En enero de 2020 el mundo artístico francés sufrió un terremoto. La escritora Vanessa Springora publicaba un libro en el que desvelaba los abusos que sufrió por parte del escritor Gabriel Matzneff, eminencia literaria francesa y ganador de los más prestigiosos premios por su trabajo. El consentimiento contaba lo que muchos sabían y nadie quiso denunciar. Matzneff había escrito obras declarándose pedófilo y jactándose de practicar turismo sexual con menores. No pasaba nada. Era un intelectual, parte de una burguesía cultural que se protegía y se amparaba en un falso concepto de libertad.
Cuando esto ocurrió ella tenía 13 años y él casi 50. El relato sorprende, y de ahí su nombre, porque lo que cuenta es cómo ella fue víctima de un abuso de poder antes de un abuso sexual. De la manipulación, primero psíquica y luego física, que sufrió por parte de él. Ella llegó a pensar que estaba enamorada de él. Él fue asediándola con cartas, con adulaciones, y hasta convenció a la madre de ella, una conocida editora, de que estaba enamorado de su hija a pesar de que fuera menor. Durante décadas toda la industria editorial hizo como que nada pasaba, pero todo estalló cuando el libro se publicó.
Algo ha cambiado también en estos cuatro años que van desde que el libro se publicara hasta que se ha estrenado en salas su versión cinematográfica del mismo nombre y que ha dirigido Vanessa Filho. El consentimiento es una película que parece de terror. Que coge el punto de vista de la menor para revolver. El cuerpo duele cuando uno ve a ese señor en plena caza, en pleno desarrollo de un abuso que ven bien hasta los padres de Springora.
La directora francesa quería con esta adaptación “prolongar el combate”. “Dar voz a todas las víctimas, eso es lo que me importaba, poder de alguna forma aportar una dimensión útil al arte y a través de la película proteger a futuras víctimas. Porque las he conocido que se siguen sintiendo culpables, que sienten vergüenza, porque no piensan que sean víctimas. Es muy difícil reconocerlo, sobre todo cuando has caído en el poder de alguien, pero nadie es invencible a la manipulación, todos hemos pasado momentos frágiles donde pierdes tu racionalidad”, cuenta Filho.
La cineasta explica que la publicación del libro “tuvo un impacto sobre la ley francesa del consentimiento y se usó como herramienta de reflexión, pero también como herramienta jurídica”. Espera que su largometraje tenga un eco, al menos para seguir concienciando. Los pases en Francia le dan optimismo: “Me conmovió cuando en el estreno vi muchos jóvenes, chicos y chicas, que luego escribían en redes sociales y expresaban su preocupación, su enfado sobre lo que no querían aguantar. Hablaban de la palabra consentimiento, y ahí me di cuenta de que era parte de su vocabulario. Eso me llenó de esperanza”.
No solo los jóvenes, también ha conocido a padres que a través de la película han hablado con sus hijos sobre el consentimiento, sobre abusos, o incluso se han atrevido a contar los que ellos mismos sufrieron. “Se abrió la posibilidad de hablar de ello. Mucha gente, tras leer el libro y ahora tras ver la película, se han decidido a hablar. Cuando ves que los libros de él han destruido tantas vidas, es bonito ver que la literatura puede hacer algo al respecto”, añade.
Mira lo que ha pasado con Gerard Depardieu. Incluso el presidente de la República le ha defendido en nombre de la cultura francesa ignorando a las víctimas
Una de las cosas más sorprendentes del suceso fue la impunidad con la que pudo desarrollar sus abusos Gabriel Matzneff, algo que Filho cree que todavía llega hasta la actualidad. “Dicen que no lo sabían, que no se enteraban, pero es imposible, la mayoría han sido discretos y silenciosos, no se han manifestado, pero no se han arrepentido de nada”, acusa y lanza una crítica feroz al mundo del arte y a cómo se defiende y es cómplice de la cultura de la violación, algo que une el tema de su película con el reciente caso del dramaturgo Ramón Paso, denunciado por 14 mujeres por abusos y que a pesar de ello desarrolló una carrera de éxito en el teatro.
Para Vanessa Filho todo parte de “la impunidad que se otorga a los hombres artistas en nombre de ese arte”. “Esa es una de las razones que me empujó a hacer esta adaptación, el abuso del poder en el circulo de la cultura. La cultura como arma de destrucción. Son gente que se permite todo en nombre del arte”, subraya y se acuerda del caso de Gerard Depardieu: “Mira lo que ha pasado con Gerard Depardieu. Incluso el presidente de la república (Macron) le ha defendido en nombre de la cultura francesa ignorando a las víctimas”.
Ese silencio sostenido en el tiempo hace que Filho una lo ocurrido con Matzneff con el Me Too del cine francés, que parece que empieza a desvelarse. “Hay un paralelismo. A él se le retiraron las ayudas, se retiraron sus libros, pero sus cómplices siguen estando y no dicen nada. Si no dices nada es que eres cómplice. Me di cuenta en el estreno de que él sigue teniendo muchos amigos. En el cine francés es verdad que estamos viendo un nacimiento del Me Too, cada vez se habla más, pero hay muy pocos hombres que hablen, y eso es importante. Estamos todavía muy lejos del fin. El debate entre el hombre y el artista sigue existiendo. Espero que las cosas se pongan en marcha. Admiro la valentía de las mujeres que se han atrevido a hablar en este contexto de mundo artístico donde los hombres se protegen mucho. Todos de alguna forma somos cómplices, porque la negación colectiva que persiste desde hace tanto tiempo es terrible, y cuando hablo de la valentía de las víctimas es porque hacen caer las paredes de esa negación”, concluye.
A pesar de haber visto la cara positiva de la juventud en una cuestión como el consentimiento, le preocupa el auge de la extrema derecha, porque “aunque hay una juventud que habla sobre el tema, también hay otra que es cada vez más radical y violenta”. “El ascenso de la extrema derecha es aterrador porque puede crear otro momento de confusión en la juventud. Cada vez hay más depredadores menores de edad, las estadísticas son terribles, la violencia está muy presente, también la prostitución de menores”, dice la autora de una película que intenta poner el foco y algo de luz en un asunto que ha estado escondido y silenciado durante demasiados años.