Fue en 2016 cuando el Festival de Venecia puso punto y final a una sensibilidad especial por un cine de autor que raramente llegaba al gran público, para definirse como uno de los escaparates que más acierta en predecir cuáles serán los títulos mainstream de la temporada.
El certamen pasó en un abrir y cerrar de ojos de premiar con un León de Oro a películas como Desde allá de Lorenzo Vigas o The Woman Who Left de Lav Díaz –uno de sus filmes cortos, pues duraba 'solo' 3 horas y 45 minutos–, a concederle el mismo galardón a La forma del agua de Guillermo del Toro, Roma de Alfonso Cuarón, al Joker de Todd Phillips y a Nomadland de Chloé Zhao. Hablamos de que en los últimos años la mitad de las máximas galardonadas en Venecia se hicieron con el Oscar a Mejor Película, y la otra mitad fueron sujeto de un debate popular innegable.
Que en los jurados de este festival predomina actualmente cierta voluntad de tomar la temperatura al público general parece evidente. Que este año consigan hacerlo con el atino que lo hacían últimamente no está tan claro. Por ahora, esto es lo que más se ha aplaudido y abucheado en la presente edición, que concluirá el próximo sábado 11 de septiembre.
La decepción de 'Dune'
El primer título controvertido del festival resultó ser la película que era esperable que lo fuese: Dune, de Denis Villeneuve. Habiendo salido más o menos indemne en sus dos anteriores cintas de ciencia ficción –La llegada y Blade Runner 2049–, Villeneuve aborda esta vez la obra de Frank Herbert en una epopeya épica que parece no cumplir con las expectativas de parte de la crítica –que quizás siempre fueron excesivas–, pero que ha encendido la mecha de un debate sobre el presente y futuro de los blockbusters de lo más interesante, en tiempos de estrenos simultáneos en streaming y en cines.
En Indiewire David Ehrlich la calificaba de “tremenda decepción”, y en The Times Kevin Maher sostenía que es tan “visualmente impresionante como aburrida”, así que todo apunta a que Dune va a generar conversaciones a la altura de su presupuesto. Tampoco le van a faltar defensores como Xan Brooks, que aseguraba en su crítica para The Guardian que “su brillantez no es de este mundo”. Debía haberse estrenado en diciembre del año pasado, pero finalmente verá la luz el próximo 17 de septiembre.
El viejo nuevo wéstern
Hacía 12 años que la realizadora Jane Campion no estrenaba un largometraje, si bien es cierto que entre tanto firmó dos temporadas de la excelente serie australiana Top of the lake. Este año vuelve con una de las primeras películas en levantar pasiones en esta edición de Venecia: El poder del perro. Basada en la novela homónima de Thomas Savage –publicada por Alianza con traducción de Eduardo Hojman–, narra la cruda lucha entre dos hermanos.
“Una película exquisitamente elaborada”, según David Rooney en The Hollywood Reporter, una “descomunal apología y refutación del wéstern”, según Luis Martínez en El Mundo y “la mejor película de Campion desde El Piano”, para Alejandro G. Calvo de Sensacine. En su reparto brillan nombres como Benedict Cumberbatch, Jesse Plemons y Kirsten Dunst. Se estrenará directamente en Netflix el 1 de diciembre.
A la sombra de este título, otras aproximaciones a un imaginario tan complejo como el del wéstern han brillado con luz propia en Venecia. Hablamos de Old Henry, dirigida por Potsy Ponciroli y protagonizada por Tim Blake Nelson, sobre un granjero de cerdos que acoge a un forajido en su casa, y el documental Django & Django, sobre el cineasta Sergio Corbucci con material inédito y extensas entrevistas con Franco Nero y Quentin Tarantino. Ninguno de los dos títulos, desgraciadamente, tiene asegurada la distribución en nuestro país.
Larga vida al cine de género
La victoria de Titane en Cannes puso en el candelero la herencia contemporánea y absoluta vigencia de un cine de género muchas veces denostado, cuyos ascendentes se podrían rastrear en nombres como David Cronenberg o Takashi Miike. Venecia tampoco se ha quedado atrás en cuanto a fantástico y terror se refiere.
