Que las facturas “no mienten” es la gran máxima que la inspectora de Hacienda Sara (Carmen Machi) transmite a uno de sus compañeros cuando está a punto de jubilarse. Aunque antes de poner fin a su carrera, decide aceptar un último gran caso: demostrar que una famosa cantante mexicana vive en España y debe pagar aquí sus impuestos. Hay millones de euros en juego. Así es el arranque de Celeste, la serie en la que Diego San José (Vota Juan, Fe de etarras) abre las puertas de la Agencia Tributaria para mostrar cómo es la vida de las personas que, pese a que se dedican a defender un interés común a todos los ciudadanos, todo el mundo les “odia”.
“Son de lo poco que pone en común a la izquierda, la derecha, los ricos y los pobres. Y eso es triste”, reconoce a este periódico. El guionista ha presentado su brillante ficción en el Festival de San Sebastián, antes de su llegada a Movistar Plus el próximo mes de noviembre. Elena Trapé (Las distancias, Rapa) ha dirigido sus seis episodios. “Hay un montón de referentes fiscales”, comenta sobre la inspiración de su historia en el fraude cometido por Shakira.
Los inspectores de Hacienda son figuras prácticamente invisibles, ¿fue este uno de los motivos por los que quiso hablar sobre ellos?
Son totalmente invisibles. Cuando hace dos años empezamos a desarrollar la serie y a hablar con inspectores de Hacienda, asesores e incluso un exdirector de la Agencia Tributaria, me llamó la atención que lo primero que te decían era: “¿Cómo es que vais a hacer una serie sobre nosotros?”. Notaba que les hacía como ilusión. Los inspectores de Hacienda son fundamentales para la sociedad, nunca han tenido un peso en la ficción y, cuando ha aparecido algún referente, ha sido en chistes donde son los malos. Como si fueran una especie de coco para los adultos, un bicho que te mete miedo cuando eres mayor y tienes ingresos.
Es muy paradójico y un poco triste, y Celeste tiene un poso triste por eso; que esta gente sea de las pocas cosas que ponen en común a la izquierda y a la derecha, ricos y pobres: todos les odian. Es raro que pongan de acuerdo a todo el mundo. Siendo gente que ha pasado una de las oposiciones más complicadas que hay pare defender lo que es de todos, reciben una especie de mala fama, extrañísima, bastante amarga e injusta.
Que los inspectores de Hacienda sean de lo poco que pone en común a la izquierda, la derecha, ricos y pobres es triste
¿Por qué todo el mundo odia a los inspectores de Hacienda? ¿Qué dice de nosotros como sociedad?
Es extraño. Siempre que vas a una boda y te sientas con desconocidos hay un momento un punto en el que te preguntan cómo te llamas y a qué te dedicas. Yo digo que soy guionista y no pasa nada, incluso a la gente le hace gracia. Al preguntarles a ellos qué hacían, respondían que no les decían que eran inspectores de Hacienda. Que con su perfil y la función que tienen en la sociedad tengan que ocultar su oficio, es raro.
Siempre pongo un ejemplo que me parece súper ilustrativo y realmente envenenado. Si yo voy mañana a una cena con mis amigos con una moto que he robado, de 3.000 euros, y lo cuento, me convierto en un tipo rarísimo, un delincuente. Incluso alguno podría decir: “Oye, esto no se puede hacer. Voy a llamar a la policía para que te detengan. Estás loco”. Pero si llego a una cena y digo que he defraudado 10.000 euros porque estoy pasando el IVA, me pueden preguntar cómo lo he hecho y me puedo convertir en el guay de la cena, cuando sería el triple de delito.
Defraudar a Hacienda es de los pocos delitos que tienen buena fama y ningún delito debería tenerla. Hay una contradicción. La serie intentar hablar de la conciencia fiscal que tenemos en España, que está muy por mejorar en comparación a la que hay en otros países de los que luego admiramos sus servicios sociales. Y no solo es que paguen impuestos, sino por cómo entienden que son el precio para convivir con gente bien educada y acceso a una sanidad pública que les permite estar sanos.
¿Por qué parece que pagar impuestos tiene mala prensa? ¿Pagar impuestos es patriótico?
Sí. La gente que se puede pagar un colegio y un médico privado, puede pensar que los impuestos no les generan nada, pero es que pagarlos no solo es importante para ti. A todos nos conviene estar rodeados de personas sanas a las que no les falte ningún recurso. Como sociedad, vamos a ser más felices si tenemos salud y una educación pública con garantías. Y ya no te hablo de las carreteras, los centros deportivos, etc.
