300 metros cúbicos de madera. 60 toneladas de cemento. Medio millón de ladrillos y más de 30 kilos de dinamita. 75.000 horas del trabajo de 100 hombres fueron necesarias para levantar, a comienzos de los años 60, un poblado del Oeste en Hoyo de Manzanares, un pueblo a 35 kilómetros de Madrid que se convirtió en el punto neurálgico del cine del oeste de los años posteriores. Un bar, ranchos, cabañas y varios cementerios convirtieron Golden City en el primer poblado del estilo construido en España. Aunque muchos siempre se refieran a Almería como sitio clave para el spaghetti western, antes fue este pueblo madrileño quien abrió las puertas de su saloon.
Por su arena pasearon desde estrellas nacionales como Marisol o Tony Leblanc hasta Sophia Loren. Su cima se tocó un par de años después de su creación, en 1964, cuando Clint Eastwood pisó con sus botas de vaquero la arena de Hoyo de Manzanares y rodó en Golden City una de las películas más importantes de la historia del cine, Por un puñado de dólares, la imponente obra de Sergio Leone que hizo que este escenario se viera en las pantallas de todo el mundo. Han pasado menos de 60 años, y de aquel rincón, historia del cine, solo quedan unas cuantas piedras que delimitan lo que fue. El orgullo del pueblo, el decorado más deseado, es ahora un solar. Su abandono desde los 70 fue progresivo hasta que en 2010 llegó su desaparición total.
Pero, ¿a dónde fue a parar todo aquello? A pesar de su destrucción y abandono mucho de lo que existió y lo que se vivió sigue estando presente… bajo tierra. Es por ello que este año, por primera vez, se hayan organizado trabajos arqueológicos para mostrar lo que oculta la arena de Hoyo de Manzanares. Un trabajo que viene de la mano y gracias también al empeño de la asociación Hoyo Cine que dirige Julián Iglesias y que intenta que todo aquello no caiga en el olvido. Han sido varias las iniciativas que ha tenido para ello, incluida una app de realidad aumentanda en la que se puede ver cómo era aquel decorado inigualable. Ahora ha contado con la ayuda de Jesús Martín Alonso, arqueólogo y director de un proyecto que pretende desenterrar la memoria cinematográfica, que también es histórica, del lugar.
Julián Iglesias es quien se propuso, hace bastantes años, recuperar esa memoria. Él llegó a Hoyo de Manzanares en el año 86, y siempre escuchaba el mismo comentario: “Voy a pasear por los decorados”. Un día, andando junto a su mujer, vio que había unas ruinas de lo que había sido un set cinematográfico. A él, que siempre le había gustado la investigación, le “picó el gusanillo” y empezó a buscar qué había ocurrido en aquellas tierras. Empezó a preguntar, buscar y crear una base de datos de los rodajes que habían tenido lugar en su nuevo hogar.
En 2010 tenía un listado de unas 30 películas que se rodaron allí, y ya le parecían “una barbaridad”. Ahora, gracias a Internet y el tiempo dedicado, ya sabe que en Golden City se rodaron más de 150. A pesar de ello el poblado más conocido sigue siendo el de Almería, especialmente porque aquel sí “ha perdurado en el tiempo”. También hubo otros en Catalunya y Aragón, pero esos han corrido el mismo destino que Golden City: el olvido.
Con su asociación hacen visitas guiadas. Dos o tres al año. A la gente le tiene que hacer una explicación para que entienda lo que supuso aquel poblado, porque si no, cuando llegan a aquella explanada vacía no ven nada. Una zona que “bien tratada hubiera quedado muy bien aunque fueran unos pocos restos”. Uno de los principales problemas es que el poblado se asentó dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, zona protegida, y cualquier actividad requiere de permisos específicos. Fue en 2010 cuando los pocos restos que quedaban se eliminaron.
