El cine del franquismo siempre se ha descrito como casposo y rancio. La producción posterior a la Guerra Civil estuvo marcada por la censura, el control férreo de los argumentos y unas temáticas enfocadas a ensalzar el patriotismo y los valores de la dictadura. A partir de los años 50 entra otra moda dentro del cine, la de los niños cantantes. Ahí están las películas de Joselito, dirigidas por Antonio del Amo. El cineasta -abuelo de Rodrigo Sorogoyen- es uno de los casos más peculiares de la historia del cine español. Con 19 años es parte del movimiento cultural en el Madrid de la Segunda República, y tras el golpe de estado llega a rodar documentales para el bando republicano.
La victoria de Franco termina con Del Amo detenido y condenado a muerte pero, gracias a la intervención de cineastas afines al franquismo, consigue salvarse. Desde entonces, desaparece del mapa hasta que en 1947 su nombre se acredita como director de su primer largometraje, Cuatro Mujeres, la historia de cuatro hombres que durante una partida de póker recuerdan amores del pasado. El guion de Cuatro mujeres depara otra sorpresa. Lo escribe Manuel Mur Oti, otro republicano que tras la guerra acaba en un campo de prisioneros francés.
La pregunta es obvia: ¿cómo es posible que dos cineastas marcados por su filiación política dirijan en los años 40 hasta tres películas juntos? Según Wikipedia, son ellos los que crean la productora Sagitario films, la empresa cuyo logo aparece en sus obras y en las de otros de los mejores directores de la época como Edgar Neville. Sin embargo, Wikipedia miente. La enciclopedia virtual ha comprado la versión oficial. La versión que oculta que tras Sagitario Films se encontraba realmente un general nazi que blanqueó el dinero ganado durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial haciendo negocios desde España. Una figura conocida en todos los círculos del franquismo y que hasta presumía de que Franco le había regalado un cuadro de El Greco.
Su nombre es Johannes Bernhardt, y su historia la ha investigado hasta el último resquicio Santiago Aguilar. Una investigación que ha publicado la editorial Shangrila bajo el título de Sagitario Films. Oro nazi para el cine español y que ha merecido el premio Muñoz Suay que concede la Academia de Cine y que reconoce los mejores trabajos de investigación histórica sobre cine español. El jurado destacó “el rigor en la investigación de una empresa y de un productor hasta ahora no suficientemente estudiado y que, en cambio, es muy significativo del contexto histórico de una época y de las relaciones entre el franquismo y la Alemania nazi”.
Aguilar bucea en documentos desclasificados de la CIA, archivos argentinos y en todo lo publicado para descubrir quién era realmente Bernhardt y ahondar en cómo hizo su dinero. Su fortuna se fragua durante la Guerra Civil, donde actúa de intermediario de Franco ante Hitler. Tras la victoria franquista, y ante el dinero que debía España a Alemania por su apoyo en la contienda, se queda en el país para mediar en todas las exportaciones de materias primas –incluido el wolframio, conocido como oro negro– durante la Segunda Guerra Mundial. Llegó a ser uno de los nazis más buscados tras la Guerra Mundial, y finalmente huyó a Argentina (supuestamente con su cuadro de El Greco bajo el brazo), pero antes fundó, mediante testaferros, la empresa Sagitario Films, con la que blanqueó el oro nazi y rescató del olvido a cineastas olvidados durante años como Del Amo o Neville.
Por indicación de un buen amigo llegué hasta el hombre que podía ser el productor soñado. Yo creé el sueño, desde el logotipo hasta la palabra fin. Bajo ese sueño mío se formó Sagitario Film
El propio Del Amo, tal como cuenta Aguilar en su trabajo, se ponía la medalla de haber convencido a Bernhardt para invertir en cine. “Y al cabo, solo premiado y con un guion magnífico en la mano, era tal como un pobre: Cerca de Dios pero a la puerta del templo. Y recorrí Madrid. Y hablé con guionistas, con jefes de producción, con vencedores, con vencidos. Y al fin, yo sabía el costo de un guion que ya había escrito: desde el primer grito de ¡Motor!... ¡Acción!... hasta el: gracias, señores, del final de la película. Y por indicación de un buen amigo –Santiago Peláez–, que era algo así como auditor-contable de un editor alemán, llegué hasta el hombre que podía ser el productor soñado. Y lo fue. Yo creé el sueño, desde el logotipo hasta la palabra fin. Bajo ese sueño mío, se formó la productora Sagitario Films”, contaba el director en el libro que escribió sobre él Miguel Marías, Manuel Mur Oti, las raíces del drama.
Ese misterioso editor alemán es Bernhardt, y Mur Oti siempre se encumbró a sí mismo como ideólogo artístico en la sombra. El general honorario de las SS, director del consorcio empresarial alemán más importante de los que operan en España entre 1936 y 1946, produce cine del 47 al 51 y da voz a cineastas de izquierdas. “Yo lo apuntaba todo, creaba hipótesis que podían volverse realidades y calculé que hacer una película barata podría costar aproximadamente dos millones y medio de pesetas de aquel tiempo. Entonces pregunté a un amigo experto en contabilidad, y que llevaba la de una casa alemana, quién tendría esa cantidad y, al cabo de un par de días, me facilitó el nombre de un alemán. Este me señaló fecha y lugar para visitarle y me concedió media hora para exponerle el asunto. Yo acudí felicísimo, pero tan pronto le dije que se trataba de una película, puso fin a la entrevista. Yo continué sentado, le recordé que me había concedido media hora para exponerle el negocio y así nació Sagitario Films”, contó Mur Oti en una entrevista con Augusto Martínez Torres.
