Pocas películas cuentan con su propio culto. En EEUU ese privilegio está reservado a ejemplos como Star Wars, con sus fervientes creyentes de La Fuerza. O a los amantes de El gran Lebowski, seguidores del 'dudaísmo', una 'religión' con convención anual y cientos de miles de fans.
En España tenemos una cinta que cuenta con su propia legión de seguidores: Amanece, que no es poco. Un título que cuenta con sus propios peregrinos: los Amanecistas. Se trata de una asociación de entregados fans de la película más célebre del ahora fallecido José Luis Cuerda. Se ven en Albacete periódicamente y hasta tienen sus propios estatutos, doctrina que seguir y a la que profesar respeto.
El año pasado se cumplían 30 años del estreno del filme, considerada obra cumbre de la comedia surrealista española. Al mismo tiempo que llegaba a nuestros cines una suerte de secuela llamada Tiempo después ambientada en el 9177, “mil años arriba, mil años abajo, que tampoco hay que pillarse los dedos con estas minucias”, tal y como afirmaba la voz de Andreu Buenafuente en la promoción de la película.
Tiempo después ha resultado ser su última película, una comedia genial injustamente olvidada en los Premios Goya del año pasado, que se quedó sin una sola nominación a pesar de haber optado a diecisiete categorías. Para recordar al maestro de la comedia absurda, volvemos la vista atrás y rastreamos las claves que han convertido Amanece, que no es poco en una obra de culto.
Total: la génesis
Total
Antes de convertirse en una de las más memorables películas de la historia del cine español, Amanece, que no es poco iba a ser una serie de televisión. En 1983, José Luis Cuerda estrenó en TVE un mediometraje de 50 minutos en el que sentaba las bases del universo creativo de Amanece. Se llamó Total, y estaba ambientada en el año 2598, tres días después del fin del mundo. En este panorama, veíamos la vida en un pequeño pueblo en el que las vacas querían ir a la escuela, las paredes se derrumbaban, y la fallecida Doña Paquita se aparecía en los lugares más insospechados.
“A partir de Total me dijeron que por qué no hacía una serie de televisión con esos mimbres”, contaba el propio José Luis Cuerda a eldiario.es en 2014. “Yo ya tenía una idea en la cabeza: una reivindicación del Mediterráneo. Una serie que tan pronto transcurriese en una calle de Génova como en una de Roma o de Nápoles… era carísima y además la titulé Ab urbe condita, en romano clásico”, recordaba.
Aquel proyecto empezaba diciendo “Amanece, que no es poco. Canta un gallo en la niebla y suena un saxo…”. Ab urbe condita nunca salió adelante, pero para entonces Cuerda tenía material escrito para rodar cinco posibles pilotos. Así que decidió adaptar lo que tenía en mente, darle continuidad y forma de largometraje. Había nacido Amanece, que no es poco.
Una película que es un género en sí mismo
Amanece narra la historia de Teodoro, Antonio Resines, un hombre que tiene pensado aprovechar un año sabático tras trabajar duro como profesor en la Universidad de Oklahoma. Pero que a su regreso se entera de que su padre -- un eterno Luis Ciges -- le ha comprado un sidecar para compensarle por la muerte de su madre, y quiere hacer con él un viaje.
Ambos irán a parar a un extraño pueblo en el que hay gente que crece del suelo cual hortaliza. Donde, las elecciones se celebran cada año para designar alcalde, cura, maestro y la prostituta, el marimacho en período de prueba y seis adúlteras. Mala suerte la de Teodoro llegar allí justo cuando lo habitan también unos estudiantes de una universidad norteamericana --capitaneados por un genial Gabino Diego--, unos meteorólogos belgas y un grupo de disidentes de los Coros del Ejército Ruso.
Amanece, que no es poco se estrenó en 1989, un año surrealista en el que los Goya premiaron El sueño del mono loco, de Fernando Trueba y Jeff Goldblum. Un año en el que la que está considerada una obra maestra del surrealismo y la comedia absurda, pasó sin pena ni gloria. Solo las películas de culto pasan desapercibidas a sus coetáneos.
