Estreno de Cine

El director de “la gente invisible” muestra el drama de los buzones para abandonar niños en Corea del Sur

Javier Zurro

20 de diciembre de 2022 00:35 h

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En 2009, en Corea del Sur, se instalaron las primeras y polémicas baby boxes, unas cestas donde las mujeres podían abandonar a sus hijos de forma legal. Compartimentos para un bebé con temperatura regulada que activan una alarma para que el equipo detrás recoja al recién nacido. Un sistema con el que desde el país asiático intentaron evitar el elevado número de niños abandonados en las calles. Actualmente, la media es de 300 bebés al año entregados en uno de los tres centros. Un mecanismo que también existe en países como Japón, Pakistán, Polonia, Rusia, Malasia, Alemania, Suiza y algunos estados de Estados Unidos.

Corea despenalizó el aborto por orden judicial el año pasado, por lo que hasta entonces, las mujeres que no querían tener a su hijo tenían pocas opciones: ir al extranjero a abortar aquellas que se lo podían permitir; abandonar al bebé o recurrir a las baby boxes. La existencia de estas cajas llamó la atención del director japonés Hirokazu Kore-eda, uno de los nombres más respetados del cine de autor y ganador de la Palma de Oro en Cannes por Un asunto de familia. Precisamente en el festival francés presentó Broker, que cuenta la historia de dos amigos (uno de ellos interpretado por la estrella coreana y protagonista de Parásitos, Song Kang-ho) que recogen los bebés de estas cajas y buscan la mejor familia a la que darles la criatura (previo pago).

En esta ocasión, Kore-Eda se coloca en un punto excesivamente ambiguo en un asunto que está vinculado con el aborto, un tema que no aparece en su película. Confiesa que cuando ha presentado la película por Europa le ha sorprendido que todos le preguntaran por el aborto, algo que en Asia no había ocurrido. Su opinión es que, sobre el aborto, quienes tienen que hablar son las mujeres: “Yo en mis películas nunca digo mi propia opinión sobre las cosas, pero a mí me parece que el aborto es una cuestión sobre la que deben decidir las mujeres y que nosotros, los hombres, no podemos entrar a decidir sobre si se debe o no se debe abortar”.

Subraya que sus películas no tienen “un mensaje político”. “Además, creo que es algo que no debe hacerse. En el momento en que das un mensaje político deja de ser cine para convertirse en propaganda. Entre el equipo había gente a favor del aborto y gente en contra. Yo hablaba con mucha gente, pero no les preguntaba directamente su opinión sobre el tema, sino sobre cómo se veía en Corea el tema de los buzones de bebés. Hay quien opinaba que esto lo único que hacía era aumentar la irresponsabilidad de las madres, y hay quien opinaba que este sistema lo que hace es salvar dos vidas, la de la madre y la del niño. Lo que a mí no me interesa es dar una visión única de las cosas. Lo que yo quiero siempre es mostrar el contraste, el enfrentamiento entre distintas opiniones, cada personaje tiene su postura diferente y esto es lo que enriquece para que luego el espectador se forme su propia opinión”, contaba desde el pasado Festival de San Sebastián.

Una de las cosas que más le llamó la atención es que “en este asunto de los buzones de bebés hay un transfondo religioso”. “Corea del Sur es un país donde hasta hace poco estaba prohibido el aborto y que tiene mucha influencia del cristianismo, lo que, de alguna manera, también favorece el sistema de adopción. Por eso, en Corea hay diez veces más de bebés que van a parar a este tipo de buzones que en Japón, porque todavía hay mucha resistencia a abortar a pesar de que ahora sea legal. En Japón este sistema de las baby boxes no termina de avanzar”, añadía entonces.

Dentro de lo que pasa en una familia, lo que me interesa es de qué manera se está reflejando lo que pasa en la política o lo que pasa en la sociedad

Mirar a los invisibles

Cate Blanchett, presidenta del jurado de Cannes cuando el director ganó su Palma de Oro, le dijo una frase que se le quedó grabada, que sus películas hablaban sobre “gente invisible”. “A mí me gusta poner el foco sobre este tipo de personas, porque de alguna manera quiero que la sociedad se fije en cosas que de otra manera nadie se fijaría”, dice sobre su cine. Broker y aquella película forman parte casi de un díptico. De hecho, ambas se escribieron “prácticamente al mismo tiempo”. 

“Para mí la familia, ya sea de relación sanguínea o creada por otros afectos, es solamente un recipiente. Lo que a mí me interesa es lo que pasa dentro de ese recipiente. Desde ese punto de vista, son películas completamente distintas. Aquí de lo que se trata principalmente es de ver de qué manera puede salir adelante la vida de alguien que ya ha nacido. Dentro de lo que es esta familia, lo que me interesa es de qué manera se está reflejando lo que pasa en la política o lo que pasa en la sociedad”, dice de Broker, que como su anterior filme nace de una noticia que leyó en el periódico, la de una mujer que había abandonado a su hijo. “A partir de ahí, empiezo a pensar qué podría ser lo que no nos cuentan las noticias. Cuando lees que una mujer abandona a su hijo, lo primero que piensa todo el mundo es que lo ha abandonado porque era una molestia. Y yo a partir de ahí empiezo a pensar, ¿y si hubiera otro motivo? Así es como voy creando mis historias y presentando un contraste para mostrar que a lo mejor esta persona que en principio veíamos tan mala, luego finalmente no lo es”, cuenta sobre su proceso de creación en el que le gusta que “las líneas confluyan y no todo sea blanco y negro, sino una mezcla de grises”.

Aunque sus películas suelen ambientarse en Japón, de donde es él, esta vez sale a Corea del Sur como salió a Francia con La verdad, protagonizada por Juliette Binoche y Catherine Deneuve, una película que fue casi un experimento para ver “si hay una ‘japonesidad’ en la manera de hacer las cosas”. “Me gusta investigar en estos aspectos para ver si realmente hay una manera japonesa específica de dirigir”, indica.

Entre los fans de Kore-eda hay uno de excepción. Se trata de Steven Spielberg. Cuando presentó De tal padre, tal hijo en Cannes, el director de ET era presidente del jurado. No le dieron la Palma (que fue para La vida de Adele), pero compró los derechos para un remake que todavía no se ha producido. Muchos, de hecho, han comparado a ambos realizadores, una comparación que el japonés no entiende: “No creo que tengamos demasiados puntos en común. Si acaso que a él también le gustan las historias sobre huérfanos o sobre gente que de alguna manera ha sido abandonada por la sociedad. En cuanto el remake, el contrato con Dreamworks expiró y ahora se está intentando hacer con otra compañía. Pero la verdad es que no sé si finalmente se hará”.