La primera noticia oficial de Sagitario Films data del 25 de marzo de 1947, cuando se registra de forma oficial la solicitud del permiso de rodaje de Cuatro mujeres. El presupuesto fue menos del que aireaba Mur Oti, 1,8 millones de pesetas. El rodaje se retrasa por culpa de la censura, a la que no gustó el guion escrito por él. Fue la primera película con la que Bernhardt comienza a desbloquear su dinero. Gracias a su investigación, Santiago Aguilar cuenta con detalles la vida de un personaje tan sorprendente como el general nazi, pero también reconstruye y reivindica un cine hecho en la dictadura y que suele pasar desapercibido en los libros de historias.
“Bajo ese paraguas empresarial tan ominoso se realizan unas cuantas películas de incuestionable interés en las que es posible identificar, incluso, una suerte de marca de fábrica, una especie de ‘sello Sagitario’ que se hace visible a través de la predilección por determinados temas y atmósferas”, dice el autor en su libro. Antonio del Amo, Manuel Mur Oti, Luis Escobar o Arturo Ruiz Castillo, entre los debutantes, y Edgar neville, como más veterano, fueron los nombres a los que Sagitario Films rescató.
Este productor se llamaba Bernhardt y estaba muy relacionado con el partido nazi; y por lo visto tenía que justificar su permanencia en España, o había un capital aquí que había que desbloquear
Mur Oti no es el único que contó abiertamente que había un nazi tras la producción de aquellas películas. Fernando Fernán Gómez también hace mención -con algo de imaginación- a Bernhardt en sus memorias, El tiempo amarillo (Capitán Swing): “Este productor se llamaba Bernhardt y estaba muy relacionado con el partido nazi de Hitler; y por lo visto tenía que justificar su permanencia en España, o había un capital alemán aquí que había que desbloquear. En fin, algo de esto que nosotros los hombres corrientes no llegamos a entender nunca bien. Y cuando despareció, se deshizo todo este grupo en el que estaban Antonio del Amo, Mur Oti, el que luego sería guionista Antonio Vich, que entonces era director general de producción, y un tal Santiago Peláez que era el gerente”.
Fue, precisamente, esta mención la que encendió la bombilla de Santiago Aguilar. En sus investigaciones se va encontrando “con mil historias que no están contadas”. Esta era una de ellas. También había una mención a Bernhardt en el diccionario de productores del cine español de Ruambau y Torrero que publicó la Filmoteca Española. “Coincide que en Sagitario Films están Luis Escobar y Neville, que me habían interesado mucho en otras investigaciones, y dos de las películas de Neville están legalizadas por Bernhardt, las produjese o no él”, cuenta Aguilar. Buscando llegó “a los papeles desclasificados de la CIA en los que se hablaba en general de Sofindus y de todo el entramado industrial que había montado. Sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial y con alguna alusión a la Guerra Civil. Había una serie de notas, mínimas, que remitían a las empresas que tenía para lavar el dinero que no puede mover porque lo tiene congelado”, explica del origen de su investigación.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la legislación española no permitía que hubiera capital extranjero, por lo que Bernhardt “actuaba siempre con testaferros”. Santiago Aguilar descubre también la figura de Santiago Peláez, el otro nombre que mencionan Mur Oti y Fernán Gómez. “Él tampoco es un testaferro al uso, sino que es un profesional del cine que asume las riendas de la productora y, sobre todo, me llama la atención que aparte de la productora Sagitario ellos monten una distribuidora con muchos contactos con Reino Unido que se llama Europa Films y con la que estrenan, por ejemplo, Las zapatillas rojas de Powell y Pressburguer. También compran los estudios Cinearte y montan una especie de asociación de dobladores”. De hecho, Aguilar, codirigió la película Matías Juez de Línea que, en un guiño del destino, fue montada en Cinearte. “Es que yo había estado allí. De hecho, algunos planos lo rodamos allí, había muchos puntos de contacto”, añade.
Describe su investigación como “una historia económica, una historia política y una historia cultural”. No se atreve a dar una cantidad de cuánto dinero pudo lavar Bernhardt con Sagitario Films, porque “es imposible de saber”, pero sí que tiene claro que “es mucho dinero”. “De hecho, él sigue después manteniendo el negocio en España de importación exportación y, según los nazis, tiene un piso en la calle Zurbano dedicado al préstamo 'con usura'. El dinero siempre tenía que circular, que entrara en el circuito y saliera limpio por el otro lado”, indica. Un trabajo documentado y minucioso que se centra en los datos que ha comprobado, aunque también mencione las versiones que se han trasladado por la tradición oral, como ese regalo de Franco en forma de cuadro de El Greco que nunca se pudo confirmar que llegara junto a él en Argentina. Historia del cine y de España que parece salida de la mente del mejor de los guionistas, pero que solo es un ejemplo de lo necesario que es hacer memoria sobre nuestro pasado.