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La pintura figurativa, la “más fácil de vender”: con ese espíritu arranca la nueva temporada en las galerías de arte

Caio Ruvenal

13 de septiembre de 2024 22:04 h

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La pintura figurativa se adapta al mundo del arte contemporáneo. Bordea sus límites con la abstracción, se fusiona con otras disciplinas, modifica sus soportes, pero resiste, a pesar de su milenaria tradición, en un ecosistema que exige innovación. No solo sobrevive, sino que domina. Así lo podrá comprobar cualquiera que recorra las 52 galerías miembros de Arte Madrid que hasta el domingo desarrollan actos de inauguración, horarios especiales y encuentros con los creadores, en el marco del en el Apertura Madrid Gallery Weekend. De estas nuevas muestras en 52 lugares, en al menos 21 hay un representante de la nueva figuración, una especialidad que alcanzó su auge hace unos dos años y es “más fácil de vender que otro tipo de piezas”, como cuentan los galeristas.

“El arte figurativo ofrece algo con lo que la gente conecta y la hace más comerciable que piezas conceptuales o de archivo, por ejemplo. Llevo 15 años relacionado con el galerismo y he debido vender dos fotografías en mi vida”, dice Fer Francés de la galería VETA. El espacio, pionero en la proliferación de galerías en Carabanchel, abre la temporada con los óleos de Maciej Kosc, las acuarelas de Abraham Lacalle y una muestra colectiva de artistas mexicanos. Pero no siempre la pintura tuvo cabida en la oferta contemporánea. En los noventa, se vio desplazada por la eclosión de nuevas corrientes como el arte relacional, el videoarte o el surgimiento de experimentalistas como Damien Hirst o Tracey Emin.

“Todo eso son vaivenes del mercado. Hubo un apogeo de la fotografía contemporánea, luego se impuso el videoarte y las instalaciones. Pero la figuración soporta y vuelve a tener momentos muy álgidos. Ahora estamos teniendo exposiciones que rescatan a sus cultivadores, como Isabel Quintanilla”, apunta Íñigo Navarro, representante de la galería Leandro Navarro. El realismo pictórico pervive porque sigue habiendo artistas que la hacen permanecer. A pesar de la cada vez más amplia posibilidad de lenguajes, la pintura suele ser el primer acercamiento de un autor con el arte. Sin importar si después se decanta por otra disciplina, es un instinto natural dibujar, manchar un papel.

“No conoces a un crío de 14 años que te diga quiero ser videoartista. La pintura llega de manera natural; al final el mercado va eligiendo por décadas o por años hacia dónde van las ventas y demás, pero la pintura seguirá apareciendo”, opina Amalio Gaitero, socio de la galería Herrero Tejada. Su apuesta para abrir la temporada ha sido el artista Jan Vallverdú, expresionista en sus trazos y con figuras alargadas y contorsionadas, en las que la improvisación juega un papel crucial. Una galería que ha mantenido firme su propuesta por la pintura figurativa durante 30 años es Utopia Parkway. “La pintura es tan antigua como nuestra existencia. No morirá nunca, pero tampoco nunca será de masas”, comenta la cofundadora Lola Crespo sobre su espacio, que alguna vez incluyó fotografía y escultura antes de decantarse por el realismo pictórico.

Tendencia natural

En Utopia Parkway ahora expone el español de ascendencia griega Adamo Dimitriadis. Los lienzos que exhibe parecen estar ambientados en un futuro apocalíptico, distópico, en el que el hombre busca respuestas en la ciencia. Todo con una pincelada limpia y pulcra. Dimitriadis es otro de los nacionales con los que la galería engrosa su lista de creadores que cosechan el realismo y por los que ya pasaron por sus salas Alberto Pina o Concha Gómez-Acebo. La galería Leandro Navarro tiene la misma vocación de semillero de pintores hispanos realistas y ha dedicado muestras a Isabel Quintanilla y Carmen Laffón. “Incentivamos el realismo porque entendemos que en España se han dado casos excelentes de esa pintura. Todos nuestros artistas se han criado, en cierta medida, en el Museo del Prado”, explica Navarro.

