Alberto San Juan y Cristóbal Balenciaga son polos opuestos. El modisto era un misterio que nunca se sabía lo que pensaba; mientras que el actor es un libro abierto, alguien que no tiene miedo a responder cuando le preguntan. Balenciaga se manifestaba apolítico, y pocos actores tan concienciados y comprometidos con lo que pasa en las calles como San Juan. Sin embargo, cuando uno ve la serie que ha estrenado Disney+ sobre el diseñador, uno piensa que Alberto San Juan nació para ser Balenciaga. Se transforma en alguien del que apenas hay unas pocas fotografías y nos crea una imagen para el recuerdo.
Lo hace, además, mientras en el teatro revisa los mitos fundacionales de la historia de España en Macho Grita, obra que se encuentra en el Teatro Pavón y que continuará, al menos, hasta finales de febrero. Una historia masculina, basada en la opresión y cuyos ecos todavía resuenan. Un teatro donde se siente como en casa, acompañado de unos músicos con los que suelta sopapos para que el espectador despierte y empiece a cuestionarse lo que leyeron en los libros de historia, esos libros donde nunca apareció Balenciaga, mito de la creación que España nunca ha reivindicado lo suficiente.
Le he escuchado decir que ha sido difícil meterse en la piel de Balenciaga.
Cualquier personaje que a uno le toque interpretar lo es. Mis dificultades eran más de tipo formal, de saberes que yo no tenía, como hablar francés o euskera, y no tenía absolutamente ni idea del mundo de la moda. Y había una dificultad más seria, que era el paso del tiempo, porque son 30 años en la vida de una persona y yo estoy en medio de la edad de ese arco. Además, Balenciaga era un señor nacido a finales del siglo XIX, católico practicante, de misa diaria y homosexual. Él es un genio. Yo, con suerte, soy un actor del montón, pero ambos nos dedicamos a procesos creativos. Era un tipo con una continua frustración porque el control absoluto no es posible en nada en la vida y con una inseguridad enorme, con una actitud de querer mostrarse ante los demás. Era austero, no sé si humilde, pero sí que se daba cero autobombo aunque luego tuviera mucha vanidad, y todo eso son cosas que me suenan.
Eso de la inseguridad es algo que suelen mencionar los actores.
Deben ser excepcionales los que no la padecen. Para los actores el mayor enemigo es la tensión que te puede generar el miedo a no hacerlo bien, y un actor no es más que un medio, una herramienta a través de la cual contar una historia, pero a veces nos tenemos demasiado presentes, a veces el ego juega malas pasadas.
Balenciaga se definía como apolítico. Recalcaba que él no estaba exiliado en Francia, sino que se fue de España porque quiso, ¿puede alguien ser realmente apolítico?
Yo entiendo la política como la organización, la forma en cómo organizamos la convivencia. La política no son los partidos políticos, no son las instituciones. La política es cómo los seres humanos acuerdan convivir. Y ese acuerdo puede ser más democrático o más autoritario, puede ser una dictadura, puede ser de muchas maneras. Tú, al vivir en sociedad, eres un sujeto político, lo quieras o no. Cómo te relacionas con los demás en el ámbito sentimental, laboral, de la amistad, si te relacionas de igual a igual o te relacionas por encima o por debajo… Todo eso son actos políticos. Da igual que no votes, da igual que no leas prensa, que no sepas lo que pasa en el mundo. Te relacionas con los demás y eso es política.
Cristóbal Balenciaga vivió tiempos extremadamente convulsos. Durante su vida sucedió la Primera Guerra Mundial. Sucedió la Guerra Civil española. Sucedió la dictadura de Franco. Sucedió la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi de Francia, donde él vivía en París. Él reivindica que nunca le preguntó a un amigo, a una clienta, a un trabajador, cuál era su opinión política. Él no se metía en eso, esperaba que cada uno pensara lo que quisiese y reivindicaba su derecho a no pronunciarse políticamente. Es una persona que no va a entrar en conflicto con el poder dominante, sea el que sea, pero hay un dato que a mí me parece relevante, y es que él nunca se pronunció en contra del franquismo y tampoco se pronunció a favor. Que una figura pública en la España de Franco se mantuviera al margen y no mostrara su adhesión al régimen públicamente me parece que tiene también un valor político.
