Elena Trapé busca romper “la mirada reduccionista” hacia las directoras con ‘Els encantats’
Elena Trapé llevaba cinco años sin dirigir un largometraje desde que ganara la Biznaga de Oro con Las distancias, un retrato generacional inteligente y brillante. Desde entonces, ha trabajado en series como Hit, Élite o Rapa, pero no había vuelto a ponerse detrás de la cámara para el cine. Su regreso se ha producido con Els encantats una mirada delicada y nada ampulosa a la maternidad —con la que logró el premio al Mejor guion también en Málaga—, pero a una maternidad diferente. Podría ser la primera película sobre el tema en el que la hija solo sale en una escena, la inicial. Es, realmente, un filme sobre la ausencia. Del terror y el miedo a perderse todo. Eso es lo que le ocurre a la protagonista, una inconmensurable Laia Costa, que interpreta a una madre que se prepara para dejar a su hija con su padre tras una separación que ha concluido con una custodia compartida.
Un enfoque con el que rompe muchos prejuicios hacia las ‘historias de maternidad’, un término que le parece lleno de prejuicio y machismo. “Antes bromeaba con que nadie dice, 'Anda, mira, otro thriller necesario'. Cuando se estrena una película que protagonizan dos investigadores no surge este tipo de comentarios. Creo que si nos ponemos, no somos capaces de sacar una lista de diez historias sobre la maternidad en los últimos diez años. No existe. Sí que es verdad que ha habido una coincidencia en el tiempo con respecto a Cinco lobitos, que además tiene a la misma actriz, pero creo que hay una mirada muy reduccionista respecto al 'pack' de las chicas y a los temas de los que se supone que tenemos legitimidad para hablar”, dice la directora.
Para ella eso “es algo que responde a los roles de género en los que nos hemos criado y que deberíamos superar o romper”. “Es muy cansino, de verdad. A veces digo 'Si es que lo único que tengo que ver en común con esa directora es… no sé, que lleva el pelo largo'. A veces te ofrecen un proyecto y te das cuenta de que solo han pensado en ti por la cuota, porque es imposible que para esa producción haya salido mi nombre. Hay algo muy reduccionista en eso. Para mí es necesario plantear las historias desde una mirada o un relato que no existe, una posición que hasta ahora no estaba”, añade.
En Els encantats, la protagonista tiene una cita con un hombre, al que interpreta Daniel Pérez Prada, que responde a ese perfil de joven moderno y progresista que termina cayendo en todos los errores paternalistas. “Todas las mujeres que han visto esa llegada de Dani en la película ponen una cara de 'Buah, qué pereza'. Es unánime. Ese tipo de mansplaining nos lo hacen constantemente. Es más, es tu marido, es tu hermano, es cualquiera… Me gustaba mucho que el personaje de Eric, sobre papel, fuera ideal. Es un hombre heterosexual de 40 años que quiere ser padre, porque ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, y está en ese momento de decir ‘Yo compro el pack completo: tú, la hija, lo compro todo y vengo entregado’. Qué mal hemos explicado las cosas si el otro cree que lo que quiero es que me soluciones la vida. Me parece divertidísimo ese momento de ‘Yo lo que quería era estar follando y olvidarme de mis problemas y el otro viene a hacer de príncipe azul’”.
Un mansplaining que también está en la industria del cine, como cuenta entre risas la directora: “Esta es una discusión que tengo con muchos compañeros. Yo dentro de un equipo de rodaje ocupo un cargo privilegiado. Me ha costado lo mío que me tomen en serio, obviamente, y aún así cuando tengo esta discusión con compañeros de equipo, les digo: 'Mira a tu alrededor, esto es un campo de nabos'. En mis películas hay muchas jefas de equipo, pero no es que haga una discriminación positiva. Es que yo sé que esa persona lo tiene mucho más difícil. El reto no está en los auxiliares o los ayudantes. El reto es tener un presupuesto de cinco millones de euros. El reto es ser primer director en un proyecto. El reto es un thriller, es la ciencia ficción, no estos temas caseros que son como cuando en los quioscos tienes la sección femenina. Ese es un espacio en el que no se cuestiona nada. En ese sentido sí que creo que la crisis nos ayudó porque había poca pasta y ahí entramos”.
El reto es tener un presupuesto de cinco millones de euros. El reto es un thriller, es la ciencia ficción, no estos temas caseros que son como cuando en los quioscos tienes la sección femenina
También cree que ayudó que “las escuelas producen sin discriminar desde los ojos de la industria”, pero todavía quedan cosas por hacer: “A veces me he sacado fotos con mi equipo y digo: ‘Aquí estoy, amigos, con estos 'señoros' que me están contando que lo de los puntos es superinjusto y que si no hay una jefa de sonido, es porque no existe’; y yo les digo que se esperen que en un momento les paso 15 teléfonos. Es un problema estructural de la sociedad, no solo del cine. A mí me hace mansplaining hasta el camarero cuando le pido un vino”.
Con Els encantats siente que hay una mirada más madura como directora. Una “apuesta de concepto” que ha sido posible por todo lo que ha ido haciendo “a lo largo de estos años de ficción en distintos registros y estando en contacto con distintas personas”. “Veo un crecimiento del que me siento muy orgullosa, a nivel de factura, de puesta en escena y de tono”, afirma. Desde fuera parece que Trapé divide entre una carrera en el cine con proyectos más íntimos, y otra en series donde se curte con los encargos, pero ella prefiere no prometer que siempre será así. “No diré que no haría una peli de encargo porque es mentira. Seguramente si me llegara un guion interesante me interesaría hacerlo”, cuenta.
“Toda la parte que es menos personal la vivo como alguien que mira mucha televisión y mucho cine. Yo haría una película de Marvel superfeliz, o Harry Potter, lo que pasa es que luego me sale otra cosa muy distinta. Yo empecé en publicidad. Ahí estuve mucho tiempo y quizás es por eso que estoy muy cómoda en el mundo del encargo. Es algo que ha formado parte de mi vida profesional. Lo bueno de las series es que estás haciendo ficción, estás aprendiendo puesta en escena, trabajas con otros directores, que es algo muy enriquecedor. Esto es un trabajo muy solitario, y compartir series con otra gente a la que admiro y verlos ensayar me encanta. Luego yo me coloco en un sitio que también es muy gustoso, porque pruebo cosas que no haría en el universo en el que yo explico mis cosas personales. Con Elite me lo he pasado genial aunque mucha gente decía: ‘¿Elena Trapé haciendo ‘Élite’?’ Pues sí, he sido muy feliz”, asegura con contundencia.
Els encantats es otra prueba de que Laia Costa es una de las mejores actrices del momento actual del cine español. Un trabajo fino y delicado que termina con un monólogo final sublime. Una actriz que llegó al proyecto “de casualidad”. La directora iba con Isabel Coixet en un taxi, y esta le comento que Laia Costa había sido madre. Trapé se encontraba haciendo un cásting con actrices catalanas que fuesen madres. Buscaba eso, y cuando lo mencionó Coixet, no tuvo dudas. “Es una actriz que siempre me ha gustado. Me gusta mucho desde donde trabaja. Hay algo que que te enamora profundamente en ella, algo muy potente. Ella todavía estaba en Miami cuando le mandamos el guion, me llamó enseguida y me dijo que quería hacerlo”, recuerda Elena Trapé, que en el futuro próximo volverá a curtirse en una serie, ya que se encargará de dirigir varios capítulos de Yo, adicto, la serie de Disney+ basada en el libro de Javier Giner. Más músculo de cara a un nuevo proyecto donde desarrollar esa vertiente más personal.
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