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Camellos regresa a los escenarios tras haber tenido que empezar “desde cero” con la pandemia

Camellos durante el concierto del Mercado de Diseño Slow Edition

Gema Moreno Andreu

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Un cielo nuboso asolaba este sábado Madrid marcando el inicio de la época invernal. Sin embargo, en el interior del edificio MEEU, un espacio urbano para la cultura en Chamartín, se disfrutaba de una lluvia de luces de colores, telas vintage y chocolates artesanos. El lugar ha acogido un mercado de diseño con temática Slow Edition, en el que han actuado los grupos de rock Camellos, Judeline y Mueveloreina. 

Camellos no es una banda de rock al uso. Su carácter y sus letras destilan un punk de los 80 “suavizado” que se aliña con pinceladas de rock garage, pop e incluso, indie. Según ha explicado a elDiario.es Fernando Naval, uno de sus vocalistas y guitarra, el símil que los enlaza con la música punk proviene directamente de su admiración por este género. 

Las palabras “locura”, “caos” y “absurdo”, según Naval, caracterizan la forma de ser de esta banda garage emergente, que no solo ha conseguido completar el aforo del evento Slow Edition de este sábado, sino que ha logrado hacer vibrar de nuevo a sus fans. “Durante la pandemia hemos retrasado muchos conciertos o hemos vuelto a medio gas, con el público sentado. Es lo que tocaba, pero se notaba desde el escenario la frustración de la gente, que quería bailar y no podía”.

Las animadas, aunque críticas, letras de Camellos han danzado este sábado junto a sus seguidores en uno de los primeros conciertos que la banda ha podido realizar con el público de pie desde el inicio de la pandemia. Para Naval sus fans son los que verdaderamente “generan la fiesta” de los conciertos. “Disfrutamos mucho de los directos y es gracias al público, las letras les llegan, les motivan y eso hace que haya un ambiente tan divertido. La gente lo vive”, ha explicado el joven artista. 

Sus descaradas canciones están repletas de crítica social con un mundo “oscuro y difícil” que, para Naval, no está siendo justo con los jóvenes. “Han depositado en nosotros una responsabilidad que no nos corresponde. Nos han metido la idea de que el que se esfuerza triunfa y no es verdad”. Este melómano critica la cultura de la meritocracia y asegura: “Estamos ante una situación en la que unos pocos tienen suerte, pero la mayoría no la tenemos y eso genera mucha frustración”.

Para Camellos, la pandemia ha sido “un jarro de agua fría”, ya que la paralización de todas las actuaciones llegó justo cuando empezaban a despegar. “Estábamos en un momento muy dulce en el que íbamos a dar en torno a 45 conciertos entre enero y septiembre, y en su lugar fueron seis o siete”. Naval lamenta: “Con la pandemia pasamos de estar tocando con los dedos la profesionalidad a que fuera todo cero”.

Naval recuerda entre risas aquella vez que llegó a sonar una canción suya en el programa de televisión La ruleta de la suerte. “Fue mi abuela quién me avisó y me pareció algo increíble. Me sentí como que estaba llegando a un público más grande”.

Este sábado Camellos ha vuelto a hacer sonar su Arroz con cosas, una de las canciones más valoradas y conocidas por el público, según el artista. “Todas nuestras canciones nos gustan, pero es verdad que mis favoritas, por ejemplo, no son siempre las que prefiere la gente que nos sigue. Para mí Tentaciones es intocable, y sin embargo, a veces noto que el público no se la sabe especialmente”.

Para Naval crear una canción “tiene algo de magia” y es un proceso que viven de forma colectiva normalmente. “Alguno propone una idea de la que quiere hablar y vamos hilando a partir de ahí”. El vocalista recuerda con especial cariño cómo fue la llegada al mundo de Tentaciones, una canción del disco Calle para siempre, que le nació a Naval a partir de un impulso. “La compuse con el piano y de repente vi que ya estaba, tan redonda y completa en un momento. Cuando una canción te sale rápido es algo muy especial”, explica. 

El artista lleva desde los seis años en un escenario, cuando comenzó a estudiar música en el conservatorio, sin embargo, una actuación con Camellos en Cerdanyola del Vallés, en Catalunya, marcó un antes y un después en su vida. “Para mí era un sueño tocar en un concierto y que la gente se supiera las letras. Cuando lo experimenté por primera vez era una sensación tan rara, estaba atacado y me quedé como en shock, pero de felicidad” narra el artista.

Camellos ha estrenado en el concierto de este sábado Suena bien, la segunda canción del disco que presentarán en marzo del próximo año y con el que pretenden volver a hacerse un hueco en el panorama musical. “A veces nos comparan con Carolina Durante, pero eso todavía nos queda muy lejos. Ellos llenaron el Palacio de los Deportes y ojalá llegar a tener ese nivel de público”, comenta Naval.

Aunque no quiere ser negativo con la situación actual que atraviesa Camellos, Naval confiesa que no prevé que hasta dentro de un año vuelvan a estar “al nivel que antes”. “Creo que como hemos estado casi todos los artistas prácticamente dos años sin actuar, ahora que sí podemos hay una masificación de oferta de conciertos bestial. En Granada, por ejemplo, hay prácticamente dos festivales por semana” y añade: “No hay tanta gente para todos los conciertos que está habiendo”.

La pandemia frenó el crecimiento de una banda que utiliza su “caos controlado” para emocionar al público. Sin embargo, ahora, terminando su última gira, aunque sea “a medio gas”, sus miembros no prevén un futuro para ellos que no sea relacionado con el grupo. “El disco que vamos a estrenar es lo mejor que hemos hecho hasta ahora”. 

Para Camellos, vivir de la música es aún un sueño que lograr y que esperan conseguir. “Ahora mismo cada uno de nosotros tiene trabajo, pero no podemos permitirnos vivir de la música, y menos después de la COVID. En los trabajos culturales como la música si no actúas no cobras, y hemos estado mucho tiempo parados”.

La banda, formada por Frankie Ríos y Fernando Naval, como guitarristas y vocalistas, el bajista Tommy Dewolfe y el baterista Jorge Betrán, está asentada en Madrid, a pesar de que ninguno de sus miembros ha nacido en la capital. “Solo Frankie se considera 'madraca' porque se ha criado aquí, pero nos tendrían que convalidar ya la nacionalidad madrileña”, explica entre risas Naval.

El vocalista define la capital como la ciudad “más acogedora” que ha conocido jamás y explica por qué le dedicaron la canción Mazo: “En Madrid no conoces a nadie, pero vas a una discoteca y te acogen, en otros sitios te ven como un bicho raro. Mazo no es una dedicatoria al uso porque hablamos de lo que nos gusta y de lo que no, pero quisimos hacerle nuestro pequeño homenaje”. Para el cantante “Madrid tiene lo bueno, pero también tiene comerte un atasco impresionante para ir a trabajar, y esas dos facetas no se pueden separar”.

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