Lo que la escena de 'La Mesías' hecha con Inteligencia Artificial enseña sobre sus riesgos y posibilidades
La semana pasada un vídeo se convirtió rápidamente en viral. Parecía el tráiler de una película de buena factura. Duraba apenas un minuto y había movimientos de cámara, encuadres, montaje… Nadie podría decir, a simple vista, que aquella escena había sido realizada con Inteligencia Artificial, pero así había sido. Los miedos de toda una industria, escenificados en las huelgas de guionistas e intérpretes del pasado verano, se escenificaban en un pequeño vídeo. Si hasta ahora la IA había creado dibujos, imágenes, carteles de fiestas regionales y textos, ahora la imagen en movimiento quedaba conquistada abriéndose una ventana infinita de posibilidades y de riesgos.
La tecnología avanza a pasos de gigante, y la Inteligencia Artificial es una realidad. El sector se pregunta qué hacer frente a ella, pero también qué hacer con ella. La IA puede ser un enemigo o un aliado poderoso, todo dependiendo de cómo se use, de cómo se legisle y de cuánto se vigile. Una de las principales dudas que surgen en torno a la Inteligencia Artificial es qué consideración tienen los vídeos creados con IA. ¿Estarán protegidos por leyes de propiedad intelectual?, ¿pertenecerán a la empresa que ha diseñado esa inteligencia?
Muchas preguntas, muchos retos y un presente en ebullición. Por ello es necesario debatir, hablar y abrir horizontes. Eso es lo que pretendió la mesa redonda organizada por el Ministerio de Cultura ―que recientemente publicó un código de buenas prácticas para ámbitos como la contratación de actividades y servicios creativos, los Premios Nacionales y las subvenciones― en el marco de la Berlinale. Allí, bajo el nombre de Reflexiones sobre la inteligencia artificial en la industria audiovisual, se intentaron vislumbrar las posibilidades, riesgos y retos del uso de esta nueva tecnología. Uno de los principales focos de debate lo colocó sobre la mesa Clara Ruipérez de Azcárate, directora de Estrategia Jurídica de Contenidos de Telefónica y Secretaria del Consejo de Movistar Plus+, y es a qué consideramos obra artística.
“A nivel legal es una obra creada por inteligencia humana, protegida por el principio de originalidad. Pero la pregunta es, ¿cuánto de mente humana debe tener para ser considerada así?, ¿si usamos IA para crear una obra artística, hasta qué porcentaje está siendo original, cuánto de incidencia humana debe tener?, ¿cómo medimos eso? Debemos pensar también legalmente qué tratamiento jurídico se da a obras creadas por IA”, lanzó al público.
Para poner una base real al debate, la mesa redonda contó con Javier Calvo y Javier Ambrossi. El motivo es que una de las escenas más comentadas de La Mesías fue creada con ayuda de la Inteligencia Artificial. Al ver el proceso creativo que habían realizado en torno a esa escena, el “pedo de ketamina” de Macarena García donde todo a su alrededor se convierte en iconos religiosos, nadie dudó de que la IA se puede crear para un resultado único, original y artístico.
Mirar fotograma a fotograma
Los Javis acudieron a Berlín para contar en primera persona cómo se llevó a cabo el desarrollo de esa escena, que nació “mucho antes de que explotara todo esto y se hablara tanto de la IA”, dijo Calvo. Un amigo de una de sus colaboradoras, Claudia Costafreda, tenía una cuenta en Instagram donde colocaba imágenes de gente generadas a través de la Inteligencia Artificial. Al verlas, Javier Calvo sintió “extrañeza” al ver esas “formas diluidas, como con formas derretidas”. “Es una sensación de que algo es humano pero no del todo, y eso me recordaba al mal viaje alucinógeno, así que cuando quisimos hacer esta escena, que era un mal viaje de ketamina, pensamos que los viajes de drogas se han hecho siempre iguales desde Miedo y asco en Las Vegas, y que ahí había una herramienta que creaba cosas con forma humanoide pero que no lo eran”, dicen del inicio.
El origen creativo era grabar una escena real, pero que esa escena fuera “derritiéndose, creando formas extrañas”. Decidieron grabarla y pasarla por IA para “aprovechar esos errores de forma artística, no por tener menos trabajo, sino por crear una capa más”. Todavía no había casi vídeo alterado por IA, y las máquinas que había no estaban alimentadas con lo que ellos querían, el pasado de su personaje, imágenes religiosas o las Stella Maris. Por tanto, recurrieron a una joven, a la que no dudan en llamar “artista” y subrayan constantemente su importancia en el proyecto. Se llama Alejandra G. López, y trabajó mano a mano con ellos para conseguir la escena deseada. “Le dimos los inputs que queríamos y fuimos fotograma a fotograma viendo lo que daba la IA y desechando o escogiendo. Hay un trabajo enorme encima. Hay una dirección, hay una escena rodada, hay una canción original, hay materiales nuestros y meses de trabajo”, añade Ambrossi dejando claro que eso es un trabajo humano con ayuda de tecnología. ¿Y los derechos de esa escena? Lo tienen claro: “Es de nuestra serie, pero hubo un debate”.
Artista de la IA
La artista de la Inteligencia Artificial, Alejandra G. López, se encontraba participando en una exposición del Festival de Arte Digital MMMAD el pasado mayo cuando se encontró a una amiga que estaba trabajando en el equipo de La Mesías. “Al cabo de unos días recibí un mensaje de Javier Calvo comentándome que estaban buscando a una especialista en animación con IA para la serie. A partir de ahí vimos si mi estilo podía encajar y resultó para mi sorpresa que les encantó”, cuenta Alejandra. “Es mejor incluso de lo que nos podíamos imaginar”, le dijeron los Javis.