Yo lo respeto absolutamente. Tengo compañeros actores que se niegan a dar su opinión política en entrevistas, a firmar manifiestos. Se comprometen a través de su trabajo, en la elección de sus proyectos o con su forma de vida y me parece absolutamente respetable. Así como también creo que se ha de respetar a aquel que se quiera pronunciar, sea cual sea su opinión. A partir de estos ataques que está sufriendo Itziar Ituño por haber participado en una manifestación me han preguntado y yo digo que, al margen de si estoy de acuerdo o no con la manifestación, Itziar tiene todo el derecho del mundo a manifestarse. Pero es que si un compañero mío dijera en una entrevista que vota a Vox y le pusieran a parir por ello, le defendería igualmente. Y si le cancelaran un contrato para la campaña de publicidad por eso, le defendería igualmente y firmaría un manifiesto.
Ese no mojarse, ese ser apolítico, ¿no cree que viene por el miedo a las consecuencias? A los actores que lo han hecho les han colocado en un sitio muy concreto.
Por supuesto. Franco lo dejó bien claro cuando dijo ‘haga usted como yo y no se meta en política’. Era un sarcasmo, porque él había secuestrado la política. Era una forma de advertir a los demás que si te metes en política y no coincides con él podías pagar por ello. De ahí toda esa cultura y esa represión brutal del ‘cuidado’, ‘no te signifiques’, ‘no te señales’. Yo esto lo he vivido en mi familia. Debe haber raíces profundas que conectan con la Inquisición española. Que no se te vea lo morisco o lo judío, porque puedes acabar en la hoguera. Pues lo mismo, que no se te vea lo republicano, que no se te vea la sexualidad diversa… que alguien no se pronuncie porque le dan miedo las consecuencia es muy triste, muy doloroso y muy grave. Pero hay gente que directamente es que no le da la gana, no quieren que se hable de ellos y habla de su trabajo y no de sus opiniones políticas, y me parece perfecto. De hecho, para un actor es lo ideal. Lo que pasa es que para mí lo más importante en la vida no es ser actor, y por eso creo que no soy tan buen actor como lo son otros compañeros que sí se entregan de una manera más radical a la tarea.
Ha mencionado ya algún acontecimiento de la historia de España, y precisamente eso entronca mucho con su obra, Macho Grita, ¿por qué cuesta tanto mirar a la historia de España desde un punto de vista crítico, por qué que los mitos fundacionales son intocables?
En realidad no es que esté en un proceso de revisar la historia de España, estoy en un proceso de intentar reducir mi ignorancia sobre la historia de España y mi ignorancia tiene que ver con que siempre he sido un estudiante muy vago y un lector muy vago, pero también tiene que ver con el modelo educativo que transmite mitos y falsedades. En el libro de mi hijo todavía habla de la Reconquista dando validez a un término que es propagandístico y que se inventó en el XIX y que no responden a una realidad. No es que un país cristiano fuera invadido por ejércitos musulmanes que tardaron ocho siglos en echar. Es que había una mayoría cristiana que a lo largo de los siglos se convirtió masivamente al Islam y no de forma obligada.
España es el proyecto nacional católico de la Corona de Castilla y es lo que establece esa idea de una España uniforme, donde para ser español, para poder llamarse español, hay que creer de una manera, hablar de una manera, vestir, cocinar, lavarse, cantar, tocar instrumentos de una sola manera. Esto no es exageración, son leyes que van haciendo. Primero Isabel la Católica y luego Felipe II. Para mí se trata de ir deshaciendo mitos porque yo, en contra de la impresión que pueda dar, soy una persona muy ignorante, muy poco leída. El 15 M para mí supone un despertar, veo que las cosas no son tan parecidas a como creía que eran. Así como creía que la Reconquista era verdad, también creía que Juan Carlos I había traído la democracia a España. Yo soy producto de mi tiempo y un producto totalmente estándar. Un ciudadano común que cree lo que oye en el colegio.
