'Carmina Burana' sigue siendo una cantata aunque otro político del PP insista en que es una cantante

Elena Cabrera

29 de agosto de 2022 14:05 h

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En un mensaje que ya no existe, salvo por las capturas de los más rápidos, en la cuenta oficial de Twitter del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida —y en estos tiempos de comunicación política a golpe de redes sociales se le presupone al titular de la cuenta su autoría— invitó a ver “la actuación de Carmina Burana”. El tuit que persiste a día de hoy dice, en cambio, “la representación de Carmina Burana”. Todo lo demás es idéntico. El cambio de una única palabra esconde un error garrafal: no saber bien lo que se tiene entre manos.

Este domingo el Coro Nacional de España, dirigido por el maestro valenciano Miguel Ángel García Cañamero, había sido llamado para interpretar gratuitamente en el parque madrileño Carmina Burana de Carl Orff, una cantata compuesta en 1935 a partir de unos poemas medievales. Los versos están en latín, lo que dificulta la transmisión de la burla, ironía e incluso la bacanal de juegos, alcohol y sexualidad que contienen los textos originales; una elección más que apropiada para la torrida noche en la capital en cuya programación de los Veranos de la Villa se insertó esta actuación. El concierto tuvo lugar delante del Monumento a Alfonso XII de Mariano Benlliure, como homenaje al año dedicado al escultor.

Nada de eso decía el tuit del alcalde Almeida, por supuesto, sino que animaba a sumarse a una actuación en “el único parque del mundo declarado Patrimonio Mundial”, El Retiro. El parque está inscrito en Paisaje de la Luz, la narrativa creada por el Ayuntamiento de Madrid para conseguir la declaración de la Unesco de Patrimonio Mundial, a pesar de la contaminación, y que truncó uno de los planes urbanísticos de Almeida: la construcción de un aparcamiento a un lado del parque. Puede que sea el parque urbano más grande protegido por la Unesco, pero no el único, como afirma el alcalde. El Parque Güell de Barcelona, creado por Antoni Gaudí, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984. El Jardín del Príncipe de Aranjuez (Madrid) fue inscrito como Patrimonio Mundial en 2001. El Palmeral de Elche, uno de los más grandes del mundo y ubicado dentro de la ciudad, es un parque de Patrimonio Mundial desde el año 2000. Por poner tres ejemplos españoles.

Como nota hilarante, aunque para algunos no tanto, los aspersores de riego saltaron mientras el público se concentraba frente al estanque del parque para ver la actuación, que fue un éxito de convocatoria y con ella se cerraba la programación de este año de los Veranos de la Villa.

Carmina Burana no es nombre de mujer

Carmina Burana significa canciones de Bura (Benediktbeuern), un pueblo alemán de Baviera. La equivocación de Almeida, de cuyo borrado se deduce la confusión entre el título de la obra y una supuesta artista denominada Camina Burana, trae el eco de la cometida por el conselleiro de Cultura de la Xunta de Galicia, Jesús Pérez Varela, en el año 2000. Pérez Varela se hizo rodear de medios de comunicación para que le vieran comprar una entrada para uno de los espectáculo de un festival de música que organizaba la propia Xunta. Preguntado por cuál concierto había elegido para ir a ver, el conselleiro contestó: “El de Carmina Burana, que es una de las buenas cantantes de este país, con la Orquesta Sinfónica de Galicia”. Las confusiones y los nombres trastocados de Pérez Varela no terminaron ahí, sino que dejaron grabado para la historia un desbordante testimonio radiofónico sobre los conciertos del Xacobeo 2004 en el Monte do Gozo en el que actuarían “Leni Kragüit” (Lenny Kravitz), “Brian Adams” (Bryan Adams), “Bo Dylan” (Bob Dylan), “Llams Addiction” (Jane's Addiction), “Davi Bobui” (David Bowie), “Masí Atrack” (Massive Attack), Sheminal Brother (The Chemical Brothers) o “Primal Escrin” (Primal Scream).

La falta de conocimiento en la materia de Pérez Varela, quien se disculpó diciendo que no tenía que aprenderse la pronunciación de cada músico sino que su función era meter a “20.000 merluzos en un concierto”, trastocó la cantata en cantante y directamente inventó que, quizá por el parecido entre Carmina y Carmiña, se trataba de una artista gallega. Pudiera haber sucedido que Martínez Almeida confundiera Carmina Burana con el grupo de culto valenciano, cuyos discos fueron publicados por el sello madrileño Triquinoise Records, alentando la escena de un pop sucio, ruidista y experimental a finales de los 80, de la que también formó parte Javier Corcobado a comienzos de su carrera. Pero no parece en absoluto el caso. Como ha dicho la actriz Anabel Alonso al rescatar con una captura el tuit eliminado por el alcalde, esta equivocación tiene más que ver con “la prima de Sara Mago”.

Para entender la alusión de Anabel Alonso hay que tener una memoria, ya casi más de cultura pop que de política, que se remonta a los años 90. Esperanza Aguirre, poco antes de convertirse en ministra de Cultura, construía su imagen pública dejándose perseguir por los reporteros del programa que presentaba El Gran Wyoming, Caiga Quien Caiga, y utilizando la televisión en su beneficio. Se corrió la voz de que Aguirre, a la pregunta de un reportero al respecto del escritor José Saramago, ella había contestado “Sara Mago, no conozco a esa pintora”, o alguna frase similar, pues no sucedió delante de una cámara. La implicada y hasta el propio Premio Nobel de Literatura 1998 aseguraron que aquello jamás había sucedido. Real o inventada, esta historia ha perseguido a la expresidenta de la Comunidad de Madrid durante toda su carrera y se ha establecido en el imaginario español como arma arrojadiza hacia la clase política.