Fiel a su pasión por el Renacimiento, donde el humanismo determinó la medida de las ciencias y las artes, el escritor Christian Gálvez ha profundizado en la faceta humana de algunos de los grandes genios que alumbraron esa época, primero con Leonardo da Vinci y ahora con Miguel Ángel en una nueva novela.
A caballo entre España, donde presenta un concurso televisivo, e Italia, lugar de esparcimiento e inspiración, Gálvez (Móstoles, Madrid, 1980) tropezó en la Capilla Sixtina con la pregunta detonante de esta novela, “Rezar por Miguel Ángel” (Suma de las Letras), que ha presentado esta tarde en Valladolid.
“Al levantar la vista pude ver que Miguel Ángel había pintado un ombligo en el cuerpo de Adán” cuando en realidad fue el primer hombre de la creación según la tradición bíblica, lo cual le suscitó la duda de saber si se trataba de un error o de algo premeditado por parte del pintor “como así fue en realidad”, ha explicado a Efe.
Así arranca el segundo eslabón de una trilogía que Gálvez abrió en 2014 con “Matar a Leonardo da Vinci” y cerrará próximamente con “Salvar a Rafael”, en todos los casos para “meter un pedazo de vida, rellenar los huecos que no nos cuenta la historia” en la vida de esos genios que son como “la Santísima Trinidad del Renacimiento”.
“Soy maestro (estudió Magisterio y Filología Inglesa), amo la cultura por encima de todas las cosas y, además, leer nos hace libres”, ha explicado este autor que cultiva diversas facetas como las de actor, presentador televisivo y escritor.
Cerca de diez años de investigación y documentación ha acumulado Christian Gálvez para forjar este triunvirato renacentista bajo el prisma de la novela histórica, a través de numerosas estancias en Florencia y Roma donde ha visitado galerías de arte, museos, archivos y bibliotecas.
Al contrario de lo que pudiera parecer, ha observado, la novela histórica “no está tan sobredimensionada” como las modalidades inscritas en la no ficción, más fáciles de cuajar en libros que, como en el caso del cuarto centenario de la muerte de Cervantes, “se pueden publicar aprovechando el momento”, porque “las modas van por rachas”, ha puesto como ejemplo.
En el extremo opuesto, Gálvez ha situado la exigencia de las ficciones de calado histórico, que requieren de una labor de documentación previa a la redacción de 650 páginas como es el caso de su último libro: “es mucho más complicado”, ha subrayado.
En el laboratorio literario de Christian Gálvez prima el afán divulgador: “escribo para que la gente aprenda y se divierta, en el oren que se prefiera”, para satisfacer tanto al que quiera entretenerse a través del conocimiento, como al que desee saber con amenidad, ha puntualizado.
“Porque leer nos hace libres y en la novela histórica se puede encontrar arte, historia, política, ideales y religión” entre otras manifestaciones del saber, ha insistido.
Convencido de que la literatura “no debe ser algo elitista” y sí algo “al alcance de todos”, se ha mostrado partidario de las firmas públicas de escritores, de las presentaciones de novedades editoriales, del “contacto directo con el lector” porque “las experiencias en vivo no se pueden descargar”.
Se ha referido en este punto, aunque de soslayo, a la piratería cultural a través de internet, una práctica que “si se realiza es porque se permite”, una espiral “sin principio ni fin y que no se sabe muy bien en qué dirección camina”, ha concluido.