No hay que pensar en lo que nos llega de nuestros impuestos, si no en si merece la pena vivir en este país. Podrías irte a otro donde pagaras menos, pero nadie quiere vivir en paraísos fiscales donde solo hay seguridad si es privada . Vivimos en un lugar que está muy bien y merece la pena contribuir a que siga estando igual de bien.
En su perfil en redes sociales, tras citar los proyectos en los que ha trabajado, de Ocho apellidos vascos a Vota Juan, indica que está “encasillado”. En Celeste sin embargo, mucha comedia no hay. ¿Cómo eligió el tono para contar esta historia?
Me considero encasillado en la comedia, soy casi un militante, como si me hubieran metido en su sindicato. Es un género al que amo y tengo una especie de ADN en el que no solo hago comedia porque la admiro, sino que a nivel personal solo sé contar los problemas a través del chiste. Desde pequeño intento transformar en humor las cosas que me dan miedo. No es una cosa bonita, es porque no me sé relacionar en serio con los problemas. Es algo que me sale por cobardía. La comedia es un segundo camino cuando uno no es valiente. Utilizo el chiste para decirte algo que me importa y que no parezca que me importa. El género lo vivo desde ahí.
Y me gusta tanto que no concibo estrecharla a que sea de un solo tipo, la más industrial que he tenido que hacer muchas veces y es muy complicado hacer bien. Celeste es otro tipo, que tiene que ver más con el concepto. Contar en serio una inspección de Hacienda como si fuera un thriller o terror es en sí mismo un disparate. Por eso la comedia está en el concepto y no en que luego en cada escena tenga que haber torpeza o que alguien se equivoque o meta la pata.
El caparazón global era saber que contar una inspección de Hacienda como si fuera un thriller de David Fincher es ridículo, y que debíamos hacerlo en serio. El personaje de Sara es súper inteligente y eso no te permite meterle tantos chistes. Es una mujer que sabe lo que dice, dónde está. Que ha vivido y si le llevamos a un lugar no se va a equivocar porque es muy elocuente. Y ese tipo de protagonistas, si te lo tomas en serio como hemos querido hacer, te dan otro tipo de comedia que no tiene que ver con que ellos sean tontos. Hay mucha comedia que te obliga a que el personaje sea tonto, y aquí el que interpreta Carmen Machi no lo es.
La comedia es un segundo camino cuando uno no es valiente
La referencia de Shakira para el personaje de Celeste es muy evidente. ¿Fue una decisión consciente desde el inicio?
No. La serie no está tan centrada la figura de Celeste como en la inspectora de Hacienda. Y nos lo intentamos poner difícil porque, si ya una inspectora es extraña como protagonista, que luego tuviera 62 años y fuera inteligente y elocuente; lo ponía más complicado. La ecuación típica de protagonista provechosa la estábamos reduciendo a lo mínimo.
Una vez la tuvimos, pensando en cuál debería ser su némesis y nos salió alguien que es lo contrario. No partimos de Celeste sino de Sara. De hecho, que Celeste se el título realmente es una engañifa, porque ella es una obsesión de la protagonista.
Por eso los referentes de los evasores reales que conocemos, que son un montón, no han estado tan presentes. Sabíamos que nuestra foto iba a un lugar que no sale en las fotos de los reportajes de los evasores. De hecho, si alguien busca el morbo de Shakira, le va a decepcionar porque no contamos eso. Contamos lo que no te dice la prensa, que es quién está detrás cuando investigan a Mourinho y toda la gente le odia. La serie quiere contar a ese inspector odiado por todo un país porque el evasor es famoso, que es algo que ha pasado con muchos futbolistas.
¿Ser rico te convierte en impune?
Sí. En 2015, cuando investigaron a Messi y le llevaron a juicio, hubo gente que fue a animarle. Es muy extraño que la gente vaya a aplaudir al juzgado a alguien que es sospechoso de un delito. No se aplaude a alguien que está imputado. A lo mejor si de repente luego al final es inocente pero cuando estás entrando es extraño, porque ahí posiblemente había gente que necesitaba de lo público, algún tipo de ayuda de lo que fuera. Y lo investigado eran unos diecisiete millones de euros que les estaba quitando a ellos. Esas cosas paradójicas han sido el combustible para construir la trama de Celeste.