La historia real de Gila en el bando republicano de la Guerra Civil que le hizo querer hablar con el enemigo
Gila se pasó décadas haciendo reír a los espectadores con un gag infalible e histórico. El cómico se caracterizaba como si estuviera en una trinchera e intentaba hablar con el enemigo. Le pillaba en el baño, en la cocina, o en diferentes actividades cotidianas. Siempre era un mal momento para hablar con él. Lo que Miguel Gila hizo, en prime time y en unos años donde todavía era un tema tabú, era hablar de la Guerra Civil española. A pesar del silencio impuesto en la Transición al respecto, con esa necesidad de mirar hacia adelante para intentar avanzar juntos, Gila habló de la Guerra. Con un toque de humor absurdo, dejó en evidencia el sinsentido de cualquier conflicto bélico.
En su chiste nunca se habló de bandos. No había buenos ni malos. Por eso, caló como algo transversal, común a todos. Era un humor pacifista y antibelicista. Pero detrás de aquel gag hay una historia que sí tiene bandos y colores. Una historia real que le marcó tan fuertemente que la convirtió en la materia prima de su mejor bala cómica.
Con 17 años se alistó de forma voluntaria en el ejército republicano, y sobrevivió a un fusilamiento que contaba, cómo no con humor, en su autobiografía Y entonces nací yo: Memorias para desmemoriados (Editorial Temas de hoy, 1995). Sobrevivió también a varios campos de concentración, y todo ello lo contó en aquel libro. ¿Cómo es posible entonces que la figura de Gila se haya despolitizado y contado obviando casi siempre aquel pasaje? Un pasaje que es, además, fundamental para entender su humor.
Ahora una película recupera ese momento. Se trata de ¿Es el enemigo? La película de Gila, segundo largometraje de ficción de Alexis Morante que viene a hacer justicia con el cómico, a revivirlo para las nuevas generaciones y, de alguna forma, a hacer Memoria Histórica para entender a Gila en toda su profundidad política, la que tenían sus chistes aunque muchos no quisieran subrayarlo.
Esa parte de las memorias fue la que sorprendió y encandiló al cineasta Alexis Morante, que la ha convertido en el centro dramático de su segundo largometraje de ficción que llega este viernes a las salas. Morante recuerda como José Alba, el productor del filme, estaba leyendo las memorias de Gila cuando pensaban en el que sería su segundo proyecto. Lo que más le llamó la atención es que nadie tenía los derechos de las memorias del cómico. “Me dijo que las leyera para ver si veía un documental o una historia, pero lo que me llamó la atención fueron los episodios de la guerra. Yo no sabía que él había estado en la Guerra Civil y eso me impactó”, cuenta el director.
No solo era el hecho en sí, era cómo lo contaba Gila en aquellas memorias, “con ese prisma suyo”. Le vino a la cabeza una película, Diarios de Motocicleta, de Walter Salles, que contaba al Che antes de ser el Che, y pensó que sería interesante coger ese concepto para contar “el viaje iniciático que le haría convertirse en el cómico más grande de España. O por lo menos el primero que hizo reír a todo el mundo en la posguerra”. Gila antes de ser Gila.
Gila tuvo la valentía de vestirse de soldado y ponerse en un escenario a hacer una parodia de la Guerra Civil en una España militarizada y en dictadura
Morante tiene claro que si Gila fuera de EEUU ya tendría una serie, varias películas y esta parte de su vida, la que pasó en un evento tan importante para la historia de España como la Guerra Civil, sería ampliamente conocida por todo el mundo. “Lo que recordamos de Gila son sus actuaciones y esto pasó desapercibido. Pero es verdad que yo cuando he empezado a investigar, he visto que el episodio del fusilamiento sí lo había contado muchas veces. No sé si era la forma de contarlo que tenía él, que quizás parecía ironía y a lo mejor no se le daba la importancia, pero al hablar con su hija y con la gente que le conoció, es un hecho que sí le afectó mucho, y eso es lo que hace que el monólogo más famoso que hizo tenga mucho más sentido”, opina.
Sí que cree que también esa Transición que imponía una mirada de olvido y perdón hizo que esa parte de su vida quedara más escondida, pero subraya que sobre todo ha querido mostrar en su filme que “Gila es alguien antibelicista que resalta el absurdo de la guerra”. “Cuando pregunta ¿quién es el enemigo?, habla con él como si fuera un compañero, como si fuera algo cotidiano, y eso tiene una fuerza muy potente porque esto viene de que él estuvo en la guerra”, añade.
Si Gila contaba su casi fusilamiento con humor, la película que lo mostrara tenía que hacerlo de la misma forma, y ahí entraba uno de los riesgos del proyecto, encontrar un tono que “ha sido lo más complicado” del filme. Lo fue “desde antes de escribir el guion incluso”. “Yo siempre he tenido la referencia de una película que yo creo que nos marcó a todos en el cine moderno que es La vida es bella, que jugaba con los tonos de una forma muy original”, explica Alexis Morante que también cita como referencias a Chaplin (incluidas dentro del filme de forma explícita). “Son artistas que han hecho ese juego con los tonos que yo quería hacer con Gila, pero reconozco que ha habido veces que he pensado que para qué me había metido yo en esto, pero creía que juntar al rey de la comedia con la tragedia más grande que ha habido en España tenía mucho sentido”, opina.
Hacer esta película le ha hecho analizar la figura de Gila e intentar descifrar el misterio de su humor que emocionaba y hacía reír a todos: “Lo primero que había era una persona muy inteligente detrás de un personaje que parecía muy cotidiano y muy inocente. Alguien que se viste de soldado en una España militarizada y en dictadura, y se pone en un escenario a hacer una parodia de la guerra cuando la guerra era algo muy serio en ese momento, creo que eso ya tiene una valentía y es alguien que está innovando, que está abriendo paso. Pero es que además yo creo que el humor de Gila es transversal, porque te lleva a cosas muy grandes desde la cotidianidad de personas normales, y eso le hace gracia a todo el mundo”.
Hay también una voluntad de descubrir a Gila a unas nuevas generaciones que “no lo conocen o si lo conocen es por sus padres o porque conozcan la historia cultural de este país a conciencia”. Por ello ha recurrido a un “lenguaje narrativo moderno, para que el joven entre en la película independientemente de quien sea Gila”. En los festivales donde se ha proyectado, Alexis Morante se aceraba a los jóvenes para ver qué les parecía y comprobaba que no sabían quién era, pero que al salir del filme “se iban a Google porque la historia les ha impactado y descubrían sus monólogos, y eso es bueno para todos”.
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