Sara es una adolescente con obesidad que sobrevive a las continuas y crueles burlas de varias chicas de su pueblo. Es verano, la época del año más odiada por lo que implica el calor y que el plan estrella sea ir a la piscina: enseñar nuestros cuerpos. En su caso, opta por el mediodía, las horas más asfixiantes y vacías, para ir a darse un chapuzón. Pero siempre alerta, siempre con cara de angustia y pánico a ser vista. La desgracia ocurre en una jornada especialmente sofocante, en la que el citado grupo de adolescentes la descubre bañándose. Ahí empieza el repulsivo ritual de bullying que, tras pasar por un intento de ahogo, concluye con una de ellas robándole su ropa para que tenga que volver a casa en bikini. Para entonces el terror ya se ha implantado en la localidad, en la que también habrá presente un misterioso asesino en serie testigo del acoso y que, cada vez más obsesionado con Sara, decide ayudarla. A su manera.
Este es el punto de partida de Cerdita, el magnífico debut en la dirección de Carlota Pereda, continuación del título por el que en 2018 ganó el Goya al Mejor cortometraje de ficción. La cineasta coloca en el centro de su relato a una mujer gorda que se pasa gran parte de la película medio desnuda. Un hecho prácticamente insólito dentro del cine español y por desgracia también a nivel global salvo contados ejemplos. Los limitadísimos casos en los que este tipo de cuerpos —alejados del infame canon de belleza— han aparecido en pantalla, han sido relegados a un segundo plano habitualmente acompañado de burlas. Y, por supuesto, jamás tratados como deseables. Más bien al contrario, justificadamente repudiables.
La protagonista del largometraje está encarnada por Laura Galán. La intérprete comparte con este periódico lo que sintió cuando decidió ser actriz: “Me daba miedo por mi físico porque sabía que iba a acceder a menos papeles”. En teatro le ha resultado más sencillo, pero según señala, el audiovisual ha sido “mucho más difícil”. Cerdita es su primer personaje principal, por el que todo apunta que será nominada al Premio Goya a Mejor actriz revelación.
“He leído más noticias comentando que la protagonista fuera gorda que sobre que la calidad de la película”, comenta a elDiario.es la youtuber Andrea Compton, “estamos tan poco acostumbradas a ver a un personaje principal así que es hasta fuerte de ver”. Sobre todo por el tratamiento que se le da, ya que, como analizó en su canal, “existen tres referentes y son humillantes”. También están las denominadas fat funny girl: “Chicas gordas que meten para que hagan de graciosas o consejeras y, en caso de ser protagonistas, pasan siempre por una fase inicial de humillación hacia su cuerpo”. En esta línea se enmarcan ejemplos como Hairspray y Bachelorette.
Este desolador contexto explica la sangrante falta de referentes de cuerpos gordos en la ficción. De hecho, al preguntar a Galán por ello se sorprende desde el otro lado de la línea del teléfono por el tiempo que necesita, sin éxito, encontrar alguno. “Nos hemos habituado a ver ciertos cuerpos y es momento de cambiar”, reivindica. La traductora y activista Blanca Rodríguez (Bandarrita) apunta que “la realidad construye la ficción pero la ficción también construye la realidad”. De ahí a que incida en que “si en todas las representaciones que tienen los gordos son como ridículos, trágicos y patéticos, esa es la concepción que se te queda de ellos”.
La también escritora va más allá y lamenta que aparte de lo común que es que no haya personajes con cuerpos diversos, “si te fijas, ni siquiera hay figurantes gordos, de los que pasan por detrás haciendo bulto. No quedamos bonitos ni entre la gente anodina que sale en el fondo de una calle o un supermercado”.
Estamos tan poco acostumbrados a ver a una protagonista gorda que es hasta fuerte de ver
El margen de maniobra desde la dirección de 'casting'
Esta situación podría estar cambiando según comenta José Burillo, que dirige la agencia de representación de intérpretes, modelos y figurantes que lleva su nombre. “Cada vez más productoras apuestan por la diversidad y los cuerpos curvis, no quieren estereotipos ni barreras sociales. Apuestan por lo natural”, declara a este medio. Eso sí, aclara que su empresa no elige nunca los perfiles. “Todo lo que proponemos es siempre en base a las especificaciones de las productoras”, expone.
El director de casting Luis San Narciso, descubridor de figuras como Javier Cámara, Belén Rueda, Paco León y Paz Vega, coincide en que las directrices para proponer los elencos “vienen determinadas desde guion. Si la protagonista está buenísima y el protagonista también, poco puedes hacer. A veces sí se puede variar un poco hacia alguien no tan estereotipado”. El profesional valora que tras 40 años dedicándose a esta profesión, no ha visto “muchos cambios”. No obstante, indica que el trabajo de intérprete “está abierto a todo el mundo”.
“Nadie está vetado y nunca le he dicho a nadie que adelgace en ningún momento”, declara, “un actor debe forjar por su personalidad y pelear por lo que crea convincente. Le puedo aconsejar que estudie pero que adelgace no. Nunca se me ocurriría decírselo a nadie”.
