El actor estadounidense Eli Wallach, que consiguió la fama tras protagonizar la cinta El Bueno, el feo y el malo en 1966, falleció el pasado martes a los 98 años, según confirmó su hija Katherine al diario The New York Times. Era conocido por su círculo cercano en Hollywood como 'el versátil sr. Wallach', ya que protagonizó más de 150 créditos junto a los pesos pesados de la industria estadounidense.
No importaba el género, decían de él que siempre parecía a gusto y bajo control. Ya fuese interpretando a un bandido mexicano en el oeste de Los siete magníficos, a un empleado anodino en Rhinoceros, como el compañero de Clark Gable en The Misfits, el seductor dudoso de Babydoll o un capo de la mafia que sucumbe ante un postre envenenado en El padrino III. Se mantuvo activo hasta hace bien poco con Wall Street 2, y su reconocimiento internacional llegó justo un año después.
A pesar de sus muchos años de trabajo en el cine, algunos de ellos aplaudidos por crítica y público, Wallach nunca fue nominado para un Premio de la Academia. Pero en noviembre de 2010, menos de un mes antes de cumplir 95 años, la Academia de las Artes y las Ciencias de Hollywood le concedió un Oscar honorífico. Calificaron su sello en el oficio como “el camaleón por excelencia, en su esfuerzo habita una gran variedad de personajes, aunque pone su espíritu inimitable en cada uno de esos papeles”.
El cine y el amor en la intimidad
En sus más de 60 años en fotogramas de cine y series de televisión, trabajó junto a estrellas como Francis Ford Coppola, Michael Douglas, John Ford, Clark Gable, John Huston, Sergio Leone, Marilyn Monroe, Al Pacino y Gregory Peck. Pero según confesó en una entrevista a The New York Times, lo que más le llenaba era trabajar junto a su gran amor, Anne Jackson, sobre las tablas. El matrimonio Wallach fue uno de los más respetados y queridos en el panorama teatral estadounidense, pero las cintas eran las que pagaban las facturas. “Para los actores, las películas son un medio para un fin y tener suficiente colchón para volver a casa y hacer una obra de teatro”.
Mientras representaba El diario de Ana Frank, Cafe Crown o Flowering Peach con su señora, se paseaba por los set de rodaje con Peter O'Toole o con Clint Eastwood y Lee Van Cleef a las órdenes de Sergio Leone. Aunque su debut fue de la mano de Elia Kazan en 27 vagones llenos de algodón, lo que supuso un resorte para la corta vida cinematográfica de Wallach.
Entre sus últimos papeles, le reconoceremos también como el guionista desilusionado en The Holiday, en el drama judío Tickling Leo, en The Ghost Writer de Roman Polanski o como padre de Antonio Banderas en Two Much, dirigida por Fernando Trueba. Aun así, el teatro seguía siendo su base de operaciones y admitió nunca podría soportar dejarlo. “¿Qué otra cosa voy a hacer? Si me encanta actuar”.