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Un jardín de criaturas híbridas como metáfora de la diversidad y disidencia

La exposición 'Transparaiso' de Andrés Senra en Swinton Gallery

Ángeles Oliva

4 de diciembre de 2021 22:52 h

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Bajar las escaleras de la galería Swinton Gallery en Madrid es entrar en un jardín tropical de atmósfera envolvente. Entre plantas exuberantes aparecen pantallas y proyecciones de seres híbridos que mutan constantemente, que se repiten y se transforman en combinaciones de otras. Podría parecer que en los videos las imágenes se clonan hasta el infinito, unas iguales a las otras, pero Andrés Senra, artista, filósofo, biólogo e investigador en estética y teoría de las artes, plantea lo contrario: la repetición igual no es posible. Para eso nombra a la entropía, un concepto acuñado en el siglo XIX por la física que mide el grado de desorden molecular de los sistemas.

Entre flores exóticas y una montaña de tierra, un laboratorio fotográfico aparece para recordar al visitante que la fotografía supone la desaparición del original al repetir y repetir las copias. En la historia del arte se ha cuestionado después que realmente existiera un original y una copia. Andrés Senra va más allá y plantea que una copia nunca será igual a otra, porque por un lado, los materiales donde se proyecta una imagen nunca son los mismos, y por otro, la imagen misma se va deteriorando.

Un microscopio proyector con un punto de láser amplifica una gota de líquido de una probeta. En ella hay saliva y agua estancada y la proyección va mostrando en una pantalla el movimiento de los microorganismos que lo habitan. Con ello Senra quiere reflexionar sobre cómo la idea de que somos una unidad es ficticia, y recuerda que en el propio cuerpo habitan organismos unicelulares que hacen posible la vida, y cómo entonces los seres humanos son el resultado de relaciones complejas interespecie.

El microscopio y las probetas están rodeadas por una luz ultravioleta que en la naturaleza es una fuente natural de mutaciones. El artista hace un guiño al hecho de que las mutaciones y la recombinación de las moléculas son la fuente de la diversidad biológica.

Seres parcialmente no humanos

Los primeros seres transespecie aparecieron en los años 70, cuando unos grupos llamados Elf Queen's Daughters y The Silver Elves publicaron en algunas revistas estadounidenses que se sentían elfos, hadas o extraterrestres, y tuvieron muchos adeptos. Dos décadas después, en la incipiente internet de los años 90, surgió un foro que reunía a personas que se declaraban “animales no humanos”, y se empezaron a nombrar otherkin o teriántropos. Ya en los años 2000 apareció el concepto de transespecies, seres que plantean que su identidad es total o parcialmente no humana. Sienten que son un animal atrapado en el cuerpo de una persona. Consideran que se les ha patologizado, y hablan de neurodivergencia: hay una norma que dictamina qué es la salud mental y ellos son disidentes de esa norma.

Con este fenómeno como excusa, Andrés Senra presenta en su nueva exposición una posible especulación ficticia en la que unos seres establecen alianzas de autocuidado con la naturaleza, con otros animales y con el resto de seres del planeta, por medio de hibridaciones, transformaciones genéticas, o cirugía.

Transparaíso es una metáfora para romper las categorías binarias de género y la idea de que el cuerpo determina la identidad. Senra, como otros artistas, investigadores y activistas, discute que haya una identidad única y que esta sea la misma a lo largo de la historia biológica de una persona.

Su proyecto se fundamenta en la idea de la identidad como algo fluido y que se puede elegir, e incita a pensar cómo la subjetividad de una persona no está determinada, sino que es una combinación de factores culturales, políticos, sociales y también materiales, incluido el cuerpo en que se nace. Pero ninguno de esos factores es determinante y, por tanto, la subjetividad se puede modificar.

Senra parte de la idea de la voluntad y el libre albedrío, y de la posibilidad de tomar decisiones políticas y personales para elegir quién se es o cambiar quién se es utilizando toda la tecnología disponible hoy. Plantea que todo esto solo será posible creando alianzas de cuidado y deseo con los otros seres humanos y no humanos.