Las gordas no follan
“Sigo esperando a que se haga una comedia romántica de una gorda que se enamora”, alega Compton, harta de que no existan “protagonistas gordas sin que se comente su peso”. “Es mucha violencia hacia un tipo de cuerpo, que es el de muchísimas personas. Es apartarlas de forma absoluta. A mí no me sorprende que alguien me diga algo humillante de mi cuerpo. Me puede doler más o menos, pero es algo con lo que cuentas”, lamenta sobre su propia experiencia.
Galán ve en “la sexualización de la mujer” el principal motivo por el que no se conceden papeles a actrices gordas. “Muchas veces piensan que no somos deseables”, indica, “no hacemos escenas de sexo porque en series y películas nadie se enamora de la gorda. No estaba ni planteado”. La intérprete comenta que es consciente de que “esto es una industria y cada uno sabe lo que vende”. La actriz menciona en este punto Élite, uno de los mayores fenómenos españoles cosechados por Netflix en la que no ha habido cabida para los cuerpos no normativos en sus cinco temporadas.
Su cocreador Carlos Montero afirmó a principios de año en Fotogramas lo siguiente: “¿Hay gordos sexys? Ya te digo yo que sí que tengo mi público. Pero yo con verme en el espejo ya tengo bastante. ¿Para qué hacerle pasar a los espectadores el mal trago de verme en la ducha?”. Unas declaraciones que fueron tachadas por su evidente gordofobia y ante las que Galán opina que “decir que somos personas no deseables es duro y peligroso cuando lo haces públicamente. Hay que tener una parte de responsabilidad”.
Rodríguez, por su parte, espeta que “habrá alguna película en la que las gordas follen, pero yo al menos no las he visto. Salvo para escenas graciosa como en Amor ciego”. Un título con una premisa que describe como “terrible. Al protagonista le ponen una maldición que consiste en que ve a la gente por fuera como es por dentro. La chica que le gusta [encarnada por Gwyneth Paltrow] está gorda, pero como es buena persona la ve como si fuera delgada”. “Es normal que un tío normal o incluso entrado en carnes como Jack Black o Adam Sandler se líen con 'pivones', pero al revés no pasa”, critica.
En el otro extremo de la representación está Cerdita, sobre la que Galán celebra que se apostara por mostrar “toda la carne. Hay un momento en la película en el que te olvidas de que hay personajes gordos”. Además, avanza que recientemente ha rodado dos escenas de sexo en sus dos últimos trabajos. “Espero que se esté abriendo, vamos a normalizar que haya otras secuencias de sexo en las que se puedan ver a personajes gordos”, plantea.
El estigma de la salud
Uno de los estigmas a los que se enfrentan las personas gordas es la asociación de la gordura con la mala salud. “Está súperestablecido”, subraya Galán, “al ser el cartel de la película mi imagen en bikini se me dice todo el rato que si estoy haciendo apología de la obesidad. ¿Sabe alguien mis hábitos diarios, lo que como o el ejercicio que hago? Están prejuzgando porque me ven y les molesta mi cuerpo. Nadie se da cuenta de que con esas palabras están hiriendo mi salud mental. No te preocupa mi salud, te molesta que sea gorda. Este argumento es muy hipócrita”.
“Es como si decir que por poner a Vin Diesel en una película estás promoviendo la calvicie”, suma con ironía Rodríguez. “Estar gordo no es estar enfermo”, defiende, “pero es que incluso suponiendo que lo fuera, nadie diría 'no pongas a una persona con soriasis porque estarás promoviendo la soriasis'. Y así con cualquier enfermedad que se te ocurra. Hay una serie de argumentos que me vuelan la cabeza”. Compton cita a la también youtuber Mimi XXL por cómo ella sostiene que “una gorda no le debe la salud a nadie. Es un razonamiento que se ha adaptado para humillar a otra persona”.
Galán amplía el debate y comparte que cree que está “menos presionada físicamente que algunas compañeras actrices normativas porque ellas tienen que cumplir siempre con ese canon y no pueden salirse de ahí, porque ya han entrado en eso. Si engordan o adelgazan es un escándalo”. “Yo, sin embargo, sé que soy gorda”, añade, “mi problemas es conseguir trabajo, pero mi presión con mi cuerpo es menos. Estoy fuera de los cánones y a lo mejor eso es más relajado”.
De cara al futuro y el camino por recorrer, expresa que su “ilusión es que llegasen personajes sin hacer alusión al físico. A mí y al resto de compañeras. Que solamente se diga 'abogada' y nada más. Que se nos vea por nuestras cualidades interpretativas y no encasilladas en nuestra apariencia. Sería precioso”. Compton se postula en la misma línea, reivindicando que “se debería poder contratar a gente gorda sin tener problemas” y subraya la importancia de que existan también “personas gordas creadoras”, que amplíen la diversidad de cuerpos desde los guiones.