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Premio Nacional de Cinematografía 2020

Isabel Coixet estrena su particular 'noir' romántico: “Benidorm es una tierra de promisión para un cineasta”

Francesc Miró

12 de diciembre de 2020 21:50 h

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Antes de la pandemia, Benidorm era una ciudad con menos de 70.000 habitantes censados, que llegaba a los 500.000 durante los meses de verano. Muchos de ellos eran extranjeros que veraneaban durante más tiempo del estipulado en el calendario estival. Una urbe de proporciones y hábitos exagerados cuya ordenación urbanística trastocó para siempre la imagen del litoral alicantino frente al mundo. Un lugar tan odiado como amado.

Allí se ambienta la nueva película de Isabel Coixet, recientemente galardonada con el Premio Nacional de Cinematografía 2020. Un reconocimiento a una trayectoria de más de tres décadas por “su inconformismo, su versatilidad y la proyección internacional de su trabajo”, según el jurado del galardón. Coixet obtuvo su primera candidatura a los Premios Goya en 1988 y, desde entonces, ha sido galardonada en ocho ocasiones, como guionista y como directora.

Nieva en Benidorm narra la historia de Peter Riordan —Timothy Spall—, un hombre gris que se acaba de quedar sin trabajo por una jubilación anticipada en una oficina bancaria de Manchester. Un día decide viajar a Benidorm para reencontrarse con su hermano Daniel, pero al llegar allí, ha desaparecido. Peter inicia entonces una búsqueda en un entorno que no conoce, ayudado por una artista burlesque —Sarita Choudhury— y una policía —Carmen Machi— obsesionada con la obra de Sylvia Plath.

Una ciudad extraña pero inspiradora

“Yo nunca he estado en Benidorm en verano”, cuenta Isabel Coixet a elDiario.es, “así que no he visto el Benidorm de las playas llenas, de la gente haciendo cola en los buffets libres. Siempre he estado en invierno y tengo que decir que durante esa época es un lugar muy agradable”. Según la cineasta durante estos meses “su microclima excepcional, sus edificios... la convierten en una tierra de promisión para un cineasta”. 

No es el primer nombre propio del cine español que se fija en la población alicantina. Allí ambientó Bigas Luna su Huevos de Oro, la historia de un especulador canalla al que daba vida Javier Bardem. De allí partía también Bikini, el multipremiado filme de Óscar Bernàcer. Y allí rodó también su última película Ion de Sosa, Sueñan los androides, que era además una película de ciencia ficción. 

Isabel Coixet dice que como ambientación es inmejorable para una historia como la del filme que estrena ahora. “Es una ciudad que está entre Blade Runner y Ballard. Con las despedidas de soltera y esa cultura del desparrame británico de chupitos baratos, el mundo de los imitadores de Elvis y Michael Jackson…”, aunque al mismo tiempo, “está el Imserso: es un mundo donde los jubilados españoles se sienten los protagonistas. Y se les ve contentos: practican una felicidad asequible y democrática que no podemos mirar por encima del hombro”.

Al cóctel que resultan ser las calles de la ciudad, Coixet suma una anécdota: la película recupera la estancia de Sylvia Plath allí en los años cincuenta. “Cuando leía a Plath de adolescente siempre me preguntaba qué hubiera sido de ella si hubiese superado la ruptura con Ted Hughes”, explica. La autora de La campana de cristal se convierte así en un personaje más de una trama de Nieva en Benidorm.

Entre todo el maremagnum de referentes Coixet sitúa al personaje de Peter Riordan, un hombre que desprecia este entorno, demasiado vital, demasiado hedonista. Al menos hasta que conoce a Alex, que le irá contagiando su forma de comprender la vida. “El personaje de Alex es el de una mujer que no pide perdón y que ha vivido muchas vidas en contraste con un hombre que ha vivido muy poco”, cuenta la realizadora. “Me interesaba ver cómo chocaban esos dos mundos en un sitio tan improbable como Benidorm”.

Un misterio entre rascacielos y playas

Peter Riordan recorre Benidorm asustado por su gente y anonadado por la escasa preocupación que las autoridades parecen mostrar por la desaparición de su hermano. Algo no encaja. “En el fondo, todas mis películas van de personajes que se sienten como pez fuera del agua”, es más, “hay un patrón fácilmente reconocible ya sea el personaje de Emily Mortimer en La librería o el de Timothy Spall en esta”. 

En Nieva en Benidorm, Isabel Coixet construye un argumento que tiende al vaivén, sin un objetivo ni una línea de desarrollo clara. Ella defiende que “quería hacer una película que respondiese a mi momento actual como espectadora: ahora mismo me aburre infinitamente que las películas me lo cuenten todo”. 

“El otro día, viendo Hillbilly Elegy [película recientemente estrenada en Netflix y dirigida por Ron Howard] era como si los personajes me martilleasen todo el rato explicando lo que les ocurre. Yo no quiero sentirme así como espectadora. Quiero que me propongan una atmósfera, unos personajes, una trama y ya me iré montando mi película en la cabeza”.

Entre tanto, el filme transita entre géneros. Parte de una premisa noir para dar paso a una extravagante comedia negra, y terminar transformada en drama romántico o lacónica reflexión sobre la vejez intermitentemente. 

“El popurri de géneros a mí me gusta”, confiesa, “aunque es verdad que los códigos del noir me fascinan. De hecho le dije a Sarita [Choudhury, que interpreta a Alex en el filme], que su personaje debía ser como el de Linda Fiorentino en La última seducción, pero un 25% menos mala [ríe]”. Coixet cuenta que es “una gran devoradora de noir tanto en cine como en libros”, pero que “en general las etiquetas me asfixian y siempre he querido huir de ellas”.