La pandemia ha dado un giro a la cultura, pero el Benidorm Fest es un cambio que no se vio venir. Hasta ahora la selección del representante español en Eurovisión se había centrado en el espectáculo y el reality más que en la música. No es que se haya abandonado por completo lo primero, pero este año los artistas y sus canciones son la prioridad. Ni los supuestos tongos de RTVE ni los veinteañeros que mejor caen a la audiencia de Operación Triunfo. Benidorm Fest ha cambiado totalmente el concepto eurovisivo en España. Y sí, ha sido para mejor.
Este lunes el presidente de la Comunitat Valenciana, Ximo Puig, firmó el convenio que sitúa a Benidorm como centro de peregrinación de eurofans para los próximos seis años. Ayuntamiento, Generalitat y RTVE han acordado que se celebre la selección de representante en la ciudad costera, como ocurrirá los próximos 26, 27 y 29 de enero con dos preselecciones y una final. De esta manera España imita a otros pesos pesados europeos: Portugal, Italia y Suecia ya tienen sus citas con Canção, San Remo y Melodifestivalen.
“Llevamos seis años seguidos quedando en los últimos puestos siendo miembros del Big Five, los que más aportan y pagan en Eurovisión”, dice Luis Mesa, periodista especializado en el festival. Sabe que no hay una “fórmula mágica” para evitar que el bochorno se repita en 2022, “pero sentirse orgulloso de la candidatura que llevas es un buen comienzo”.
Esa es la gran novedad que trae el Benidorm Fest. “Hay potencial para no hacer el ridículo, como en años anteriores. Las canciones que se presentan no dan vergüenza ajena”, piensa Manuel Pinazo, director de la revista Muzikalia.
Hay potencial para no hacer el ridículo y las canciones que se presentan no dan vergüenza ajena
Cantantes consolidados y artistas emergentes presentaron catorce temas –trece desde la expulsión de Luna Ki por usar autotune– que les identifican. Las favoritas son Rigoberta Bandini y Tanxugueiras, con las canciones Ay Mama y Terra, pero también hay espacio para el rap urbano, el indie rock o la bachata flamenca, como la que propone Azúcar Moreno. “Han abarcado un espectro de géneros que antes no habrían tenido oportunidad”, asegura Pinazo. O quizá eran los propios artistas los que huían de Eurovisión.
“Para mí es un festival serio y a veces parecía que para España fuese un mero trámite”, dice Borja Prieto, crítico musical y fundador de la agencia creativa Está Pasando. “La gente sabe que Eurovisión es un sitio diverso y con los artistas elegidos a dedo pasaba lo contrario, se ensombreció la fiesta y no fue buena idea”. En el caso de algunos mánagers, la sombra llegaba hasta tal punto que alejaban a sus cantantes del festival por motivos de imagen.
Lavado de imagen
“Sabemos que Eurovisión es un escaparate impresionante, pero era algo muy alejado de lo que recomendaríamos a nuestros artistas. No son productos. Benidorm Fest ha cambiado esto totalmente”. Habla Andrés Lamosa, representante de Tanxugueiras y director de PlayPlan Cultural, una pequeña productora musical de Pontevedra que jamás se habría imaginado llevar a unas futuras candidatas a Eurovisión, con una canción en gallego y de ritmos tradicionales.
Antes Eurovisión era algo muy alejado de lo que recomendaríamos a nuestros artistas
No se consideran seguidores del macroevento europeo, pero en cambio el concepto de Benidorm Fest les resulta muy atractivo: “Esto no es un concurso, es un festival de la música española. Hay proyectos muy diferentes que nunca habrían llegado a un escenario así y todos llevándose bien”. Esa sinergia, en opinión de Lamosa, “es lo más bonito”. “Es un acierto, es fiel al espíritu diverso y variopinto de Eurovisión y además es un termómetro real de la música que se hace en España”, comparte Prieto.
Marta Salicrú, directora de Radio Primavera Sound, asegura que el problema no era Eurovisión, un festival con prestigio y apoyado por la comunidad LGTBI que volvió hace años a ser relevante para la cultura pop. “La cuestión es que la delegación española no se adaptó a esta modernización”, observa. Manuel Pinazo recuerda que Morrissey siempre ha dicho que le gustaría representar a Reino Unido en Eurovisión y que el problema con la marca del festival en España era única y exclusivamente culpa de España.
Para mí Eurovisión es un festival serio y a veces parecía que para España fuese un mero trámite
“Musicalmente es la mejor preselección desde hace muchísimos años”, concede Vicente Rico, director de Eurovisión Spain, la web referencia del festival en nuestro país. Estos 14 artistas “dan la razón a aquellos que criticaban que no se enviaran propuestas de nivel desde España”. Luis Mesa cree que “el acierto fue llamar a 190 puertas y asumir que muchos no iban a aceptar”. Así se han conseguido propuestas para todos los tipos de edad: “Para el chiquito de 15 años que quiere bailar en TikTok, para tu madre y para ti”, afirma.
Y además, provienen del propio artista. “Que conste que no es muy común en el resto de televisiones europeas. Hay países donde las cuentas corren a cargo de las discográficas o del propio representante. Esta es una gran estrategia para atraer a artistas más potentes”, explica Rico. Para los periodistas especializados, es el gran acierto de RTVE: permitir que los derechos y los royalties pertenezcan a los cantantes.
