'Asedio', un thriller antisistema con antidisturbios corruptos, racistas y machistas
Los desahucios coparon los telediarios durante meses. Las imágenes de gente siendo arrancada de sus casas eran habituales en las noticias. Su tratamiento, casi siempre, reducía sus historias a números. Eran uno más en una lista que, al cabo de un tiempo, dejó de interesar. Aunque los desahucios sigan ocurriendo, el foco mediático se ha trasladado y pareciera que ya no interesaran. Es curioso que, precisamente cuando la información ha dejado de prestar atención a estas historias, sea el cine quien ha puesto su cámara ahí.
Lo ha hecho desde puntos de vista completamente opuestos. En octubre llegaba la mirada desde el drama social de Juan Diego Botto, que contaba las historias personales detrás de los números. Lo hacía con Penélope Cruz como productora y protagonista de En los márgenes, que pasó por el Festival de Venecia y logró cinco nominaciones a los Goya. Ahora los desahucios se cuentan desde otro punto de vista y desde otro género. Asedio llega a las salas como thriller físico y sensorial y poniendo el punto de vista en los antidisturbios que los ejecutan.
La visión de Miguel Ángel Vivas no es blanca. Los policías son racistas, machistas y corruptos, y solo la que interpreta Natalia de Molina ofrece algo de luz en un retrato tenso que mete España en un edificio. Una España donde la vivienda es más que un problema, donde los más precarios son abandonados y donde los migrantes son prescindibles. Vivas establece un vínculo entre la mujer policía y la mujer migrante, que acaban convertidas en unas 'amazonas' que intentan romper un sistema corrompido.
El propio director reconoce que en el inicio de Asedio está su sensación al ver en el telediario una noticia sobre desahucios. “Me acuerdo que me rompí a llorar viendo la televisión, y me empecé a plantear esa sensación que tiene que ser que te quiten la casa. Siempre decimos eso de que todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna, y pensé que ya no es solo no conseguir algo que se supone que es un derecho, es que te lo quitan. Me planteé escribir algo sobre ese tema, pero no quería hacerlo desde el drama social, sino desde el género”, cuenta Miguel Ángel Vivas.
Vio en el thriller y el noir el mejor armazón para ello, pero no el thriller centrado solo en los giros y en el efectismo, sino en el pulp de EEUU que “hablaba de una realidad y un descontento social que existía en la sociedad de aquel momento”. También del subgénero policíaco de posguerra denominado “polar en Francia, que habla siempre del mundo y está muy arraigado en lo que pasa”. Ejemplos muy alejados de un tipo de thriller hecho con algoritmo que no tiene ningún sello característico y que podría ambientarse tanto en un barrio madrileño como en las afueras de San Diego, algo que Vivas quiso rehuir.
“Me cuesta muchísimo el noir en España. Cuando veo una persona con una pistola en una película normalmente me saca porque no me lo creo. Me cuesta porque siento que estamos imitando la realidad de otro sitio. Con esta película quería que estuviera muy claro que hablamos de nosotros. Para mí el edificio de la historia es España y todos los personajes hablan de cómo la veo yo. Es una crítica de cómo está todo hecho y cómo podemos cambiarlo”, apunta aunque también reconoce referentes como Asalto a la comisaría del distrito 13 en la que Carpenter “habla de los problemas que había en esa Nueva York pre Giuliani de pobreza, racismo y malestar social”. Todo eso trayéndolo a la España de 2023, porque “no tiene sentido hablar de lo que no está cerca”.
El guion ya tenía el tema de la inmigración, de los olvidados, pero en un momento dado me di cuenta de que si no eras parte de la solución es que eras parte del problema
Asedio se siente como “un clímax de hora y media” en un guion que con la COVID adquirió un nuevo sentido. “El guion ya tenía el tema de la inmigración, de los olvidados, de lo invisibles que son los inmigrantes ilegales, pero en ese momento me di cuenta de que si no eras parte de la solución es que eras parte del problema. Nos quejamos de todo pero, ¿qué hacemos para que el mundo sea mucho mejor? Ya basta de balones fuera”. Un material inflamable al tratar un colectivo como los antidisturbios, que también se quejaron de su representación en la serie de Rodrigo Sorogoyen. Ya tras la publicación del trailer de Asedio varias personas se aventuraron a quejarse por la mala imagen de la profesión.
La respuesta de los antidisturbios no le da “ningún miedo, aunque sí respeto”. “Creo que una cosa que nos falta como sociedad, como país, como individuos, es la autocrítica. Yo creo que si alguien te dice mañana que has hecho algo mal tienes dos opciones, escucharle, estando más o menos de acuerdo, e intentar entender por qué ha pensado eso, o enfadarte, no escuchar y ofenderte. Si no hacemos autocrítica no vamos a mejorar, y cuando no mejoramos, empeoramos siempre”. Para él hay una crítica a la policía, pero cree que es extrapolable “al sistema, al mundo que hemos construido”.
Vivas no esconde que la llegada de la serie de Sorogoyen no fue fácil. Llevaba tiempo preparando Asedio cuando su productor, Enrique López Lavigne, llegó con la noticia. Venía de un festival de cine y le habían contado que preparaba una serie sobre los antidisturbios. “Se me cayó el mundo, y además que la estaba haciendo uno de los mejores directores del cine español. Estaba nervioso por verla, sobre todo por ver qué tenía que ver con la nuestra, y cuando la vi, me encantó, me pareció increíble, pero también me relajé, por lo menos supe que íbamos por caminos completamente diferentes. La serie me encanta pero no tiene nada que ver con lo que yo quería plasmar en la historia. Pero sí es verdad que el estar tan cerca una serie tan buena sobre el mismo tema me agobió un poco”.
Un mundo dominado por hombres donde las dos protagonistas se encuentran. Miguel Ángel Vivas sorprende citando a Thelma y Louise como otra influencia para Asedio, algo que cobra sentido en su escena final. Tras ese clímax de hora y media la última escena coloca a “dos mujeres contra el sistema”. Tenía claro que quería “acabar con esa mirada de las dos mujeres en ese momento en el que el personaje de Natalia se da cuenta que tiene que ver más con esa mujer de otro continente que con cualquier vecino, cualquier compañero de trabajo, incluso que con cualquier familiar, porque ambas han decidido dejar de ser parte del problema y ser parte de la solución. Han decidido enfrentarse al sistema, un sistema que está equivocado y que quieren cambiar”.
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