La Transición es otra de esas cosas que no se puede tocar.
Afortunadamente el 15M puso en cuestión el relato mítico de la Transición y de los años dorados de la democracia posfranquista de mediados de los 80. Eso revienta cuando llega aquí la crisis mundial del capitalismo de 2008 y cuando empieza Zapatero con los recortes y cuando luego Rajoy los extrema. Tenemos que enfrentar los mitos, pero es difícil cuando pensar una cosa u otra supone un enfrentamiento. Creo que el reto en este país es aprender a reflexionar juntos. En mi caso lo practico bastante porque tengo un hermano con el cual tengo una relación afectiva maravillosa y de admiración mutua, pero pensamos muy diferente en términos de partidos políticos y ejercemos una escucha mutua y un diálogo fluido y sin problema.
Cuando uno critica su país se le acusa de no ser patriota, quizás es lo contrario, se preocupa por mejorar lo malo.
Esto lo he dicho últimamente en varias entrevistas, desde el 15 M, todas las obras que he escrito e interpretado tienen que ver con la historia de España, y todas esas obras y todas estas lecturas quieren compartir preguntas, porque yo no tengo nada que enseñarle a nadie. Desde mi sentimiento y desde mi punto de vista, estas obras son actos de amor a España. Últimamente lo he dicho en varias entrevistas, una lo puso como titular, yo amo profundamente a España. Para mí España son una serie de paisajes, una serie de guisos, de canciones, de acentos, de gentes, de experiencia vital. Es el lugar donde me he criado, como no voy a amarlo. Para mí eso no tiene que ver con banderas, con himnos ni con ejércitos. Soy antimilitarista, soy pacifista radical. Mejor, querría serlo. Cuando digo soy algo realmente no soy nada porque intento serlo. No puedo decir soy feminista, puedo decir, estoy intentando ser cada vez menos machista, porque por mi crianza yo soy machista, racista, capitalista y clasista.
El 15 M pedía más democracia y el peligro que veo yo ahora es confundir la democracia en sí con la realidad que estamos viviendo, que es muy poco democrática
Ese 'macho' es una forma de estar en el mundo. A los hombres blancos, heterosexuales se nos enseña a ser de una forma.
Yo he sufrido mucho, desde pequeño, por no ser fuerte, por no ser hábil físicamente en los deportes, por no ser popular en la clase. Más que de ‘el macho’, la obra habla de ‘lo macho’, porque es una actitud vital que evidentemente está encarnada históricamente y en la actualidad, sobre todo por hombres, pero que la pueden encarnar perfectamente en mujeres. Hay ejemplos clarísimos en la historia. La propia Isabel la Católica con su actitud guerrera, dogmática, construyendo un sistema de poder jerárquico donde solo se concibe la realidad y las relaciones humanas como un sistema de poder de unos sobre otros, nunca de unos con los otros. Eso dio lugar al colonialismo, al imperialismo moderno, primero en nombre de la religión, luego en nombre de la ciencia y finalmente al capitalismo.
‘Lo macho’ supone un saqueo de lo vivo que nos ha llevado a una situación inédita en la historia humana, que es la posibilidad de nuestra propia extinción. Con lo cual ‘lo macho’ es todo un problema. Creo que ‘lo macho’ está en su agonía final. Este sistema de depredación de lo vivo, de buscar la rentabilidad económica por encima del hecho de la vida misma ya no da para más. Se ha acabado. Puede durar 50 años más, pero ya está. Estamos en la cuenta atrás. O desmontamos el sistema 'macho', entendido como el sistema de poder jerárquico y dogmático donde la voluntad de dominio es es el principio, o adiós.
Ha mencionado varias veces el 15M como algo fundamental en la historia reciente española. ¿Qué queda de aquella llama, se ha intentado apagar?