De hecho, Amanece no ganó ninguna de las tres nominaciones a las que optaba, ni tan siquiera Mejor guion original. Hoy, aquel libreto está considerado una obra maestra dedicada al humor por el humor y al ingenio ilimitado de la que bebe gran parte del humor absurdo contemporáneo. En la web de la Asociación de los Amanecistas se puede leer completo, gracias a la Filmoteca de Albacete.
“Lo mío, esa es mi firme creencia, no es surrealismo, como se ha dicho, sino pegarle un revolcón a la lógica, fajarse con ella cuerpo a cuerpo y retorcerle el pescuezo hasta que vomite sus últimos argumentos”, escribía en el guion que publicó la editorial Pepitas de calabaza. “Amanece, que no es poco es fruto de un ejercicio de ensimismamiento para buscar las cosas que con más sinceridad y sentimiento llevo dentro. Cosas, intuiciones muchas, que necesito soltar. [...] Busco, entonces, personajes y acciones que «quintaesencien» lo que pienso y siento”.
Amanecismo hoy y siempre
Aquellas intuiciones, ciertamente, dieron rienda suelta al enorme talento de José Luis Cuerda sin encasillarle. En ese absurdo seguirían también Así en el cielo como en la tierra y Tiempo Después. Aunque su talento y su compromiso político se pueden rastrear en Los girasoles ciegos, El bosque animado, La educación de las hadas y, especialmente, La lengua de las mariposas, una de las películas más bellas del cine español contemporáneo. Un filme que aún sigue ofreciendo dolorosos ecos de actualidad, pues a la luz del veto parental de Vox, no fueron pocos lo que recordaron la escena en la que Fernando Fernán Gómez hablaba de educar en libertad.
No obstante, fue Amanece, que no es poco la obra que le ha encumbrado y por la que se le recordará: no hay antecedentes de algo que se parezca a esta película, pero tampoco tradición que llegue a su nivel de ingenio. ¿Esto explica el culto que ha generado? “Mal asunto si uno, en el territorio de la creación, tiene que ponerse a explicar lo que ha hecho, por qué lo ha hecho o por qué ha dejado de hacerlo”, escribía en el prólogo del guion de Amanece, que no es poco.
“El que se enfrente a un cuadro, a una música, a una película, a un poema o a una novela, pongo por caso, ya se las compondrá con su entender y sentir para disfrutar o detestar aquel objeto de su consideración. Y, por su parte, el autor debería conformarse con el artefacto en sí para comunicar sus adentros encapsulados en el mismo. De otra manera, no hace sino reducir sus posibilidades de interpretación, denunciar sus propias limitaciones”.
Lejos de interpretar la obra, desde su consitución en 2013, los Amanecistas celebran la existencia de una película como la de José Luis Cuerda en nuestro cine. Para ellos, la cinta ha pasado a formar parte de su filosofía vital, su lenguaje y su acerbo cultural. “La hemos incorporado no solo a nuestro sentido del humor, sino también a nuestra forma de entender la vida. Somos gente que siempre está dispuesta a cantar un fandango o a hablar de Dostoievski, aparatosos pero con muy buen fondo”, explican en sus bases.
Treinta años después, la asociación y el culto del amanecismo ha servido no solo para divulgar la obra de Cuerda sino para luchar contra la llamada España vaciada. La Junta de Castilla-La Mancha inauguró en 2010 una ruta temática de Amanece, que no es poco en los tres pueblos donde se rodó la película el verano de 1988: Ayna, Liétor y Molinicos. Y por iniciativa de los Amanecistas, en 2014 se rodó un documental sobre las actividades desarrolladas durante las quedadas de Amanecistas, con la colaboración del Grupo de Acción Local de la Sierra del Segura, que ha otorgado una subvención de la Unión Europea para el desarrollo de actividades alternativas en entornos rurales.