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Por qué el Museo de Artes Decorativas es el que tiene más obras incautadas por el franquismo

Escritorios, sonajeros, cálices, jarros, coronas, espejos, vasos, mesas, bandejas, armarios, sillas, medallas y broches son solo algunos de los más de 1.700 bienes incautados durante la Guerra Civil y la dictadura hallados en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid. El inventario de las más de 5.000 obras expoliadas durante este periodo, publicado por el Ministerio de Cultura el pasado mes de junio, reveló que este es el centro dependiente del Estado que más objetos acumula, con 1.705. Le siguen el Museo Nacional del Romanticismo con 1.495 y el Museo Arqueológico Nacional con 1.156.

“La disciplina del propio museo es la razón fundamental por que sea en el que más se han encontrado. Hay mucho mobiliario, platería, cerámica, joyería”, explica a este periódico la subdirectora de la institución pública Paloma Muñoz-Campos, que ha participado en la investigación. “Sabíamos que teníamos piezas de incautaciones pero no pensábamos que tantísimas”, reconoce.

“Con la publicación de este inventario nos convertimos en el primer ministerio en dar cumplimiento al mandato marcado por la Ley de Memoria Democrática”, presumió Ernest Urtasun al presentar el listado. El ministro ensalzó el “trabajo heroico y pionero” que se realizó durante la Segunda República para “proteger el patrimonio artístico y cultural”, ya que la mayoría de las piezas provenían de incautaciones realizadas por la Junta del Tesoro Artístico creada por su Gobierno para salvaguardar temporalmente los bienes artísticos de los daños de la guerra.

Las personas que localicen algún bien de su titularidad pueden ya presentar su registro en el Ministerio y se procederá al estudio “caso por caso” para proceder a su devolución, incluidas las localizadas en el Museo de Artes Decorativas.

La importancia del archivo Arbaiza

Paloma Muñoz-Campos comenta que, de toda la colección, hay “muchas obras” que no sabían de donde procedían. “De algunas había información pero no estaba comprobado, muchas contenían un: 'Fuente de ingreso desconocida'”, explica. También comparte que los intentos previos de identificarlas habían sido “muy frustrantes” porque “en las descripciones que venían en las actas, a veces solo ponía 'plato', sin más información, por ejemplo. Y tenemos cientos de platos”.

“Muchas veces sí que había muchos números en los listados que no sabíamos a qué respondían”, aclara la conservadora. El análisis llevado a cabo por el Ministerio de Cultura detectó que muchos de estos pertenecían a la colección Arbaiza. Un archivo compuesto por más de 34.000 negativos fotográficos tomados por Vicente Salgado Llorente en los depósitos habilitados por el Servicio de Recuperación Artística en Madrid al acabar la Guerra Civil.

El autor ordenó las fotografías de acuerdo a la ubicación y número de inventario asignados a cada pieza en los depósitos, siendo esta la forma en la que hoy están vinculados a los respectivos expedientes.

La mayor parte de ellas fueron tomadas en rollos de película de 35 mm y reproducen bienes culturales incautados por la Junta de Madrid y provincias limítrofes. El archivo recibió el nombre de su vendedor, y fue adquirido por el Estado en 1979. “El Ministerio ha sido de gran ayuda al pasarnos las imágenes con las que ha sido mucho más fácil localizar las piezas, al comprobar si estos números coincidían”, agradece la responsable sobre el proceso.

La colección José Weissberger

Más sencillo fue para el equipo de la pinacoteca identificar los bienes que procedían de las colección José Weissberger, al ir acompañadas de una letra 'W'. Este marchante de arte trabajó en España durante la primera mitad del siglo XX, periodo que en el que entabló amistad con figuras como Joaquín Sorolla y Mariano Benlliure, y colaboró con préstamos de su colección personal a distintas exposiciones de la Sociedad Española de Amigos del Arte.

Al acabar la Guerra Civil, Weissberger fue acusado de colaborar con el Gobierno de la República y de formar parte de una organización masónica. El Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional embargó los objetos artísticos que se encontraban entonces en su vivienda, que fueron depositados provisionalmente en el Museo de Artes Decorativas. “Cuando llegaron, se les puso la 'W' y un número de orden. Estaban bastante estudiadas, pero no sabíamos muy bien cómo había sido el proceso”, señala la conservadora.

Tras ser absuelto de los cargos, el marchante de arte regresó a Madrid en 1948, y se puso en contacto con el centro, interesado por su colección; y accedió a vender parte de ella a la institución. El resto se le fue devolviendo paulatinamente entre 1948 y 1952, salvo algunas obras que se ofreció a donar y otras que nunca llegó a recoger. Aunque en este caso a través de una numeración propia, el museo contiene otra serie de obras provenientes del Comité de Enseñanzas Artísticas. “También depositaron una serie de piezas. En su acta de entrega aparecían con un número, que algunas han conservado en sus etiquetas”, describe la responsable.

Un trozo de cortina

El inventario publicado por el Ministerio de Cultura reveló que muchas de las obras incautadas por el franquismo pertenecían a la vida doméstica. Paloma Muñoz-Campos afirma que, en líneas generales, las piezas del museo incluidas en el listado son “similares” a las habitualmente expuestas en el centro.

“Hay desde una arqueta de piedras duras a un escritorio alemán de principios del siglo XVII, muy acordes a nuestras colecciones”, corrobora. No todas cuentan con la misma calidad artística. La conservadora revela que les produce “mucha ternura” que haya “un trozo de una cortina”: “Se recogieron cosas sin tener siempre en cuenta que fueran muy principales, pero que consideraron que podían ser importantes para el museo. Documentan una época y lo que se coleccionaba en las casas”.

“Hay mucho procedente del ámbito privado, pendientes, medallas, limas de uñas, rizadores, tocadores masculinos y femeninos, objetos de adorno personal”, cuenta. La conservadora destaca igualmente un uniforme de lacayo, “de quienes conducían las carrozas a finales del siglo XIX”. Cuadros y esculturas son tipos de objetos de los que cuentan con menos exponentes.

En cuanto a si los bienes incautados provenían mayoritariamente de algún periodo en concreto, la responsable concluye que “se debía llevar mucho el arte oriental”. “Weissberger coleccionaba mucho arte español, pero llama la atención que haya tantas piezas orientales, que era la moda del momento. En el siglo XVIII las procedentes de China y en el XIX de Japón”.

Servicio público

Desde el Museo de Artes Decorativas aclaran que es al ministerio de Cultura a quien le corresponde decidir “qué es lo que se devuelve y lo que no”, tras estudiar las peticiones de los particulares. “Nosotros somos un servicio público, las piezas no son nuestras. Están a disposición de todos los ciudadanos y son de todos. Sobre si hay que devolverlas o no, nosotros no tenemos opinión”, sostiene.

Nosotros somos un servicio público, las piezas no son nuestras. Están a disposición de todos los ciudadanos y son de todos. Sobre si hay que devolverlas o no, nosotros no tenemos opinión, es decisión del Ministerio de Cultura

Paloma Muñoz-Campos incide en que, hasta el momento, estos bienes han contado con el mismo tratamiento que el resto de bienes de la pinacoteca: “El cuidado que tenemos con todas las piezas es exactamente el mismo”. Tampoco descartan que puedan identificar alguna otra obra que amplíe el inventario realizado por el Ministerio de Cultura: “Puede salir alguna más que no hayamos visto. Tenemos muchísimas piezas. De vez en cuando surge alguna pero ya serán casos muy puntuales”.