Le dimos a la máquina los 'inputs' que queríamos y fuimos fotograma a fotograma viendo lo que daba la IA y desechando o escogiendo. En esa escena hay un trabajo meses de trabajo
Siempre tuvieron claro que la IA se usaría “de forma creativa”. Se exploraron diferentes opciones, “unas más fieles al material original y otras más abstractas para jugar con todas esas variantes durante la composición”. “Trabajé los prompt y los modelos de acuerdo con la idea de los directores a la vez que me dieron margen para experimentar con la escena. Fueron unos meses de trabajo donde probar y jugar implicaba crear un espacio para convivir con el error y abrazarlo o descartarlo según nuestro interés”, dice de su trabajo con la herramienta Stable Diffusion, entre otras.
Para llegar a ese aspecto final, Alejandra G. López entrenó “unos modelos con imágenes realizadas en el set de rodaje, documentación general de la serie y fotografías de una de las actrices principales para después unirlo con otro enfocado en representaciones más clásicas y religiosas”. “Estudié restauración de arte por mi gran afición al arte sacro, así que disfruté incluyendo parte de mis conocimientos sobre simbología de la Virgen, el bodegón español de Zurbarán y otros temas como parte de la investigación para dar con la estética y atmósfera deseada. La idea era salpicar sobre la protagonista de la escena un modelo de ella adolescente situándola en un momento doloroso de su vida, donde ya la propia técnica de la IA que escogí ayudaba a crear este caos y esta incomodidad en toda la escena por sus fragmentaciones y empujones bruscos”, añade.
Es fundamental que tanto las grandes empresas detrás de la IA como 'nosotres mismes' nos comprometamos con su uso ético
Cree que “es normal que la IA asuste, porque posee mucho potencial y no conocemos sus límites y consecuencias”. “Por supuesto que como artista me surgen preguntas de cara a mi futuro laboral, aunque para mí haya un interés en integrar esta herramienta a mi trabajo, tengo en cuenta sus diferentes caras, al igual que puedo ver las ventajas que trae. Ser responsable incluye contar con todo esto a la vez que se es constructivo y crítico con la situación que estamos viviendo y nos tocará vivir. La IA es una herramienta más a la disposición de los artistas. Es decisión de estos utilizarla de diferentes formas y poder adaptarla a su propio estilo y para ello hay que conocer la herramienta”, opina.
Destaca que tiene una “característica democratizadora”, y que por ello “ya no solo los artistas podemos jugar con ella sino que cualquiera que cuente con un ordenador puede trastearla, aunque justamente esto también sea foco de preguntas”. Por ello aboga por que sean los artistas los que formen “parte del debate para que no sean otros los que hablen”. “Es fundamental que tanto las grandes empresas detrás de la IA como nosotres mismes nos comprometamos con su uso ético. Debemos considerar no solo las intenciones con las que se usa, sino también los riesgos y el impacto que puede tener en nuestra sociedad. La conversación sobre regulaciones éticas debe continuar hasta encontrar soluciones sólidas que promuevan el respeto por todos los implicados”, zanja y pide incluir una “reflexión clave” del artista Gregory Chatonsky: “El espacio latente no contiene imágenes sino todas sus posibilidades”.
Legislación y retos
En la mesa redonda de la Berlinale también se habló del momento actual y de la ley de Inteligencia Artificial europea que, en estos momentos, está pendiente de sus aprobación definitiva en el parlamento y que se estima que llegará en abril, donde se abrirá un periodo para que cada país pueda implementarla. Una ley que “nace sin la vocación de arreglar todos los problemas hipotéticos y las dudas”. “Quien espere que vamos a tener soluciones para todo está equivocado porque este es un fenómeno abrumador y transversal, y es imposible”, avisó Ibán García del Blanco, eurodiputado en el Parlamento Europeo y miembro del equipo negociador de la ley.
Adelantó que la ley establecerá que “las empresas y los desarrolladores o implementadores tendrán que explicar qué contenidos y datos han utilizado para entrenar estos modelos de forma que cualquier tenedor de derechos pueda fácilmente llegar a la conclusión de que se han usado sus derechos y su contenido”. “Cualquier motor que quiera operar aquí va a tener que cumplir con la ley que, además, tiene una vocación atemporal, da igual que hayan entrenado al motor antes o después, hay que cumplir con la ley”, añadió. Habrá que fiarse de las empresas, pero también existen ya herramientas para detectar qué es y qué no ha sido generado con Inteligencia Artificial. Se prevé un futuro en el que una IA detecte qué ha sido producido por IA. Para ello cree que deberá haber incentivos para desarrollar estas herramientas de control.
Para los contenidos generados por IA, la ley establecerá que hay que dejar claro cuándo han sido creados así. Es decir, si La Mesías se estrenara con la ley aprobada debería avisar de que esa escena utiliza Inteligencia Artificial. Eso sí, no debería ponerlo todo el rato durante la escena, sino que en casos como este se tiene en cuenta que esa aclaración “no se inmiscuya en la obra artística pero que quede aclarado al principio de la película o del videojuego, que quede claro porque el ciudadano tiene derecho a saberlo”.
Cuando el debate parecía más claro y había quedado establecido el momento actual y los retos para los artistas, Javier Calvo lanzó dos dudas sobre la bocina que demostraron que es imposible poner puertas al campo. ¿Si hay un plano en el que se cuela un micrófono, se podrá usar IA para borrarlo?, ¿perjudicará a sectores como el de los efectos visuales?, ¿podrá usarse para rellenar un plano que no se haya rodado siempre que no haya actores? Dudas que irán surgiendo en el camino hacia un presente incierto.
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