En marzo el presidente Pedro Sánchez se reunió con el jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, en la localidad francesa de Montauban para declarar públicamente la disposición de ambos países a cooperar en la celebración de los 50 años de la muerte del artista Pablo Picasso (1881-1973). Anunciaron la creación de una comisión bilateral para coordinar la organización de los fastos culturales de la efeméride que se celebrará en 2023 y desde entonces han sucedido varias reuniones telemáticas con los museos implicados, tal y como ha podido saber elDiario.es. En estos meses ha quedado claro que esta cumbre picassiana no va a ser un camino de rosas.
Este viernes el Ministerio de Cultura hizo público el nombramiento del exministro José Guirao como comisionado de la conmemoración. De esta manera el Ministerio de la Presidencia pasa el testigo a Miquel Iceta para que se haga cargo del sarao por venir. A pesar del nombramiento, la Comisión ya ha mantenido varias reuniones telemáticas entre los museos españoles y los franceses, tal y como aseguran fuentes de la misma, y en ellas Guirao ya actuaba como comisionado. Fue la apuesta personal de Carmen Calvo mientras fue vicepresidenta primera. Ahora se confirma a Guirao como comisionado y se pone en marcha una campaña cuyo principal problema va a ser la escasez de obra de Picasso dispuesta para el préstamo entre los museos que honrarán la figura del artista con varias decenas de exposiciones temporales. Fuentes del Comisionado explican que están previstas más de 30 en Francia y España.
Esta circunstancia va a determinar los montajes de estas muestras, llamadas a ser los grandes reclamos del año Picasso. “Conseguir los préstamos necesarios va a ser muy problemático, porque serán muchos museos reclamando obra a pocas fuentes. Como posibles prestamistas solo se me ocurren los herederos y el Museo Picasso de París. El resto de museos amarrará sus obras para hacer algo con ellas. Todo el mundo está loco con los préstamos y por eso no hay nada cerrado. Al Museo Picasso de París le han debido de pedir hasta el papel higiénico del baño”, explica con ironía una de las personas que ha formado parte de las reuniones de la Comisión y que prefiere no desvelar su nombre.
Las exposiciones españolas
La falta de obra disponible al préstamo condicionará la mirada y el montaje que se proponga, y los organizadores españoles aventuran que ninguna será antológica. Según indican, la gran mayoría van a estar dedicadas a áreas temáticas, centradas en asuntos muy concretos de su obra. Y avisan que tampoco habrá exposiciones de un millón de euros. De hecho, el Museo del Prado estudiará la documentación que conserva sobre su etapa de Picasso como director del centro, cuando lo nombró Manuel Azaña en septiembre de 1936 y en el puesto se mantuvo hasta el final de la Guerra Civil española. Nunca pasó por allí como director.
El Museo Picasso de Barcelona montará una exposición que analiza la relación con Miró. Por su parte, el Museo Picasso de Málaga trazará, junto con el Guggenheim de Bilbao, una visión del Picasso escultor. El Museo Reina Sofía ha preferido no indicar cuál será el punto fuerte de su propuesta y se ha limitado a responder a este periódico que “participará a todos los niveles, no solo con préstamos de obras”. Desde la Comisión se indica a elDiario.es que la exposición sobre el verano que Picasso pasó en Gósol y cambió su mirada no se llevará a cabo, al menos en este marco conmemorativo, porque —entre otras cosas— requiere varias decenas de préstamos muy difíciles de alcanzar en estas condiciones.
La situación pospandémica, la crisis económica y las dificultades en el transporte tampoco ayudarán a conseguir cuadros notables que vengan de Francia. Por si fuera poco, el homólogo de Guirao es Laurent Le Bon, que acaba de ser nombrado presidente del Centro Pompidou. Es posible que cuando se encuentre sustituto a Le Bon al frente del Museo Picasso de París haya un cambio en el comisionado francés. Además, en los próximos días se formalizará la comisión franco-española, que todavía no está formada. Uno de los directores españoles implicados en esta aventura conmemorativa —que prefiere no darse a conocer— ya avanza que no habrá partido que disputar en la pelea por los préstamos, porque los museos franceses tendrán prioridad. “No hay disputa porque la consideración de los museos en Francia es mayor que en España y allí se custodia la gran reserva de obra de Picasso. No hay partido. Lo van a volver a ganar los franceses cinco décadas después”, explica.
La delantera de Francia
Hace cincuenta años la política francesa maniobró para capitalizar la marca Picasso. El fallecimiento del artista abrió la posibilidad para ejecutar por primera vez una ley que el ministro Andrè Malraux había diseñado en 1968 con la vista puesta en la herencia Picasso. Cinco años después de su aprobación, la ley permitió a la familia saldar impuestos sobre sucesiones con entrega de obras de arte. Esta dación en pago histórica permitió la entrega de 150 obras, que fueron el origen de la extraordinaria colección del Museo Picasso de París, inaugurado en 1985.
Hasta 1979 la familia siguió entregando obras y en 1990 Jacqueline Picasso (segunda esposa del artista) hizo lo propio con parte de su colección. Incluso depositaron los archivos personales del artista (unas 200.000 documentos) en 1978, que terminarían por integrarse en las colecciones nacionales mediante una donación en 1992. De esta manera se han incorporado en las colecciones del Museo Picasso de París más de 1.000 obras. Por eso es el gran centro de referencia del pintor. De ahí que los especialistas indiquen que el partido España-Francia esté ganado antes de su inicio y crean que los museos franceses tendrán más fácil acceso a los préstamos que reclamen al museo.
España, con Franco renqueante, no tuvo ninguna posibilidad ante el legado. Pero José Guirao tomó nota de la estrategia francesa para enriquecer sus museos y en 1997, cuanto era director del Museo Reina Sofía (1994-2001), convenció al Ejecutivo del expresidente José María Aznar para abrir una dación en pago con la que ejecutó la conocida como “operación Picasso” y que acabó enriqueciendo la exigua colección picassiana del museo de arte contemporáneo que albergaba el Guernica. La negociación de Guirao hizo posible la adquisición de siete obras capitales del pintor malagueño en poder de sus herederos, por valor de 3.000 millones de pesetas.
La magistral operación logró la incorporación de las esculturas El buen pastor y Mujer en el jardín; los óleos, Mujer sentada en un sillón gris, Figuras al borde del mar y Mujer sentada acodada; y los dibujos Cabeza de guerrero pacifista y Hombre de pie con cordero. “Son cuadros excepcionales y el grueso de la colección de Picasso entró de aquella manera gracias a Guirao”, explica Paloma Esteban, máxima conocedora de la obra de Picasso y exconservadora del Museo Reina Sofía.
España tiene otra posibilidad de préstamo: la obra que todavía está en manos de los herederos. Maya (hija de la unión con Marie-Thérèse), Claude y Paloma (hijos de Françoise Gilot) y Marina y Bernard (nietos vinculados al Museo Picasso de Málaga). Ellos controlan el legado más extenso del mundo del arte, sobre todo Claude, que preside la Picasso Administration, el único organismo capacitado para autentificar un Picasso.