Madrid, 8 mar (EFE).- Orgullo andaluz, discurso social, humor desprovisto de tabúes y ambición musical sin prejuicios para mezclar folclor, rap y electrónica caracterizan a Califato 3/4, el último gran secreto a voces de la música española, a la espera de dar el golpe definitivo con su reciente nuevo disco, “La contraçeña”.
Para Curro, Chaparro, Esteban, Lorenzo y Serokah las claves por las que discurren sus canciones estaban claras. “Hay que devolver a la gente la noción de grandeza por ser andaluz, porque nuestra cultura ha estado superdenostada”, señalan en una charla con Efe a su paso por Madrid este quinteto que bebe de otros proyectos, como Narco.
Todos se conocían de la escena musical y de club de Sevilla, “cada uno a su rollo y su estilo” experimentando con el folclore y la música electrónica. Un día, con unas cervezas mediante, surgió la idea de juntarse “tres o cuatro días para divertirse y, si salía algo, perfecto”.
De aquel primer encierro en una casa de Aznalcóllar surgió el primer EP, “L'ambôccá” (2018). “A la gente le gustó y decidimos darle continuidad”, cuentan sobre un proyecto que ya atesora otro LP previo, “Puerta de la Cânne” (2019), con el que empezaron a hacerse oír.
Con un currículum así no sorprende tanto su nominación a los II Premios Odeón, que se entregan este miércoles, sino la categoría: “artista revelación flamenco”, junto a otros artistas como Israel Fernández o María José Llergo.
“Ni revelación ni flamenco”, estallan entre carcajadas. “El flamenco es algo que hackeamos e incorporamos a nuestro imaginario, pero ni es lo que hacemos ni estamos capacitados para ello”, previenen frente a equívocos.
Del estilo que han escuchado desde niños toman algunos de sus ritmos, por ejemplo el extendido 3/4 que les da parte de su nombre, así como algunos músicos para el directo (como Guille Iniesta, María José Luna o Alberto Álvarez, miembro de Los Mártires del Compás).
También elementos de su imaginería, especialmente de la que comparten con la identidad andaluza, la cual reivindican a través de una grafía que imita cómo se habla en el sur de España. Así, sus canciones llevan títulos como “Çambra del Huebê” o “Er camión de lô elàô”.
No hay impostura en eso, aclaran. “Es nuestra forma de pensar y de ser y eso se refleja en nuestra música”, aseguran, antes de aseverar que todavía hoy hace falta hacer esa reivindicación de una cultura “que ha estado superdenostada e infravalorada, incluso dentro de la propia Andalucía, donde hay gente que siente vergüenza de cómo habla porque se ha dicho que es de catetos”.
“Hay que devolver a la gente la noción de grandeza por ser andaluz, de cualquier cultura en realidad. Representamos el orgullo de ser de donde seas, de tus costumbres y de que nadie te pise, porque es fundamental para tener conciencia de clase y exigir lo que te corresponde”, insisten.
Ante la mezcla de géneros, no se ponen límites. “Somos como niños para eso”, proclaman estos músicos que suelen seguir en la composición un proceso bastante intuitivo, ya sea a partir “de un cacho de letra”, un palo o un “sample”.
Así surgió por ejemplo uno de los más emblemáticos de su última hornada, “Te quiero y lo çabê”, que parte de un tema de un grupo “underground y a veces inescuchable” como Psychic TV, mezclado con el célebre “Quiero Verte” de Los Sobraos.
“Para nosotros no hay diferencias entre baja y alta cultura, solo existe cultura e influencias. Somos melómanos, nos gusta la música y sabemos tela, hasta pelearnos con quien sea por defender en lo que creemos; si algo nos gusta, no nos avergonzamos y de Los Sobraos nos mola ese tema y muchos más”, afirman.
En otros casos, rap metal se conjuga con ritmos flamencos y acaban dando lugar a una pieza como “Fandangô de Carmen Porter”, dedicado al “icono pop” que para ellos es la periodista del programa “Cuarto Milenio”.
La joya de la corona del nuevo álbum es, de momento, “La bia en roça”, que igual homenajea a Edith Piaf que a Enrique Morente (El “Tú vienes vendiendo flores” que canta en “Omega”) en un corte que parece estar hecho sin embargo para ser disfrutado en una “rave”, como la sustancia excitante a la que alude su letra.
“Como algunas de nuestras canciones, fue una foto del momento”, dicen antes de estallar en carcajadas traviesas ante un corte en el que demuestran que se puede seguir haciendo canciones de temas considerados tabúes. “En la basura también hay diamantes”, sentencian al respecto.
Sobre los límites de la libertad de expresión, también lo tienen claro: “Decir que vas a matar a alguien es una amenaza. Más allá de eso, se puede hablar de todo, pero nunca desde la confrontación. Lo importante es que la gente esté formada para que tenga espíritu crítico”.
En cuanto a las claves de su buen funcionamiento interno, tampoco les caben dudas. “Nos llevamos muy bien y cada vez tenemos más claro lo que hace cada uno. El día que se pierda la diversión y vayamos cada uno en un avión porque no nos hablamos, se perderá Califato”, apostillan.
Javier Herrero