Si la expansión del arte figurativo se explica desde el lado de los creadores por una inclinación natural y una herencia española (véase los Realistas de Madrid o la Escuela de Olot), ¿cómo se entiende su popularidad en el comprador y en el consumidor? “El arte figurativo satisface lo que necesita el público: belleza y optimismo”, responde el director del departamento de Arte de la Universidad Nebrija, Pablo Álvarez de Toledo. El asociar figuras a formas ya conocidas o que aborden al ser humano o su entorno interpela al espectador. “Más allá del mercado y del consumo cultural, la figuración resulta más accesible que otras disciplinas que requieren cierta cultura visual o contexto. Si cojo a mi madre y le pongo una performance de Abramović y un cuadro de Valerdú, me dirá: ”Esto último lo entiendo un poquito mejor“, analiza Gaitero.

“La pintura es algo muy práctico para que un cliente compre. El coleccionista que compra obras para su oficina, casa, lo que sea, siente una atracción por la pintura. Es algo que conecta a todo el mundo. Alguien que no ha ido a una exposición de arte puede encontrar coincidencias y verse reflejado”, aporta por su parte Francés. Para otros galerista, como Navarro o Crespo, también tiene que ver el empuje que ha tenido la figuración en las últimas décadas en Inglaterra (David Hockney), Alemania (Lucian Freud) o Italia (Giorgio Morandi). “Yo vendo muy bien. Hay un coleccionismo fiel, comprometido y conocedor que busca a estos artistas”, asegura Crespo.

Tradición y modernidad

Si bien es cierto que el pincel y el lienzo son las herramientas favoritas de los artistas contemporáneos españoles, también lo es que exploran los límites de lo pictórico y huyen del academicismo que puede ser el retrato o el paisajismo. Una combinación entre tradición y contemporaneidad es en la que se aventura Nacho Martín Silva (galería Max Estrella). El madrileño bebe del naturalismo de Henri Rousseau para incluir el mundo vegetal en sus cuadros, pero fragmentándolo a partir de varias piezas que conforman una sola, como un rompecabezas. “Soy un gran deudor de toda la historia del arte, de todo lo que ha ocurrido antes de mí, pero también del arte conceptual”, dice el artista.

Martín primero se imagina una composición en base a varios lienzos que formen una narrativa. Luego busca una imagen que le interesa —para esta exposición fusiona la taxidermia con el reino de las plantas— y la divide en las proporciones de lienzos que ha diseñado. “Siempre he pintado y dibujado, nunca me he planteado hacer otra cosa. Los otros formatos que utilicé fueron siempre para hablar de la pintura”, asegura el pintor.

Roger Ballen (Cámara Oscura Galería de Arte) dibuja sobre fotografías Polaroid; Diego Benítez (Galería Alberto Cornejo) recrea colores diáfanos para sugerir paisajes en el horizonte; y Pipo Hernández (Nieves Fernández) reviste sus cuadros con otros materiales como cintas o las interviene con agujeros. “La figuración se adapta también a los requerimientos de innovación. No encontrarás pintores de marinas o retratos que se están quedando demasiado parroquiales”, concluye Álvarez de Toledo.

Otro gusto desde las instituciones

Para los galeristas, esta nueva mirada a la pintura es contraria al discurso que se fomenta desde las instituciones. Museos y centros culturales están interesados en promover vanguardias, experimentaciones formales y originalidad, a pesar de no coincidir con las corrientes del mercado. “Las bienales, ferias y otras actividades promovidas por las instituciones dejaron la pintura por mucho tiempo, y ahora mismo en España se nota que no es dominante en las programaciones institucionales”, defiende Francés. “No creo que sea un tipo de arte que se promueva. El retorno lento a la pintura no se muestra tanto en las galerías per se. Ahora está muy de moda lo inmersivo, que se está expandiendo a otros espacios”, dice por su parte Álvarez de Toledo.

Detrás de las tendencias del mercado y de la preferencia de los coleccionistas está el gusto de los galeristas. La gran mayoría dice no haberse subido a la ola de expectativa, sino que su cercanía con la pintura y la figuración tiene que ver con un paladar adquirido a temprana edad. Francés creció en un entorno relacionado con el mundo del arte; Navarro siempre quiso que en sus salas se enseñaran los mejores figurativos; y Garito quería para su espacio un lugar de madera, con paredes altas, al que llegue luz por las ventanas para ensalzar sus pinturas. Como define Crespo: “Este auge no nos ha pillado con el paso cambiado”.