No sin mis 'royalties'
En el caso de Operación Triunfo y en el de selecciones televisadas como Destino Eurovisión, RTVE se guardaba un porcentaje de los royalties obtenidos con las canciones. “En el caso de OT, eran cantantes que directamente ponían voz a las canciones de otros”, explica Luis Mesa. Eso ha sido durante años un revulsivo para artistas consagrados, que debían aceptar participar con una propuesta ajena. “A veces el perfil estaba bien, pero la elección de la canción no les hacía justicia”, justifica Marta Salicrú, que pone como ejemplo a Amaia con Tu canción, el tema que representó junto a su entonces compañero sentimental y de reality, Alfred.
“Ese es el problema de los realities, que a nivel espectador generas un nivel de afinidad y cercanía que no corresponde. ¿Por qué fue la balada de Amaia y Alfred y no Lo malo? Estábamos tan metidos en esa historia de amor que creímos que era nuestra y que Europa la iba a entender”, critica Mesa, que aplaude que “a día de hoy estemos centrados en la música, no en historias de amor, telerrealidad o si en un cantante nos cae más simpático”.
El problema de los 'realities' como OT es que a nivel espectador generas un nivel de afinidad y cercanía que no corresponde
“Debería estar prohibido ir con experimentos de laboratorio de segunda”, zanja el crítico Borja Prieto. Pero hubo un momento en el que Operación Triunfo consiguió recuperar la ilusión por Eurovisión entre el público y entre los aspirantes a cantante. Fue en 2001, la edición de Rosa, David Bisbal y Bustamante. “El origen fue David Civera, cuando un chico normal de Teruel cumplió su sueño de ir a Eurovisión. Después de ese año todo el mundo se presentó a OT con el mismo sueño”, cuenta Luis Mesa.
El prestigio y la emoción se fueron perdiendo con los años, según caía en picado la posición de España en los ranking. “Fueron años de malos resultados y de un montón de escándalos. Los chavales de 18 y 20 años que buscaban tener una carrera discográfica no querían lanzarse al vacío”, dice también Victor Rico, de Eurovisión Spain. “Nadie quiere actuar con un concepto o una canción de la que no estás orgulloso frente a 300 millones de personas”, expresa Mesa, que da por hecho que “el principal miedo del artista era el fracaso”.
Benidorm Fest lo ha logrado revertir. “No tiene esta cosa tan anquilosada de que un equipo de RTVE tomase decisiones musicales”, cree Salicrú. “Derivar la responsabilidad de la elección de los temas a los propios artistas es un acierto”, continúa la encargada de la radio del Primavera Sound.
La única vez que se consiguió algo parecido a lo de ahora fue en 2008, la edición en la que ganó el Chikilicuatre y estuvo muy cerca de ir La Casa Azul con La revolución sexual. “Es todo un himno del indie y de las discotecas y habría sido un megahit en Europa”, lamenta Pinazo. Este año, la propuesta más parecida la lleva el grupo indie Varry Brava con Raffaella.
Recuperar la esencia del antiguo Benidorm
Pero antes que OT, e incluso antes que el Chikilicuatre, España ya tenía su propia antesala y también estaba en Benidorm. “El festival original solo tiene cuatro años menos que Eurovisión. En tiempos de la dictadura era la principal vía de exposición musical. El Dúo Dinámico nació en Benidorm, Julio Iglesias actuó por primera vez en directo allí y Raphael ganó dos veces”, recuerda el experto Luis Mesa. Años después cayó en manos de las televisiones privadas, se fue degradando y a principios de los 2000 este festival desapareció.
“Benidorm Fest es un regreso al pasado, a los años 60 y a formatos clásicos que tienen mucho sentido con Eurovisión”, añade Salicrú. “Es un sueño hecho realidad para quienes mirábamos con envidia las preselecciones de otros países. ¿Por qué una televisión grande y puntera como RTVE no apostaba por hacer su propio festival y promover la cultura y la música española?”, se pregunta Vicente Rico.
Benidorm Fest es un sueño hecho realidad para cualquiera al que le guste Eurovisión
Manuel Pinazo reconoce que Benidorm Fest ha abierto un camino interesante, pero pide recordar que “no estamos haciendo el concurso de la autenticidad y de la máxima calidad, es un concurso televisivo y lo que ganará será lo más pegadizo y lo más comercial”. Borja Prieto no lo ve igual: “Lo entiendo como espectáculo televisivo, ya que me pirran los realities, pero a la fiesta de Eurovisión hay que ir con las mejores armas, y eso son canciones y artistas, no shippeos y telerrealidad”.
También Andrés Lamosa, representante de Tanxugueiras, lo ve como una oportunidad para mostrar al mundo una propuesta española menos canónica. “Podríamos normalizar el uso de lenguas oficiales, la música de raíz y nuestras otras culturas”, destaca. Para Marta Salicrú, la mayor virtud es esa: “Hay muchos participantes que están ilusionados con la idea de representar a España y están invirtiendo mucha energía en ello. Tienen confianza en su proyecto y en su canción al margen del resultado”, diferencia. “Ahora ir a Eurovisión es un orgullo”.