“Lo único que conseguimos que se quedara son dos abrevaderos originales de las películas que se han mantenido con la promesa, por parte del consistorio, de restaurarlos y llenarlos de agua. En esta época estival los animales de campo tienen un lugar donde beber y se llenan con un camión cisterna y al menos lo hemos logrado mantener”, cuenta Julián Iglesias. Una de las razones que les dan para negarles cualquier actividad es que “no quieren que se convierta en un parque temático”.
Este mayo han logrado algo diferente. Una excavación arqueológica para desenterrar la memoria cinematográfica que escondía la tierra de Hoyo del Manzanares. El resultado ha desempolvado fotogramas usados por los directores, casquillos de bala de atrezo, ladrillos de las antiguas construcciones y monedas de los rodajes. Al frente del proyecto se encontraba Jesús Alonso Martín, arqueólogo que cuenta que este proyecto nació en el marco de sus tesis doctoral, dedicado a la “arqueología contemporánea”. Dos términos que parecen un oxímoron, ya que cuando uno piensa en un término como el de ‘arqueología’, siempre sale en su mente excavaciones de siglos de antigüedad y civilizaciones poco conocidas.
Cuando le hablaron de Golden City le pareció que era lógico que el primer poblado del oeste que hubo en España se convirtiera en “el primer sitio de rodaje que se excavara en España con metodología arqueológica”. Una forma también de dar a conocer este enclave, ya que “mucha gente no conoce este lugar ni sabe que ahí se rodaron wésterns importantísimos para la historia del cine”.
Un escenario de cine no está considerado “patrimonio arqueológico”, pero aun así ha tenido que pedir permisos a la Dirección General de Patrimonio Cultural, y ha aplicado la misma metodología que si se excavara una tumba egipcia. “La gente que pasaba por allí cuando estábamos haciendo la intervención nos preguntaba que qué hacíamos, y yo decía, pues excavando. Había gente que decía que eso no era una excavación porque 'eso era muy actual y muy contemporáneo'”, recuerda de su acción.
Al estar situado en un parque regional, una de las condiciones para que les dejaran realizar la excavación era “dejarlo todo como lo encontramos”. El equipo trabajó con una bióloga para proteger las plantas más sensibles y que no hubiera ningún problema con la fauna y la flora del lugar. “Tiene que crecer la hierba, pero yo tapé los agujeros que se habían hecho, por lo que ya no se ve absolutamente nada excepto algunos muros que ya se veían y que los dejé un poco más destapados para que se vieran en el futuro en las visitas guiadas, para que la gente que fuera pudiera ver un poquito”, confiesa el arqueólogo.
A todos les gustaría que no fuera una excavación efímera, pero “es difícil”. “A nivel material, me refiero a lo inmueble, no queda nada. Se lo cargaron literalmente, con mucho ahínco. Se podría intentar con el material rescatado hacer algún museo, eso estaría bien. Un museo de los rodajes, de la vida cotidiana de los actores y extras, pero por desgracia no dejaron mucho”, dice con tristeza Jesús Alonso. El material desenterrado no se considera patrimonio arqueológico “porque no tiene suficiente antigüedad”, pero al haber sido concedido el permiso y realizado con metodología arqueológica ha sido entregado “al Museo Arqueológico Regional como si fuera una vajilla romana”.
Una actividad autofinanciada, sin ayudas públicas, y de la que “a nivel material han salido muchas cosas”. Una actividad pionera que pone de manifiesto que la memoria cinematográfica de un país también es memoria histórica. “Somos muy cerrados de mente, y parece que por no ser arqueológico no lo consideran patrimonio. En el cementerio de Sad Hill âmítico escenario en Burgos donde se rodó el final de El bueno, el feo y el maloâ intentaron conseguir la protección de patrimonio por espacio fílmico y creo que no lo han conseguido. A ver si lo conseguimos con Golden City. Ojalá, pero es complicado hacer entender que la arqueología también puede llegar hasta nuestros días y que puede estudiar cualquier cosa”.