Carla Simón sueña a su madre para regalarle el cuento más hermoso a su hijo recién nacido
Carla Simón apenas tiene recuerdos físicos de su madre. Como contaba en Verano 1993, su maravillosa ópera prima, cuando era apenas una niña sus padres murieron de sida y ella se crió con sus tíos. Entre los objetos que guarda como un tesoro hay unas cuantas fotos de su madre desnuda, embarazada de ella. Un cuerpo a punto de dar a luz que se muestra hermoso, sin pudor. El resto de huecos los ha ido completando, o quizás imaginándoselos. La memoria familiar que todo niño posee junto a sus padres ella la ha ido recomponiendo gracias al arte. Con sus películas, de alguna forma, regresa a esa madre ausente.
Se notaba en todos sus trabajos previos, pero se hace evidente en el cortometraje que ha presentado en la Jornada de los autores del Festival de Venecia. Carta a mi madre para mi hijo es un hermoso cuento que Carla Simón le regala a su hijo recién nacido. Lo hace para explicarle quién fue la abuela a la que no conocerá. Ella tampoco la conoció mucho, y por eso en este trabajo poético la reconstruye con lo que sabe y la completa con lo que desea. Ahora, ella es esa madre.
Cuando le llegó la propuesta, enmarcada dentro de los cortos que produce la marca Miu Miu y en los que han trabajado directoras como Agnes Varda o Lucrecia Martel, a las que Carla Simón admira, ella estaba embarazada de su primer hijo. Aceptó el reto y decidió escribir una delicada reflexión sobre la maternidad y la ausencia. Recurre por primera vez a lo simbólico, pero siempre con esa mirada que la caracteriza y que emociona. Un cuento a ritmo de Lole y Manuel que comienza con ella posando desnuda, tomándose las mismas fotografías que tiene de su madre. Simón le regala a su hijo unos recuerdos inventados por ella, porque “esa memoria familiar que falta, cuando no se tiene, hay que inventarla para contarnos a nosotros mismos”, cuenta Simón desde Venecia con el pequeño Manel a escasos metros.
Una frase en el corto resume el cine de la directora. “Hago cine para imaginarte, o para imaginarme”, una certeza y una duda que “está ahí desde siempre”. “Creo que mi necesidad de contar historias viene porque en mi familia hay muchas historias, pero también por mi infancia, por el hecho de que me falte esa historia”, asegura y recuerda que en el corto esa frase se completa diciendo que quizás hace cine porque no quiere morir: “Eso sí es algo que me he dado cuenta más tarde. Lo pienso y me doy cuenta de que tengo mucho miedo a la muerte, y mira que me ha tocado vivirla de cerca. Pienso que muchas veces los artistas hacemos o creamos por ese miedo que tenemos a morir, que puede parecer muy egocéntrico esa cosa de dejar huella, pero bueno, pues algo hay ahí”.
Un cortometraje de media hora en el que Ángela Molina se convierte en esa madre imaginada que incluso charla con la Carla real, embarazada y dándose cuenta de que “el embarazo es una cosa muy bestia, muy salvaje, muy fuerte, muy primitiva”, algo que la empujó a lanzarse a hacer esas fotos y rodarlas en Súper 8.
Ahora toca pensar en el futuro. Primero habrá que ver si Alcarràs es la elegida por la Academia de Cine para representar a España en los Oscar. Si es así viene una época de promoción de la película de cara a una posible nominación en Hollywood. Después centrarse en un tercer proyecto que ya está escrito y en el que sigue indagando en su memoria familiar. Lo que parece es que tendrá que esperar un poco, no quiere renunciar a disfrutar de su maternidad, y cuenta que dentro de poco se reunirá con su productora, María Zamora para hablar de fechas.
“Ahora me doy cuenta de que dar a luz solo era lo primero. Quiero verle crecer, cuidarle, educarle, y quiero hacerlo bien también, hacerlo con calma. Teníamos la idea de rodar el próximo verano, y ahora nos parece un poco pronto porque bueno, básicamente porque no duermo, y de repente la idea de encontrar ese espacio lo veo lejos. Vamos a ir viendo. Para mí Alcarràs nos demostró que no pasa nada por hacer las cosas con calma, porque nadie está esperando tu película y sale mejor, así que ya veremos si lo retrasamos un poco. No sé si un año entero, pero unos meses seguro, porque realmente nos va a dar como la opción de hacerlo mejor y también porque los primeros meses con un bebé el cerebro funciona a medias” , cuenta con esa timidez que la caracteriza.
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