Broma o no, tiene todo el sentido del mundo que Marina AbramoviÄ quiera salir por la puerta grande. Sin prisa ni alarma: la artista serbia tiene 67 años pero aparenta muchos menos y goza de un perfecto estado de salud. La cosa es que lleva pensándolo desde el funeral de su amiga Susan Sontag en el famoso cementerio Père Lachaise cemetery de Paris, en 2004. “Fue el funeral más triste en el que he estado en toda mi vida y ella era una de las mejores personas que he conocido jamás”.
AbramoviÄ quedó tan impactada con la experiencia que volvió a Nueva York se fue directamente a hablar con su abogado para explicarle en detalle cómo será su funeral. “Un artista debe morir conscientemente y sin temor -explicaba hace unos días en el cierre de su residencia con el Kaldor Public Art Projects, en Sidney. ”El funeral es su última obra antes de marcharse“.
Y le aconsejó a la audiencia que lo dejara todo bien bien atado y no explicado de cualquier manera a la familia. La historia del arte está llena de plegarias no atendidas, no sólo en lo que al legado artístico se refiere. No todos los restos mortales famosos descansan en paz.
Azuzada por el público, Marina adelantó algunos detalles sabrosos. Sus planes incluyen la fabricación de dos copias exactas de sí misma para que la entierren en tres ciudades distintas. “Quiero que haya tres Marinas - explicó con naturalidad. -Evidentemente, una será real y las otras dos son falsas, porque no puede haber tres cuerpos. Y quiero que estas tres Marinas estén enterradas en las tres ciudades donde he vivido más tiempo: Belgrado, Amsterdam y Nueva York”.
Y la vuelta de tuerca: nadie sabrá dónde está descomponiéndose la artista y dónde no se descomponen sus clones. Salvo que use, como Blancanieves, una urna de cristal.
En cuanto a la ceremonia, la diva quiere que Antony Hegarty, de Antony and the Johnsons, cante el orgulloso himno de Frank Sinatra I Did It My WayI Did It My Way. Y no la dramática Hope there's someone (Who'll take care of me. When I die) que hizo famosa a la banda neoyorquina. Hegarty, que compartió escenario con ella en su Vida y Muerte de AbramoviÄ en Manchester, aún no le ha dicho que sí. “Pero creo que si me muero se pondrá tan triste que probablemente lo haga”. El resto de los asistentes deberán llegar vestidos de colores brillantes, “incluso rosa”.
El Guardian sugiere que el desdoblamiento de las tres Marinas tiene que ver con algo que dijo en una entrevista que les dió mientras estaba en Tasmania para el festival Dark Mofo, donde vuelve a compartir cartel con el grupo de Hegarty. AbramoviÄ dijo que su personalidad estaba dividida en tres: “Una Marina es muy heroica. Hace lo que tiene que hacer, no importa cuánto me duela. Después tenemos una segunda Marina, muy diferente, muy espiritual y emocional... y luego está la tercera que es una chafardera”.
La artista no ha aclarado a qué ciudad le corresponde cada una. Lo que sí ha dicho es que su otro legado -el Instituto Marina AbramoviÄ en el Hudson, Nueva York- incluirá un banco de sangre de 250 artistas, filósofos y jefes de culturas indígenas que será visitado cada año por un chamán brasileño para re-energizar el espacio. Una suerte que goce de buena salud porque, de momento, su Instituto no tiene, ni proyecto, ni mecenas.