El séptimo arte ha perdido a una de sus figuras más importantes. Ennio Morricone ha fallecido este lunes a los 91 años de edad dejando tras de sí uno de los repertorios más significativos de la historia del cine. Es el célebre compositor de algunas de las obras más importantes jamás creadas, pero en realidad se podría poner cualquier ejemplo de las más de 500 bandas sonoras que el nacido en Roma tiene en su haber.
Si no fuese compositor, Ennio Morricone sería ajedrecista. “Pero de alto nivel, un aspirante al título mundial”, le aseguraba sin ningún titubeo al también compositor Alessandro De Rosa en su libro dialogado En busca de aquel sonido: Mi música, mi vida. “Pero no fue posible. Como tampoco pude cumplir mi ambición infantil por hacerme médico”, confesaba el que es uno de los más grandes compositores de cine vivos. “Me alegra haberme realizado con la música, pero aún hoy en día me pregunto qué habría ocurrido si hubiese sido ajedrecista o médico”. La realidad es que sin él no tendríamos el silbido de Por un puñado de dólares, la celebérrima melodía de El bueno, el feo y el malo, los primeros compases del piano de Cinema Paradiso o el oboe que da título al tema de La Misión.
Su talento cambiaría para siempre la historia de la música en el cine, pero no acariciaría un Oscar hasta el año 2006, cuando recibió el honorífico. Más tarde, también se lo llevaría definitivamente por la banda sonora de Los odiosos ocho. La admiración de Tarantino por el compositor italiano viene de lejos, y su relación -como la de Leone-, no ha estado exenta de polémicas. Sin embargo, han colaborado en múltiples ocasiones.
El realizador de Knoxville es un admirador declarado del trabajo del compositor, y en la compilación que hacía las veces de banda sonora Kill Bill ya se escuchaban algunas de sus melodías. Volvió a hacer lo mismo en Death Proof y, finalmente, ambos trabajaron juntos en Malditos bastardos. Tras la experiencia, Morricone compondría el tema principal de Django desencadenado y el de Los odiosos ocho, con el que le llegaría un reconocimiento largamente esperado.
En mayo del año pasado, Morricone actuó en el wiZink Center de Madrid. Y en su concierto tuvieron especial protagonismo sus obras realizadas para cintas españolas como ¡Átame! de Pedro Almodóvar, o La luz prodigiosa, de Miguel Hermoso, para la que contó con la voz de la cantante y compositora portuguesa Dulce Pontes.
El mismo compositor reconocía en una entrevista que siempre le sorprendió la reacción del director manchego a su creación: un silencio absoluto durante más de una década. “Durante años no supe que pensaba, pero me lo encontré una vez y me dijo que le había gustado”, contaba a El País. Aún así, la de ¡Átame! es reconocida como una de las creaciones más particulares de su carrera, y sin duda, de las mejores partituras que han acompañado una película de Almodóvar.
Es complicado seleccionar unas pocas bandas sonoras de una carrera tan magna como la de Morriconne, pero seleccionamos siete de los que, a nuestro parecer, son algunos de los largometrajes más ilustres y que a día de hoy no serían lo mismo de no haber contado con las partituras del compositor italiano.