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Muere Pepe Mediavilla, la voz de Morgan Freeman y Gandalf

Pepe Mediavilla en el documental 'Voces en imágenes'

Mónica Zas Marcos

Ha fallecido una de las voces más emblemáticas de nuestro país, el actor de doblaje Pepe Mediavilla. La plataforma El doblaje ha sido la primera en confirmar la triste noticia en sus redes sociales, de la que más tarde se han hecho eco los medios. Ha sido Gandalf en El señor de los anillos, Marsellus en Pulp Fiction, John Coffey en La milla verde, Rasputín en Anastacia y Morgan Freeman durante toda su carrera.

Tras estudiar en el Institut del Teatre de Barcelona, Mediavilla entró en el estudio de doblaje La voz de España a mediados de los sesenta y ahí consiguió su primer papel importante en Doce en el patíbulo (1967). Poco después comenzaría a prestar su voz a Leonard Limoy en la piel del mítico Spock, de Star Trek.

La década de los noventa fue especialmente fructífera para el actor, sobre todo tras su participación en La comunidad del anillo doblando a Ian McKellen. En estos años le escuchamos en algunas de las películas más aclamadas de Freeman, como Cadena Perpetua, Seven o Sin perdón, y más tarde Invictus, El caballero oscuro y Oblivion, la última.

Durante los últimos años, Pepe Mediavilla se había convertido en el reflejo de un sector en decadencia y cada vez más precario. Atrás quedó la época en la que los proyectos se acumulaban en su mesa, ya fuesen publicitarios o para el doblaje de anuncios y videojuegos, y los estudios solo reclamaban su profunda voz para las películas de Freeman e Ian McKellen. Un encargo insuficiente para llegar a fin de mes, como dejó patente en uno de sus escritos:

"Diría muchísimas cosas de lo que pasa en doblaje, pero no quiero mencionar nombres y hechos, con algo que durante cincuenta años fui feliz, que luché sindicalmente en varios convenios con los empresarios y distribuidoras, no importando nunca las amenazas ni las advertencias, aunque nunca esperé de mis compañeros de Barcelona que acabaran pagándomelo así, yo en su lugar me sentiría avergonzado, no sabría donde esconderme, y me sentiría ninguneado tremendamente".

Así, Mediavilla creó un canal de YouTube en el que intercalaba el doblaje con su otra gran pasión: la poesía. Pero el año pasado, denunció a través de un post de Facebook que el sistema de monetización de la plataforma de streaming boicoteaba cualquier opción de ganarse la vida con sus vídeos, a pesar de que algunos contaban las visitas en millones. “Es como si en un teatro de cada función fuesen solamente una o dos personas y así durante años”, escribió.

En este post también anunciaba que sufría una enfermedad agravada en los últimos meses y que le impedía trasladarse para dar charlas o recitar en salas. “Nunca he pedido trabajo, nunca, no creáis ahora que este escrito quiere decir que ahora lo pido, es que ya me ha pasado el tiempo y mi orgullo no aceptaría hacer algo, porque desde una silla no se puede doblar, si recitar pero no doblar”, hacía saber a su comunidad de fans.

Mediavilla fue el maestro de un arte que permitió a millones de españoles consumir buen cine extranjero sin despreciar las interpretaciones de sus actores. Un arte que dejó en herencia a sus hijos, como Nuria Mediavilla, otra de las voces más bellas de nuestro país y que hemos escuchado en boca de Angelina Jolie, Nicole Kidman, Jodie Foster o Uma Thurman. Un arte denostado que no tiene por qué desmerecer al que se muestra delante de una cámara.

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