En los últimos meses, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha mantenido expectante a la industria del cine ante el anuncio de importantes mejoras en el sistema fiscal. Después de una legislatura con un marcado espíritu batallador en contra de cineastas y productoras, parecía que el Gobierno iba a desabrocharse el cinturón y resituar a España en el mapa de la competencia extranjera.
Nada más lejos de la realidad. “Concretamente para el cine español, en situación crítica desde hace años, esta medida era indispensable para su supervivencia y suponía la esperanza de producir cine con ambición industrial”, respondía en El País el director J.A Bayona ante estos “incentivos” fiscales.
Uno de los alicientes más atractivos del proyecto tomaba forma en una subida de las deducciones destinadas a la producción. Esta es una medida que favorece la inversión en proyectos españoles, puesto que del importe final que consigue una película, un porcentaje regresa al productor en forma de beneficios. Actualmente esta desgravación es del 18%, una cantidad muy inferior a la del mercado europeo y que nos elimina de un plumazo de cualquier hipótesis competitiva. Parecía que iba a ser el punto más conciliador del acuerdo con el Ministerio, hasta que su titular regó con agua fría las expectativas de las productoras españolas.
Del 40% que estas ansiaban, parecía que tenían asegurado un 30%, hasta que desde la mesa del Consejo de Ministros, Montoro azotó de nuevo a la industria con un exiguo 20%. “Si se confirman estas nuevas deducciones fiscales, ya puedo olvidarme de poder rodar World War Z 2 en España. Debe tratarse de un error”, comunicaba entre incrédulo y esperanzado el director de Lo imposible. “Esperábamos más y, tal y como ha quedado en el borrador que nos ha llegado, nos parece insuficiente. Con estas cifras no podemos competir con otros países y el resultado es dañino para la industria española”, se sumaba así la FAPAE a la estupefacción del grueso del sector.
A la cola de Europa
Alemania, Italia y Francia cuentan con ese codiciado 40% de desgravación fiscal, pero este nuevo anuncio nos deja a la cola por detrás de países como de Bulgaria, Rumanía, Irlanda, Malta o Reino Unido. “Fíjense en el ejemplo británico, capaces de compatibilizar el rodaje de blockbusters de Hollywood (en Londres se rodarán todas las nuevas películas de Star wars) con un saludable cine local independiente y grandes producciones de origen genuinamente británico como las sagas de Harry Potter o James Bond”, compara Bayona.
Las consecuencias de este juego de Risk de Montoro es que, por mucha campaña que Spain Film Commission haga por los rodajes en suelo patrio, las grandes -y pequeñas- producciones se irán a países más rentables. Ya ocurrió, según comenta el cineasta en el artículo, con la realización de Pompeya en Alicante, que finalmente viró hacia tierras canadienses por la falta de estímulos económicos.
Lo cierto es que existen pocos rincones del mundo con unos parajes tan ricos y prácticos como los de la península. Pero no sólo los pesos pesados de Hollywood renunciarán a ellos, también las producciones 100% españolas emigrarán, como ya hicieron Gran Piano, Luces Rojas o Buried. “Si los productores necesitan construir la Giralda de Sevilla en el centro de Bogotá, no dudarán en hacerlo”, lo que se traduce en miles de puestos de trabajo e ingresos de manutención que España acaba de regalar a Colombia, o a cualquier país con más cultura cinematográfica que el nuestro.
Fumigando a Hollywood
Como si esto fuera poco, el nuevo anteproyecto de ley fiscal también apunta una deducción del 15% para rodajes extranjeros en España: este porcentaje podrá traducirse en 2,5 millones de euros como máximo. Esta cantidad, en apariencia nada baladí, es interesante para las pequeñas producciones, que pueden recuperar casi el 30% de su presupuesto. Pero para las superproducciones forasteras, que llegan a los 30 millones de dólares, esta cuota no sirve ni para subsanar los gastos del bufet del set de rodaje. Y, aunque es la primera vez que se contempla una medida de este tipo para incentivar la presencia extranjera en suelo español, es una propina comparado con lo que pueden percibir en otros países.
En un artículo publicado en El Mundo, Enrique López Lavigne -coproductor de Lo imposible- ha subrayado que es inviable atraer rodajes extranjeros y competir en un mercado global con un porcentaje de desgravaciones inferior al 30%. “Lejos de compensar la subida del IVA cultural, este nuevo mazazo contribuye a la sensación de hipermetropía en la lectura de un sector abandonado ya a su suerte”.
España es una ruina
Si la noticia de la subida en un 2% de las deducciones fiscales a la producción ha sido recibida como un despropósito macabro, peor ha sido la caída de las ayudas. El número de películas subvencionadas en nuestro país cae en picado de una forma dramática. “El BOE de hoy recoge la concesión de subvenciones de 2014, que han repartido 20 millones de euros entre 25 películas. El número de cintas que reciben ayudas ha ido descendiendo en los últimos años desde las 78 de 2011, pasando por las 37 de 2012 y las 33 de 2013”, informan en el blog El BOE nuestro de cada día.
Estas ayudas se ofrecen a películas estrenadas en el último trimestre de 2011, dependiendo de los ingresos y los espectadores. Las que han salido mejor paradas han sido Mientras duermes, Fuga de cerebros y XP3D, y las que se han ido casi de vacío fueron La chispa de la vida, El Capitán Trueno y el Santo Grial. En comparación con la partida de 2010, la subvención ha descendido casi 40 millones de euros situándose ahora en 19,2 millones.
Si quiere conocer cómo se reparten estas fundamentales ayudas pinche aquí. En conclusión, la industria cinematográfica se encuentra en estos momentos en estado de shock tras largas e infructíferas negociaciones con el Gobierno. Y, mientras a productoras y a cineastas se les acaba la paciencia, el Ministerio de Cultura cede en este juego de tronos ante el patrimonio de Hacienda y su cabecilla.