- Invitado de honor en el Festival Rizoma de arte, cine y música, Lynch participará en una conferencia sobre meditación en el Reina Sofía, cenará con 100 privilegiados, y presentará una de sus películas en la retrospectiva que ha organizado la Filmoteca. Ah, y luego está la Master Class.
No es nada sencillo encontrar en la actualidad un artista tan inclasificable como David Lynch, ni siquiera en el mundo del celuloide. Artífice de la enigmática y misteriosa serie de televisión Twin Peaks, que marcó el rumbo de lo que en el futuro se erigiría en el formato de “series de calidad”, el realizador de Montana ha aterrizado en Madrid durante un par de días. En ellos, su agenda está cuidada al milímetro. Invitado de honor en el Festival Rizoma de arte, cine y música, Lynch participará en una conferencia sobre meditación en el Reina Sofía, cenará con 100 privilegiados, amantes de sus obras, y se pasará por la Filmoteca para presentar una de sus películas en la retrospectiva que se ha organizado de su filmografía. Además, impartirá una Master Class que se presenta más que apasionante. Rizoma ha logrado traer a uno de los maestros actuales del celuloide, contando con el apoyo de instituciones como la escuela TAI o el Círculo de Bellas Artes, además de la propia Filmoteca de Madrid.
En una abarrotada rueda de prensa Lynch comenzó aclarando que su visita a España, sin olvidar el cine, tenía como intención hablar de la meditación trascendental, técnica mental y espiritual que fue extendida por Maharishi Mahesh Yogi años atrás y que el autor de Twin Peaks dijo llevar practicando desde 1973. Para Lynch, encontrar la meditación fue “una experiencia maravillosa” porque al desarrollarla, “la negatividad se desvanece, al igual que los sentimientos como el odio, la rabia, la ansiedad, el estrés traumático, la tensión o el miedo. La basura se va fuera y algo parecido al oro llega adentro”. Este Lynch no parece tenso pero tampoco preocupado por lo que vendrá en el futuro. Dice que su estado de paz fue clave gracias a su hermana: “Una bella mañana de sábado de verano, yo me encontraba algo perdido y no sabía qué iba a ser de mí. Vi que gracias a la meditación mi hermana parecía más feliz. Hablaba de un modo más relajado y se dirigía a mí mucho más segura de sí misma. Es cuando me dije que esta técnica era para mí. La primera vez que experimenté la meditación trascendental noté una experiencia sublime. En dos semanas me fue desapareciendo la rabia que sentía en aquel momento”.
Insiste en la meditación como relajación absoluta y la considera básica para los jóvenes estudiantes de hoy en día “que están llenos de estrés y tormento”. Para Lynch “aunque los chicos vayan a la escuela no logran eliminar su sufrimiento. Los que se adentran en esta técnica ven mejorar sus relaciones tanto con otros compañeros como con los profesores”.
Metodología cinéfila
Polifacético y multidisciplinar, ha coqueteado con la música, la pintura, la fotografía o el cine. Es por este último arte por el que le conoce la mayoría de la Humanidad. Pero Lynch, artífice de obras tan dispares, surrealistas y hasta oníricas como Cabeza Borradora, Terciopelo Azul, Carretera Perdida, Mulholland Drive o su última incursión en cine hasta el momento, Inland Empire, también es alguien que ha pergeñado obras realistas y comprensibles para el gran público como Una Historia Verdadera o El Hombre Elefante. Extrañas, complejas o más básicas, todas ellas tienen algo en común: el germen de una idea. Y para las otras disciplinas que ejerce también trabaja de igual modo: “El origen de todo es una idea. Hay que tenerla para poder hacer algo. Si no la tienes no sabrás qué hacer. Las ideas son muy importantes en cualquier ámbito de la vida. Me llegan ideas para música, para fotografía, para pintar, para el cine... Luego están la inspiración y la energía para materializarlas pero antes de nada debe haber una idea”.
Su método de trabajo parece sencillo, pero parece destinado solo a los genios: “A veces pasa un día y otro y otro y no se me ocurre nada pero al siguiente llega una idea de la que te enamoras y entonces empiezas a desarrollarla”.
La pregunta obligada sobre qué le parece que un gobernante español hable mal del cine de su país -referencia clara y poco velada a las declaraciones del Ministro Montoro- Lynch no oculta su ignorancia: “No tengo ni idea del cine español, ni yugoslavo ni de ningún otro país. Solo sé que es una lástima que el gobierno de EE.UU. esté recortando cada vez más las ayudas al cine”. Desconocedor de nuestra cinematografía al menos sí dijo “conocer a Pedro Almodóvar”.
Proyectos actuales ¿de cine?
Parece obvio que la meditación trascendental ocupa gran parte del tiempo de David Lynch, extendiendo por todo el mundo sus cualidades místicas. Su faceta como realizador suena casi a letargo -su último trabajo en cines se remonta a 2006 en la poco reconocida Inland Empire-, pero el cineasta confiesa claro y directo: “Es muy importante hacer las cosas con diversión y motivación. Para mí es importante ser feliz. No concibo hacer películas o dedicarme a proyectos si no me lo paso bien porque no se trata solo de trabajar por dinero”.
Así pues, la pregunta era obligada ¿no hay nada nuevo en la mente de Lynch para trasladar a la gran pantalla? “He escrito algo y estoy feliz con el trabajo realizado pero hay algo que quiero mejorar. Sé que nada es perfecto en este mundo pero quiero acercarme a hacerlo mejor de lo que lo he hecho hasta ahora. Podemos decir que tengo algunas ideas que van fluyendo de algún modo. Realmente no sé qué será lo próximo pero sí estoy preparando algo que podría terminar en película”.
En cuanto al peculiar contraste entre el cine experimental y surrealista de sus filmes y la paz que transmite su mensaje actual de espiritualidad, Lynch aclara “Muchos piensan que mi cine es oscuro y tétrico mientras que, por otro lado, hablo de meditación, que se basa en la luz y la felicidad. La gente tiene un problema con esto pero para mí no es necesario que un artista sufra para mostrar sufrimiento. Al contrario, cuanto menos sufres mejor podrás mostrar lo que es. Tienes que entender ese sufrimiento pero no hace falta que tengas ese sentimiento. Ahí está la clave. Es cierto que algunas personas son felices y hacen películas alegres pero yo me enamoro de lo que me enamoro”.
No sabemos cuál será el siguiente paso de Lynch pero estaremos atentos.