Ana Lily Amirpour no ha dejado indiferente a nadie con su Mona Lisa and the Blood Moon, alucinado viaje de la mano de una mujer que escapa de un psiquiátrico y parece poseer extraños poderes. La realizadora, también responsable de una cinta tan revulsiva como Una chica vuelve a casa sola de noche, se confirma como “maestra de la subversión”, según afirma Lovia Gyarkye en The Hollywood Reporter. O bien una película que “disfruta de su propia vulgaridad”, tal como la define en Screendaily Wendy Ide. La cinta no tiene estreno confirmado en España, pero muy pronto inaugurará la 54 edición de Sitges Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.
Sensaciones parecidas ha provocado la nueva película de Edgar Wright, Última noche en el Soho. Se trata de un thriller fantástico sobre una diseñadora que viaja en el tiempo cuando duerme, que ha insuflado en el festival cierta sensación de inesperada pero grata sorpresa. Wright, que parece dejar atrás la época de la trilogía del Cornetto que formaban las desternillantes Zombies Party, Arma Fatal y Bienvenidos al fin del mundo, se toma muy en serio un drama psicológico que según apunta Víctor Esquirol en Otros Cines está “cargado de contenido político”. Está previsto que se estrene en cines el próximo 5 de noviembre, pero antes también pasará por el festival de Sitges.
Algunos versos libres
A sus 75 años, Paul Schrader ha demostrado en esta edición de Venecia que sigue teniendo una salud creativa envidiable. Quien fuese guionista de Taxi Driver y Toro Salvaje estrena una película que dirige y escribe: The Card Counter. Es la historia de un exmilitar condenado por torturas, que sale de la cárcel habiendo aprendido a contar cartas en el póker, y pretende ganarse la vida timando a los mejores casinos de Estados Unidos. “Una de las propuestas más brillantes de su carrera”, defiende el crítico Glenn Kenny, y “la mejor película de la Mostra” para Sensacine.
Lo cierto es que a la luz de interesantísimas propuestas anteriores como El reverendo, parece claro que hay que seguirle la pista a este filme. Si bien es muy probable que no se lleve nada en el festival, puede tener un recorrido semejante al de aquella cinta de 2017, que consiguió ser nominada al Mejor Guion Original en los Oscar.
Es interesante el trabajo del chileno Pablo Larraín, a pesar de que su película, Spencer, ha dejado más bien fría a la audiencia. “Larraín repite la jugada de Jackie, acercándose en esta ocasión a la figura de Diana de Gales desde una perspectiva tangencial y caleidoscópica”, escribe Manu Yáñez en Fotogramas. “Acartonado y convencional retrato de Lady Di”, según Pepa Blanes en la SER.
¿Por qué hay que mantenerse alerta sobre el trabajo de Larraín a pesar de su frío recibimiento? Porque ya fue recibido así en otras ocasiones con películas tan esquivas y de difícil sintetización como Jackie, Neruda o Ema. Larraín siempre se guarda un as en la manga. Spencer no tiene fecha de estreno concretada en nuestro país, pero llega a las pantallas de Estados Unidos en noviembre.
Faltan varias jornadas de festival y aún puede haber sorpresas. Quedan por verse aún El último duelo, lo nuevo de Ridley Scott, Leave No Traces de Jan P. Matuszynski o Un autre monde de Stéphane Brizé. A la espera de ver cómo se resuelve la cita veneciana, hay que destacar dos esperadas adaptaciones literarias.
Una es El acontecimiento, basada en la novela homónima de Annie Ernaux, publicada por Tusquets y traducida por Berta Corral. Dirige la prácticamente desconocida Audrey Diwan y se podría aventurar que es una de las sorpresas del festival por el consenso que ha generado en la crítica. La otra es The Lost Daughter, basada en la novela La hija oscura, publicada por Lumen y traducida por Edgardo Dobry. Maggie Gyllenhaal salta de la actuación a la dirección en un debut que protagonizan la remarcable Olivia Colman y Dakota Johnson, y que en Screendaily describen como “soberbiamente dirigida”.