El Gobierno canario ha lamentado hoy la muerte de Leopoldo María Panero, con la que considera que la comunidad cultural canaria y española pierde “uno de sus exponentes de la poesía transgresora y una de las voces más brillantes de su generación”.
Panero vivía en Las Palmas de Gran Canaria desde hacía unos quince años. Aquí se trasladó por voluntad propia para ingresar en una unidad de psiquiatría, la del Hospital Rey Juan Carlos I, centro responsable, además, de su tutela al quedar el autor sin familiares cercanos, ha recordado el Ejecutivo regional en un comunicado.
Canarias albergó, por tanto, sus últimos años de vida y de creación. El final de un camino nada fácil, marcado por la inestabilidad familiar, la enfermedad psiquiátrica y las adicciones.
Leopoldo María Panero (Madrid, 1948) pertenecía a una familia consagrada a las letras. Era hijo de Leopoldo Panero, sobrino de Juan Panero y hermano de Juan Luis Panero, todos ellos poetas de sugerente voz.
Fue incluido muy joven en la que acabó siendo la legendaria antología de José María Castellet “Nueve novísimos poetas españoles” (Barral, 1970).
Estudió Filosofía y Letras en Madrid y Filología Francesa en Barcelona, fue militante antifranquista lo que le llevó a la cárcel y se adentró en el camino del alcohol y de las drogas, a las que llegó a dedicar una enorme serie de poemas.
En los setenta ingresó por primera vez en un psiquiátrico, algo que será la marca de la segunda mitad de su vida. Continuos ingresos en varios centros de Madrid y País Vasco fueron paralelos a su prolífica carrera literaria, no solo como poeta, sino también como traductor, ensayista y narrador.
Consolidó su firma en los ochenta, cuando la crítica se rindió a su genio poético. Una década que terminaría con el ingreso permanente en un centro de salud mental de Mondragón, donde estuvo casi diez años hasta establecerse finalmente, y por voluntad propia, en una unidad psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canaria.
Su obra es aplaudida por su profundidad lírica inaudita, lacerante y explosiva. Considerado poeta “maldito”, es asimismo el gran transgresor por antonomasia y uno de los grandes poetas de su generación.
La familia Panero será especialmente recordada gracias a la película “El desencanto”, de Jaime Chávarri, un reportaje sobre Leopoldo (padre), donde Leopoldo María acaba siendo uno de los ejes.
La cinta terminó siendo un símbolo de la época y un filme de culto para toda una generación, además de la última película víctima de la censura cinematográfica española.
Casi veinte años después, en 1994, el cineasta Ricardo Franco recogía el testigo y continuó esta labor retratista de los miembros de la familia.