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Las academias de cine aclaran su intervención tras las acusaciones de acoso sexual a Eduard Cortés: “Nosotras no investigamos”

El director de cine Eduard Cortés, en el Festival de Cine de San Sebastián

Laura García Higueras

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Eduard Cortés, director de series como Merlí y Ni una más, ha sido acusado por 27 mujeres de “acoso sexual” en una investigación publicada por El País. La mayoría de ellas tenían entre veinte y treinta años, y dos eran menores de edad cuando supuestamente sucedieron los hechos. Entre las presuntas víctimas están la fotógrafa Silvia Grav, la artista visual Eva Fàbregas y las actrices Sofía Barco, Norah Alexandra Vega y Nicole León, que han indicado que el realizador se benefició de su posición en el sector para ofrecerles trabajo con la condición de que “se grabaran desnudas, masturbándose o realizando otro tipo de práctica sexuales”, entre mediados de 2007 y octubre de este año.

El cineasta contactaba con ellas a través de Fotolog, Facebook, MySpace, Messenger e Instagram. Las acusaciones comenzaron el pasado 26 de octubre, después de que Silvia Grav compartiera en Instagram unos mensajes que había intercambiado con él, en los que le acusaba de grooming (acoso y abuso sexual en línea) cuando ella tenía 19 años. Su publicación generó que otras decenas de mujeres se sumaran a su testimonio desde sus propias cuentas. Fueron más de 50 las que contactaron con la fotógrafa. 38 las que crearon un grupo de WhatsApp llamado Ni una más.

El realizador ha hablado con El País y ha asegurado: “Las conversaciones en redes sociales se produjeron dentro de lo hipotético, buscando conexiones entre el modo de actuar del personaje y nuestra experiencia personal. Nunca eran propuestas explícitas”.

Ninguna de las mujeres denunció entonces los hechos supuestamente cometidos por Cortés ante la policía, aunque, según indica el medio, “al menos” 15 de las que ha entrevistado “han dado los primeros pasos para denunciar lo sucedido: han recibido asesoría jurídica de un despacho de abogadas y han recabado evidencias en el último mes”.

La Academia de Cine Catalán reaccionó el pasado mes de octubre a la publicación de Silvia Grav. Esta institución explica a este periódico que llegó a abrir “un procedimiento sancionador” hacia Eduard Cortés y había “constituido una comisión experta formada por una jurista y una psicóloga especializadas en violencias sexuales”, siguiendo lo recogido en su reglamento interno. Sin embargo, después de que el cineasta solicitara su baja “por motivos personales” el 25 de noviembre, y que esta fuera admitida; le comunicaron que “este expediente ha quedado en suspensión y que se reabrirá en caso de que vuelva a solicitar el alta”.

La labor de la Unidad de la Academia y el Ministerio de Cultura

Varias de las mujeres acudieron a la recién creada Unidad de prevención y atención contra las violencias en el sector audiovisual, impulsada por la Academia de Cine y el Ministerio de Cultura. “Algunas querían organizar una demanda colectiva, que tiene unas características diferentes a las de una demanda individual. Se les propuso dar orientación sobre lo que implicaba”, indican a este periódico desde la Academia, que puso en conocimiento de lo sucedido a la Fundación Aspacia, encargada de gestionar este servicio.

“Les llamaron de vuelta para derivarles a una abogada experta, pero nunca recibieron respuesta”, comentan. En cualquier caso, aclaran que su aportación habría sido “asesorarles sobre lo que implica una demanda colectiva. Si lo que las víctimas esperaban es que se les asignara una abogada para llevar de forma gratuita una demanda colectiva, esto no está en la definición de la Unidad”.

Desde la Academia insisten en que lo que ofrecen es “un servicio de orientación”. El coste económico que asumen es el de las “psicólogas y abogadas que llevan a cabo la primera atención”. Reconocen que el acompañamiento legal en una demanda “es carísimo, son procesos muy largos”, pero que su labor no es ni nunca ha sido esa. Y, por el momento, no está contemplado ampliarla. “Es dar respuesta, que tengas un lugar al que puedas llamar. Que haya un grupo de personas expertas que te escuchan, de asesoramiento psicológico, para que no haya culpas añadidas. Que te puedan decir si algo es o no denunciable, de qué manera y qué implica”, describen.

Más allá de lo sucedido con Eduard Cortés, desde la Academia defienden que, desde que se puso en marcha, han recibido “el feedback de muchas mujeres que han llamado y para las que sí ha sido útil. Ser escuchada y asesorada ya es una reparación”. De ahí a que sostengan que “el objetivo con el que nació se está cumpliendo”. “Igual hay que explicarlo mejor”, reconocen sobre las dudas que se han podido generar en torno a su margen de actuación. Tampoco está entre sus bases abrir expedientes sancionadores: “Nuestra institución no investiga, tampoco si hubiera sido académico, como no es el caso de Eduard Cortés. Ofrecemos atención”.

Aunque por el momento la Unidad está dirigida a las víctimas, avanzan que están trabajando en un protocolo marco “que sirva de referencia” para todas las productoras y demás compañías del sector audiovisual que quieran incorporarlo a sus estructuras. “Será una guía de recomendación para saber qué hacer si dentro de tu empresa se denuncia un caso de acoso”, describen. Según señalan, el plan es lanzarlo a principios de enero de 2025.

El asesoramiento desde CIMA

Otra de las mujeres con las que ha contactado El País, que prefiere mantener su anonimato porque tenía 16 años, estuvo en contacto con el director entre 2014 y 2018. “Su manera de intentar manipularme fue decirme que las fotos que yo subía a Fotolog eran muy buenas, después pasaba a hacerme comentarios sexuales”, declara. Ella acudió a la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) para informar de su caso, y describe la respuesta que recibió como “decepcionante”: un correo electrónico en el que le informaban de las vías para solicitar ayuda y denunciar.

Desde la Asociación explican a elDiario.es que “CIMA envía un mensaje dirigiendo a las víctimas para que sepan dónde pueden encontrar ayuda, ya que CIMA no tiene un equipo técnico ni psicológico para ello”. Después, “la asociación se ocupa de seguir discretamente el caso y presionar a las instituciones o academias para comprobar que se está atendiendo a esa mujer”. “CIMA no se desentiende, pero el trabajo que hace es discretísimo pensando siempre en proteger a las víctimas”, afirman.

Tanto desde CIMA como desde la Unidad de la Academia de Cine y el Ministerio de Cultura, y la Academia de Cine Catalana insisten en recordar a las víctimas que pueden contar con su apoyo y asesoramiento. Un servicio en todo caso confidencial, lo que implica que no puedan dar cifras exactas de las llamadas que han recibido, y dentro de qué sectores en concreto del audiovisual se enmarcan.

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