Hasta 80.000 euros de los 193.000 euros que el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audivisuales (ICAA) otorga a los pequeños festivales ha ido a parar a la celebración de la gala de los Goya en 2014, según la información publicada este mes de agosto por la Secretaría de Cultura. Una cantidad sobresaliente y “deproporcionada”, según han comentado a eldiario.es directores de diferentes festivales como Alfonso Pato, del festival de Cans (O Porriño, Pontevedra), que ha obtenido 4.000 euros. Además, es la única Academia que recibe una subvención del ICAA, puesto que ni la Academia Galega do Audivisual ni la Acadèmia del Cinema Català suman nada del instituto estatal.
Esta partida, no obstante, hay que escudriñarla con detenimiento, puesto que en ella no están incluidos los festivales de categoría A, como San Sebastián, por ejemplo, que reciben otro tipo de ayudas directas. El presupuesto del ICAA está destinado a aquellos eventos organizados por asociaciones o fundaciones que no tienen ninguna ligazón con instituciones públicas. Es por ello que a muchos extraña que en él sí se incluya la gala de los Goya.
“Hay una desproporción enorme. Es extraño que se presenten los Goya. Esa partida debe ir en otro lado, como ocurre con otros festivales. Es un desbarajuste absoluto, ahora bien, si está la Academia Española, que estén también las otras academias. Es todo una cuestión política”, se queja Pato, al frente del Festival de Cans que este año vuelve a gozar de la subvención después de habérsela retirado en 2010. “Quizá a nivel jurídico habría que cambiar la ley para que pudiéramos optar todos de manera igualitaria. San Sebastián lo organiza el propio Ministerio de Cultura, y por tanto tienen ayudas de las entidades públicas, pero es que yo no tengo esa competencia”, reconoce, por su parte, Ángel Rueda, del festival de S8 Mostra de Cinema Periférico que se celebra en A Coruña y que goza de una subvención del ICAA de 4.000 euros.
Menos ayudas
A la inclusión de los Goya se suma la disminución de las ayudas en los últimos años, como reconocen los directores. Por ejemplo, el S8 ha tenido una rebaja de 1.000 euros, y lo mismo ha ocurrido con el Play Doc de Tui, que dirigen Ángel Sánchez y Sara García, y que tiene una subvención de 5.000 euros. “Las ayudas se han venido reduciendo, llevamos diez años, trabajamos desde la periferia. Lo de las subvenciones muestra una falta de interés por la labor que llevamos haciendo. Nosotros competimos en desigualdad de condiciones, necesitamos generar una infraestructura y cubrir una infraestructura. Las cantidades no se corresponden con lo que los festivales ofrecen. Y no solo en el ámbito del festival, sino como espacio para la generación de industria y beneficio a todos los niveles”, resume García.
Desde el Festival de Cinema de Autor de Barcelona, que este año ha cumplido su cuarta edición y que tiene una ayuda de 6.000 euros, Carlos Ríos sostiene que, a pesar de la creencia del alto presupuesto público dedicado a la cultura, el monto dedicado “no es tanto. Se dice que hay muchos festivales y muchas actividades culturales en Madrid y Barcelona, pero no es así. No podemos decir que la cantidad para festivales sea mucho dinero”.
A estos datos se suman otros números para la discordia: la dotación con la que este año cuenta el ICAA, 33,7 millones de euros, un 13,8% menos que en 2013.
Con recursos propios
En esta situación, desde estos pequeños festivales –en presupuesto- se ha optado por optimizar sus propios recursos con una gestión que abarca desde los convenios con hoteles y restaurantes de la zona hasta todo tipo de propuestas imaginativas.
“Nosotros tratamos de involucrar a las instituciones de la ciudad con la aportación de los espacios, por ejemplo. Es un modelo más colaborativo, para que no sea todo de las ayudas”, manifiesta Ángel Rueda. En Cans la idea es que haya una relación entre el festival y el pueblo con una rentabilidad económica y social. Para ello se obsequia con cheques para material escolar o cheques para compra de comida a los vecinos que participen en el encuentro. Quedan eximidas, sin embargo, la ayuda procedente de los bancos. “Hay patrocinios privados, y tenemos muchas ofertas, pero tampoco nos vale cualquier marca. No queremos una marca que no vaya acorde con la filosofía de hacer las cosas. Por ejemplo, Caixa Galicia o Nova Caixa, por mucho dinero que pusiesen no iban a estar”, asegura Alfonso Pato.
No obstante, ellos saben que si la ayuda pública está en horas bajas, la privada tampoco se encuentra en su mejor momento. Así lo reconoce Carlos Ríos desde Barcelona: “En una buena situación, un 60% procedería de recursos privados, pero también hay menos patrocinio. Todo el mundo dice que hay que echar mano a lo privado, pero hay menos, destinan menos a eso. Lo que hay que hacer es buscar mucho intercambio, diversificar y estar presente todo el año”. Porque a la tan traída Ley de Mecenazgo ya ni se la espera.
Pese a los esfuerzos lo que tampoco está garantizado nunca es la continuidad. Los directores afirman que en muchas ocasiones, a dos meses del festival, ni siquiera tienen el presupuesto cerrado, ni saben qué cineasta va a poder acudir. “Aquí de un año a otro es un sinvivir. Qué se yo cómo va a ser el siguiente año, aquí nunca ha habido una vocación de hacer un plan a largo plazo”, resume Pato. “La supervivencia es una cosa anual. Nos hemos acostumbrado a vivir en la incertidumbre, asumimos riesgos porque la sociedad los reclama. A veces nos hemos topado con un presupuesto establecido y comprometido y no teníamos asegurado ni el 50%. Y son cantidades super razonables”, indica Ángel Sánchez.
Estos son los directores que al menos han conseguido un pellizco del ICAA para sus festivales. Otros muchos como el de Alicante, el de Mujeres de Pamplona o el ZEMOS 98 se han quedado fuera de la partida. No así los Goya, que si bien se aplaude que reciban una ayuda, como se insiste desde estas pequeñas localidades –pero grandes en ideas como Cans, que acaba de recibir un premio de otro festival en miniatura como el de Ascaso en Huesca- no deberían entrar dentro de este presupuesto.