La naturalidad de Anna Castillo es apabullante. Da igual la película que haga, que todo en ella suena a verdad, a frase que podrías escuchar en una amiga del barrio. Precisamente al barrio, al que vivió, es al que regresa con Girasoles silvestres, la nueva película de Jaime Rosales que ya se puede ver en salas de cine y en la que el director indaga en la masculinidad tóxica a través del personaje de Julia, que interpreta Anna Castillo, una joven madre que se enfrenta a tres tipos de hombre. Cada uno de ellos muestra un prototipo patriarcal: del maltratador al padre ausente, pasando por el falso aliado.
Un papel exigente, que tiene a Castillo en casi todos los planos del filme, y que la coloca en un cine de autor donde no se había prodigado tanto. Sale vencedora del reto antes de saltar al siguiente: el estreno de la adaptación de la novela de Cristina Morales Lectura fácil, que ha realizado Anna R. Costa y que Movistar+ estrenará en breve. Un papel que, por primera vez, le ha hecho pasar miedo ante la dificultad del mismo. Aunque ya haya pasado una década desde que debutara, su frescura, que también se mantiene en las entrevistas, sigue intacta.
¿Cómo llega a esta película? Jaime Rosales no es un autor que ruede mucho. ¿Le interesaba su cine?
Sí, a mí el cine de autor me interesa porque al final hay algo ahí. Jaime tiene una manera muy romántica de hacerlo, de dedicarle todo el tiempo del mundo. En cada película pone el ojo en un sitio diferente, y hay algo de eso que me parece interesante. Me apetecía currar con él, la verdad. Petra me gusta mucho, La soledad también… Jaime tiene su proceso de casting concreto. Me hizo una entrevista rarísima de la que que yo salí diciendo “es imposible que este señor quiera trabajar conmigo porque somos básicamente lo contrario”, pero algo de mí le gustó. Después, empecé a hacer pruebas con él de texto y luego me llegó el guión, y luego el guión cambió… Ha sido un proceso largo, largo, largo.
¿Cómo ha sido el rodaje? Porque no sé si aquí lo ha hecho, pero él juega mucho con la improvisación.
Hubo un proceso de ensayos de una semana con cada uno de los chicos, intensivo. Allí cogimos el texto, lo leíamos, luego lo dejábamos, improvisábamos... y en esas improvisaciones era donde se iba creando la atmósfera, el personaje y la relación con el otro personaje. Luego llegábamos al set y lo primero que hacíamos era un 'teatrito' para entender más o menos cómo veíamos la escena. Había mucho margen de improvisación, pero sobre todo en lo previo. Luego ya sabíamos más o menos por dónde íbamos a ir.
El barrio que se ve en la película creo que es el suyo.
Yo nací en Nou Barris, un barrio de Barcelona, que tiene dentro otros barrios y nosotros rodamos dentro de un de ellos. De hecho, hay un momento que paso con el coche delante de mi cole de toda la vida. Había algo ahí que me hacía mucha ilusión.
¿Estaba en el guion o se cambió cuando entró en el proyecto?
Estaba ya. Mis padres vivían allí y hay una escena de una cita que tengo con el personaje de Oriol Pla, al principio, sentados en un banco, y mi madre vino a verme porque estábamos al lado de su casa.
Normalmente cuando me leo un guión, si me da vértigo es porque quiero hacerlo
¿Ha conocido a muchas mujeres como las que interpreta en ese barrio?
Allí conocí a muchas mujeres como Julia, pero también las hemos conocido todos, porque al final Julia es una chica que navega entre masculinidades tóxicas. El sistema ha normalizado y automatizado desde un padre ausente a un novio maltratador. Hay otra cosa que me resulta muy interesante y es que conozco a muchas madres que pasan por eso, porque tiene que ver con ser madre joven, con pocos recursos económicos y emocionales, y la carga mental que supone la maternidad en general. Hasta hace poco, aunque lo siga siendo ahora pero cada vez menos, la maternidad siempre ha sido de las grandes afectadas por el machismo. Julia es la consecuencia de esto.
Ha dicho eso sobre la normalización de lo tóxico y precisamente, la primera cita que tienen su personaje y el de Oriol se parece a la cita que verías en una película romántica porque ellos repiten el patrón que han visto, en lo que les han educado.
De hecho, me han preguntado mucho si creo que Julia es inmadura. Pero no es culpa de ella. Julia ha crecido en un sistema y, si hay algo que la sociedad y el sistema perpetúan, es la toxicidad. Se normaliza que la gente diga cosas como 'yo te quiero salvar'. ¿Por qué Julia es inmadura si lo único que quiere es que la quieran o si puede que no tenga las herramientas para ver las red flags? Yo las veo ahora, pero en mi adolescencia no las veía.
Para mí, los tres hombres que se presentan tienen unas red flags enormes pero creo que la película salva al último personaje masculino.
Yo nunca lo salvo.
Por eso quería preguntarle si cree que son tres masculinidades tóxicas, incluida la última, que podría ser lo que se llama un falso aliado.
Creo que las tres son masculinidades tóxicas. Lo único bueno que tiene ese personaje, Álex, es que da un paso como para pedir perdón, para autocriticarse un poco. Eso es lo único que le otorgo. De todas maneras, yo no creo que el final sea feliz ni mucho menos. Creo que Julia se conforma porque al final es como que de lo malo, lo menos malo. Hay algo muy real en todo esto. Hay muchas veces en las que no hay mucha más opción. De repente, ella considera que eso es mejor para su salud mental, para sus hijos y para su vida en general. Cree que con Álex, por lo menos, hay muchas cosas que están bien, pero eso no quita que las masculinidades sigan siendo tóxicas, porque incluso novios que tenemos, que son gente maravillosa y buenísima, tienen comportamientos muy integrados, muy adheridos.
Es un papel intenso. Usted es la absoluta protagonista que está en casi todos los planos… ¿Le costó desconectar del personaje y de una película que habla temas tan duros?
Me pasó con esta película que para mí ha sido especial porque para mí fue un proceso emocional bonito y era un reto a nivel emocional y físico. Es un personaje protagonista y con mucha responsabilidad. Me costó desapegarme un poco del proyecto, lo veo ahora. Estuve unas semanas como nostálgica, pero me lo pasé muy bien rodando. Lo disfruté muchísimo.
También estrena en breve Fácil, la adaptación de la novela de Cristina Morales. Estos son dos proyectos con mucho riesgo. No sé si usted mide ese riesgo o es insensata al elegir los papeles.
Con Girasoles silvestres no fui insensata. Creo que la insensatez era estar a la altura del proyecto y estar a la altura a nivel interpretativo, pero me lo curré mazo. En Fácil sí que hay muchas otras cosas que desde el principio me daban miedo y muchísima inseguridad. Muchísima. Yo creo que ha sido el proyecto donde más inseguridad he tenido porque se trata de interpretar un personaje con una discapacidad. Pero yo confío tanto, respeto y admiro a Anna Costa que yo, a muerte con ella. Pues sí, un poco insensata quizás también.
¿Y esa inseguridad se suele dar siempre solo con papeles que importan mucho?
La inseguridad que me dio con Fácil no me había dado antes. Y tiene algo que ver con que estaba navegando en algo que no conozco, que no es mío y que no es propio. Eso da vértigo y miedo pero normalmente, cuando me leo un guión, si me da vértigo es porque quiero hacerlo. Ese vértigo, esa cosa, ese respeto, siempre me gusta.