alavi no ha parado de reunirse con miembros del Gobierno de la ciudad-estado de Berlín, con diputados del Bundestag, representantes de fundaciones diversas y, por supuesto, con políticos del distrito de Friedrichshain-Kreuzberg, al este de la capital. De éstos últimos es de los que peor habla Alavi.

El problema del dinero que complicó la vida del mural

“El distrito no estaba dispuesto a mantener el muro. Siempre quisieron retirar segmentos del mismo y conseguir así dinero para poder construir y financiar iniciativas en el distrito”, explica Alavi. Alude a la voluntad de Monica Hermann, la actual máxima responsable política del distrito. Hermann es una política de Los Verdes, formación que tiene en Friedrichshain-Kreuzberg uno de sus feudos.

“Los Verdes quieren que se construya en la zona a imagen de los dos edificios que ya están construidos allí. Los permisos para que se levantaran los dieron desde las autoridades del distrito. Franz Schulz [predecesor de Hermann, ndlr.] ha dominado la política durante años en el distrito. El resto de partidos eran débiles e incapaces de hacer nada al respecto”, explica Alavi.

Uno de los grandes problemas de la East Side Gallery es que se encuentra en una zona interesante para promotores inmobiliarios. Entre otras cosas, se encuentra cerca del río Spree y está bien comunicada gracias al transporte público berlinés. Tampoco juega a favor del mítico mural que sea un espacio que, por sí mismo, no genera dinero. No hay que pagar una entrada para pasear por la Mühlenstraße, la calle donde se encuentra el mural. Esta circunstancia generaba recelos hasta en la Fundación Muro de Berlín.

“Durante mucho tiempo, en la fundación no han querido hacer nada. Nos decían: 'si no hay dinero, no podemos dejar entrar a la East Side Gallery en la fundación'”, cuenta Alavi.

Pese a la falta de dinero y su enfrentamiento con las autoridades, la asociación de Alavi ya consiguió que el centenar de imágenes originales de la East Side Gallery fuera restaurado por 87 de los autores de las obras. El Ayuntamiento de la ciudad-estado y la Fundación de la Lotería de Berlín se gastaron dos millones de euros en aquella iniciativa.

“En los años 90 no teníamos dinero y yo pedía la pintura a gente para pintar el muro. Pedíamos la pintura vieja de los trasteros de la gente. Esa pintura no duró mucho y bueno, también hubo quien destruyó después esas obras, mientras los responsables del distrito decían que el mural no era bonito”, señala Alavi, aludiendo a la East Side Gallery. El mural se terminó de pintar en 1991.

El decisivo apoyo de una influyente conservadora

Alavi nunca tiró la toalla porque define la East Side Gallery como “un trozo de historia” que sigue en pie y que hay que preservar. Por eso siguió tratando con políticos del Bundestag  y del Gobierno alemán para convencerles de que la parte del muro que él defiende merecía estar entre los lugares protegidos por la Fundación del Muro de Berlín. Alavi habla, en particular de la influyente Monika Grütters, secretaria de Estado para la Cultura de Alemania.

Grütters, de la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU), lleva un lustro en ese cargo del Gobierno de Angela Merkel. De terminar la legislatura en ese puesto, habrá sido la responsable de cultura del Ejecutivo germano durante casi una década. Su opinión es decisiva en las políticas culturales del país. Sobre los memoriales, ella sostiene que “no hay nada que impresione más que el original”.

Claro está, en su día, el muro no estaba pintado. Pero “en la East Side Gallery tenemos un fragmento realmente original. Hay una continuidad que hace pensar en los 180 kilómetros de muro que hubo en el pasado”, según Alavi. “Grütters y un grupo notable de diputados del Bundestag han pensado en la fórmula para ayudarnos”, agrega. Se refiere al compromiso político que precedió la inclusión de la East Side Gallery en la Fundación del Muro de Berlín. Ese compromiso es sinónimo de unos recursos económicos decisivos para la preservación del lugar.

“Se está hablando de emplear 15 millones de euros en todos los restos del muro de la fundación. En la East Side Gallery, esto significará ampliar las zonas peatonales, instalar una barrera entre el público y las obras del muro además de añadir placas explicativas para que se sepa sobre la historia del muro, las pinturas y sus autores”, señala Alavi. Por fin, a su entender, la East Side Gallery va a poder dar la “impresión de ser un museo”. Un museo a cielo abierto.