La colaboración entre especies

La filósofa Donna Haraway, autora de El manifiesto Cyborg, y una referencia para entender el feminismo contemporáneo, la tecnociencia, o la ciencia ficción, ha estudiado las relaciones entre humanos y no humanos, desde los cíborgs hasta los animales de compañía. En su última obra, Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno, Haraway propone replantear las relaciones de los humanos con la Tierra y todas las otras especies que habitan en ella. En este ensayo de ciencia ficción, los nuevos niños que irían naciendo dejarían paulatinamente de ser humanos, al contener en su estructura genética una parte de algún animal que sería su animal totémico, y con el que establecerían una alianza de cuidado. Ser físicamente un poco ese animal o sentirse ese animal haría que el humano lo cuidara y evitara su extinción.

En esta línea, la científica y pensadora Lynn Margullis plantea que todas las especies terrestres están unidas por relaciones simbióticas e interdependientes. La simbiosis estaría en el origen de la vida en la Tierra en todas sus formas y sería un mecanismo básico de la evolución.

Esa idea de que solo la colaboración entre especies hace posible la vida está presente en el trabajo de Andrés Senra. Con su propuesta artística cuestiona la norma que establece la supremacía de la especie humana por encima de todas las demás, y también la norma que privilegia a las personas cis heterosexuales.

La vida no es la repetición

Una idea recorre toda la exposición: la vida no es la repetición de lo mismo. Esto cuestiona la idea de la normatividad: de los cánones en la historia del arte, por un lado, y de los cánones de la norma de género, por otro.

La ciencia planteó en el siglo XX que la vida era información, algo que hizo también la robótica. Se establecía un paralelismo ficticio entre el código genético y el código binario 01: la vida era la información codificada en las moléculas de ADN, y la información aparecía como el gran paradigma del universo. Andrés Senra afirma que esta es una visión reduccionista que simplifica la complejidad de la vida. Explica que pretender que la información se repita siempre de la misma manera es un intento por imponer que las cosas sean siempre iguales, y enlaza su crítica al cuestionamiento del género que hacen las personas trans, y al cuestionamiento de la supremacía humana que destapan las personas transespecie.

Devenir artístico por los géneros y las especies

Diversos artistas enmarcan su trabajo en el cuestionamiento de la división binaria de géneros y las relaciones interespecies. El creador Pablo Durango vive desdoblado entre sí mismo y su avatar Onyx, un ente transdimensional de género fluido y capacidades extrasensoriales. Durango entiende la identidad como un proceso que se aleja de una lógica binaria tradicional e investiga sobre los nuevos modos de producción de subjetividades queer contemporáneas que borran la frontera entre lo humano y lo no humano.

¥€$Si_Perse es el avatar de dos seres radicados en Barcelona que, sin etiquetas de género ni de especie, hacen ciencia ficción especulativa y fantasía urbana. Plantean que la identidad son ficciones, y por tanto es posible explorar todo el espectro del imaginario existente y fluctuar fuera de las ideas de masculinidad y feminidad.

Influidos por Genesis P-Orridge, se apropian del espacio del dj para introducir ideología en la cultura de la noche. Espantados por las celebraciones del orgullo gay, y viendo como la nueva derecha se apodera de las estrategias de resistencia del anticapitalismo, se preguntaron qué pasaría si lo queer se apropiara de los códigos e instrumentos del fascismo. El resultado es una mixtape en la que los himnos de Mónica Naranjo, Gloria Gaynor o Lady Gaga, se transforman en una declaración de guerra al enemigo

También en Barcelona, Quimera Rosa es un laboratorio nómada que, desde 2008, trabaja con el cuerpo, la identidad y las tecnociencias desde una mirada transhackerfeminista. Con su proyecto Trasplante plantean una hibridación con lo vegetal. Hace cinco años practicaron una inyección intravenosa de clorofila en un cuerpo humano y a partir de ahí han desarrollado una investigación biomédica para el tratamiento del virus del papiloma y en paralelo un periódico de futuro como parte ficcional del proyecto.

Transparaíso es parte de la residencia de Andrés Senra en el espacio artístico Interior Beauty Salon, situado en el barrio del Bronx de Nueva York. Como parte de esa residencia, Senra ha estado produciendo desde mayo pasado una serie de videos que forman parte de la instalación que puede verse en Madrid. A partir de enero de 2022, Senra estará en Nueva York con una convocatoria pública a personas que quieran contribuir con videos que aborden cuestiones trans, LGTBIQ+, ecosexualidad, veganismo, animalismo, magia, transespecismo o relaciones interespecie.

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