Sin novedad en el frente dio la campanada en los Oscars de 2023. El drama bélico ambientado en la I Guerra Mundial se hizo con cuatro estatuillas (película internacional, fotografía, diseño de producción y banda sonora) y puso al cineasta alemán Edward Berger en el punto de mira. Entonces ya había rodado su siguiente largometraje, Cónclave (en cines desde este 20 de diciembre), en el que ha centrado su atención en revolver a la Iglesia Católica, a través de la elección de un nuevo Papa.
“Tanto la guerra como un cónclave son campos de batalla para la humanidad. Son lugares en los que un grupo de hombres cae víctima de una doctrina de ideas que potencialmente podrían envenenarles”, compara el director, que compitió con este filme que llega ahora a las salas en el último Festival de San Sebastián. “Que este veneno influyera de forma positiva en la elección del Papa adecuado sería una buena señal para el futuro, pero de optar por el equivocado, nos haría retroceder veinte, cincuenta años”, comenta. Aun así, acaba concluyendo que “no hay nada peor que la guerra, en Cónclave hay una batalla de ideas, pero no se asesina a nadie”.
Ralph Fiennes es el encargado de liderar este thriller que desvela las miserias del Vaticano tejiendo su propio Juego de tronos. El actor encarna al cardenal Lawrence, el encargado de dirigir el cónclave tras la inesperada muerte del Sumo Pontífice. Su fallecimiento inicia una lucha de poder que lleva a los líderes más poderosos de la institución a urdir quién merece ser el protagonista de la nueva fumata blanca.
Berger investigó, leyó libros y se entrevistó con sacerdotes para poder entender cómo funcionan estos procesos. Sobre las publicaciones al respecto anteriores a su película, reconoce que “hay un cierto punto en el que las puertas se cierran y no se sabe qué ocurre detrás, porque todo el mundo tiene un voto de silencio”. Aun así, localizaron determinadas “piedras angulares” que tomaron como punto de partida para después dejar volar a la imaginación.
“Antes pensaba que las películas tenían que ser reales y auténticas, que debían capturar la realidad. Pero lo he superado, me he dado cuenta de que las películas nunca son reales. Siempre fabrican la realidad, siempre son una mentira”, reconoce. Incluidas las familiares: “El director elige qué realidad mostrar al público y cómo hacerlo, por eso está manipulada. Y ahora me encanta hacerlo. Cuando vas a ver Star Wars, Dune o Batman, sabes que no es real. Y aun así, piensas: 'Déjame meterme y vivir en esta realidad durante dos o tres horas'”.
Escándalos sexuales en el Vaticano
Las elecciones del nuevo Papa desenmascaran a un abusador sexual dentro del Vaticano. El cineasta lamenta que esto sea algo “supercomún” y detecta una de las razones: “La Iglesia Católica está plagada de escándalos sexuales porque es idiota pensar que el celibato funciona. Quizás no deba decir esto, pero puede que hace cientos de años se pensara que esta sería la manera de dedicarse por completo a Dios y a Jesús, pero el tiempo ha dejado claro que no”.
El director alemán defiende que es necesario que esta norma se cambie para que deje de haber agresiones. “Puede que ahora salgan antes a la luz porque la gente se atreve a hablar más, pero aun así, si eres un niño o alguien vulnerable, y el cura es una persona respetada en tu pueblo, te va a dar miedo decirlo. Es hora de avanzar y librarse de ello”, sostiene.
Han pasado tres meses desde que el largometraje tuviera su puesta de largo en el Zinemaldia, y por el momento no ha habido respuesta ni reacción por parte de la Iglesia. “Hablé con muchos cardenales y muchos dijeron que irían a verla”, apuesta. Eso sí, opina que “no van a decir nada públicamente porque, como Iglesia Católica, seguramente sientan que están por encima de las películas”. Más allá de la posible opinión y lo que pueda revolver en el Vaticano, Edward Berger considera que su filme trata con “respeto a las ideas y filosofía” con la que se elige al Papa: “Habla sobre lo que la Iglesia cree que es el camino correcto”.
Tras realizar un ejercicio de inmersión en las elecciones del Sumo Pontífice, Berger valora que, para ser “un buen líder, es importante ser consciente de dónde vienes, para no perderlo y mantener los pies en la Tierra”. “No olvidar que eres uno de nosotros”, añade. Este es el motivo por el que en el inicio de la obra, en el que se produce la muerte del Padre Santo que provoca que haya que celebrar elecciones, quiso mostrarle dentro de una bolsa de plástico, manteniendo el plano durante varios segundos. “Quería decir que el Papa es alguien como tú, al final todos acabamos en una bolsa de plástico. Si tienes en cuenta que vas a terminar en un cementerio como el resto, quizás seas un buen Papa”, plantea.
La arquitectura como reflejo del poder
Edward Berger chapurrea castellano porque estuvo un tiempo trabajando en México, pero no como cineasta, sino en una fábrica de Volkswagen. Y es que antes de plantearse ser director, su plan era haber estudiado una ingeniería, siguiendo los pasos de sus hermanos y su padre. Precisamente este fue el que le hizo ver que esa podría no ser su vocación. “Me dijo que pensaba que tenía otros intereses, porque siempre estaba escribiendo, yendo al teatro, viendo películas”, recuerda. Aunque dudó sobre si el problema era que pensara que no sería capaz de completar aquellos estudios: “Su pregunta me dio permiso para seguir mi camino”.
Quizás no tanto la ingeniería, pero sí la arquitectura, se ha mantenido como otra de sus grandes pasiones, que impregna su manera de rodar y de elegir las localizaciones. “Para mí, las películas, y en especial esta, son como una partida de ajedrez, sobre cómo ponerte en la posición de poder. El ajedrez es muy preciso y quería hacer un filme preciso”, describe al tiempo que reconoce que se inspiró en títulos de Alan J. Pakula como The Parallax View y Todos los hombres del presidente.
La arquitectura vertebra igualmente sus guiones que, en Cónclave, está lleno de inteligentes, efectivos y divertidos giros: “Era fundamental que cada uno se viera diferente por cámara”. El director confiesa que las escenas en las que se realizan las votaciones –sucede varias veces– son sus favoritas, y cómo las planificó para que no resultara repetitivo: “Podría haber sido muy aburrido, pero si te aseguras de que el foco esté cada vez en algo, puede terminar siendo algo muy interesante”.
Edward Berger estrena este largometraje, con el siguiente, The Ballad of a Small Player, ya rodado. Tilda Swinton y Colin Farrell son los protagonistas de una obra que, asegura, es “muy diferente” a Cónclave, y que llegará a las salas en 2025.