En esto tengo una lectura muy positiva. El 15M supone un cambio cultural que deja una huella enorme y que tiene un poso enorme y que tiene mucho que ver con la potencia de esta cuarta ola del feminismo, si es que es correcto llamarla así. Es la idea de que esta democracia no era tan próspera ni tan democrática. El 15M pedía más democracia, y el peligro que veo yo ahora es confundir la democracia en sí con la realidad que estamos viviendo, que es muy poco democrática. Yo entiendo que haya mucha gente que diga, ‘si la democracia es esto y ni te garantiza tener una vivienda, ni tener una alimentación suficiente, ni encender la calefacción en invierno, pues no interesa la democracia’. Y a lo mejor si viene un Milei que me diga ‘conmigo vas a tener casa y calefacción’, pues le voto.
Vienen unos corrientes autoritarias, muy macho, muy fuerte, muy suicidas. Entonces, yo creo que hay que criticar la falta de democracia para reclamar más democracia. El 15M quizá no tuvo el tiempo para madurar y ver hasta dónde llegaba y qué institucionalidad propia creaba, otra manera de hacer política nueva y radicalmente democrática. Enseguida surgió una opción, Podemos, que se presentó en el Teatro del Barrio y se presentó como una acción radicalmente democrática, pero por las circunstancias que fueran, se convirtió en un partido político que luchaba por el poder, aunque su objetivo fuera de emancipación. Por un lado, el ataque incesante desde todas las instancias del poder oficial y no oficial contra Podemos ha sido brutal y sigue siéndolo con el objetivo destruir cualquier movimiento de emancipación. Y por otro lado, sus propias dinámicas terribles caníbales, y machas.
Es difícil salir de ‘lo macho’.
Los medios tienen que ser coherentes con los fines. Si buscas una sociedad democrática tienes que hacerlo siempre por vías democráticas y fraternas y no esa sucesión de cadáveres y de amistades rotas de gente tan valiosa, tan herida.
Otro de los puntos de la historia intocables sigue siendo la Guerra Civil, también desde la ficción.
Mira lo que le pasó a Rodrigo Sorogoyen, con una serie ya aprobada y con los guiones escritos, y se la cancelaron simplemente porque trata de la Guerra Civil. Hace falta pedagogía sobre la historia democrática de este país, y en la historia democrática de este país hay dos momentos clave como son la primera y la segunda República. ¿Qué sabemos de la Primera República? ¿Qué película, qué serie existe sobre la Primera República o sobre la segunda? Hasta el propio Alfonso Guerra dijo que la gente de izquierdas tiene que dejar de idealizar la Segunda República. Si no se trata de idealizar, simplemente conocer qué pasó, qué se hizo. La Constitución del 31 era avanzadísima en el sentido democrático en su momento, y a día de hoy sigue superando en algunas cuestiones clave a la del 78. Por ejemplo declaraba España Estado neutral, decía que no participaría en guerras. Separaba de verdad la iglesia del Estado, y además el detallito de que la del 78 incluye un rey y un trono.
La semana pasada ha ocurrido el intento de boicot a la obra Altsasu y yo me acordé de Animalario. Tuvo momentos muy duros con La boda de Alejandro y Ana, por ejemplo. No sé si en esos momentos se acordó de aquello que sufrieron con la compañía, si pensó lo poco que se ha avanzado.
Bueno, es que hemos retrocedido. Ahora hay un autoritarismo, o un intento de autoritarismo, mucho más descarado y se han prohibido obras por nimiedades, como que apareciesen actores en calzoncillos. Esto de Altsasu yo no conozco la obra, ni la he visto ni he leído el texto. Ortega Smith dijo que él no había visto la obra porque le daba mucho asco. Le daba asco sin haberla visto. Y no creo que la haya leído. Es un asco preventivo. Tienen derecho a manifestarse en la puerta de un teatro contra una obra que se hace dentro, pero me da un poco de pena. Pero nada más que decir, solo la preocupación por el hecho y decir que si un compañero mío o compañera fuera criticado por expresar su apoyo a Vox o por declararse falangista, yo le apoyaría igual que a cualquier otro.
Vídeo de la entrevista completa
Vídeo: Nando Ochando, Javier Cáceres y Rocío Bermejo