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Isaki Lacuesta, el nombre artístico que nació como declaración de amor a su guionista, Isa Campo

Javier Zurro

21 de octubre de 2022 22:31 h

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Cuando Isaki Lacuesta recibe un premio, cuando lo mencionan en una crítica o le hacen un halago, de alguna forma el piropo o el galardón se divide entre dos personas. Aunque todos lo llamen así, Isaki, y aunque se haya extendido de tal forma que hasta sus amigos de toda la vida se refieran al director como tal, su nombre real es Iñaki. El apodo tiene más que ver con un acrónimo, y es ahí donde entra la segunda parte de esta ecuación: Isa Campo, la guionista de casi todas sus películas, también de la que han estrenado este fin de semana, la excelente Un año, una noche.

Isaki no es más que la unión de Isa e Iñaki, un dúo creativo y sentimental que ha creado algunas de las películas más premiadas del cine español reciente. El director decidió ponerse el nombre de Isa incluso antes de dirigir películas, por lo que niega que sea un nombre artístico. “Mi nombre real es Iñaki y, cuando empecé a trabajar de periodista, de chavalillo, me puse lo de Isaki. Ahí empecé a meter a Isa en el nombre”, cuenta Lacuesta junto a Isa Campo, que bromea ante la historia diciendo que era “por amor total”.

No les gusta mucho hablar de lo personal, y recuerdan que cuando Iñaki estrenó su primer filme, Cravan Vs Cravan, y ya con el Isaki como nombre asimilado, lo contó de forma distendida en la primera entrevista que dio, pero pidió que no se publicara porque “era una cosa privada. Me dijeron que tranquilo y lo publicaron al día siguiente”. A pesar de que se desvelara el misterio del nombre artístico, no muchos conocen el origen ni que viene desde antes incluso del cine. “No tiene relación con un dúo artístico, era un acto de amor previo”, revela con ironía Lacuesta, que afina y explica que hay cosas en las que Isa Campo no ha participado pero que también han estado firmadas como ‘Isaki Lacuesta’, y que la confusión se instauró en los grupos de amigos, donde “había colegas desde niño que ahora dicen Isaki”. “Es un caos y me gusta… El artista antes conocido como Iñaki”, bromea.

En los últimos años, Isa Campo también se ha ‘independizado’ de Iñaki. Aclara que siempre ha escrito con otra gente pero que, el entrar en un proyecto como Maixabel, le ha dado “otra visibilidad”. Todo el mundo destacó el guion, que fue nominado al Goya, y eso la colocó “en un sitio muy visible que hasta ahora no había tenido”. Este año no solo estrenan Un año, una noche, sino que ambos dirigen un episodio de la serie Apagón. Isa Campo escribe el de Isaki, pero además debuta en la realización con uno de los capítulos. Una tarea que llevaba tiempo queriendo hacer, pero que siempre le ha dado pudor. “La tuve que obligar a que dijera que sí”, apunta Lacuesta, mientras ella asiente.

“Yo siempre he querido dirigir en solitario, pero pensaba que con un proyecto propio quizás me protegía más. En el reparto de capítulos, Fran Araújo (productor de la serie y también guionista de Un año, una noche) le lanzó la propuesta. ”Dije que no inmediatamente, le puse alguna excusa. Me asusté porque estaban Raúl Arévalo, Isaki, Alberto Rodríguez, Rodrigo Sorogoyen…Y yo pensé, qué hago yo ahí, me van a machacar. Me sentía una impostora si me metía, y a Isaki no le comenté nada de esto, ni que me había propuesto Fran el episodio ni nada“, añade. Lo que no sabía es que su pareja también le había propuesto a Fran Araújo que ella dirigiera un episodio. Araújo llamó a Isa Campo y le preguntó por qué no quería, tuvieron una conversación y ella dio un salto en ”un buen momento para probar cosas“. El salto ya es inevitable y su idea es ponerse a escribir a principios de año algo para dirigirlo también. Juntos también tienen la adaptación del libro El hijo del chófer, y un proyecto basado en la infancia y juventud de Lacuesta.

Un periodista y una ingeniera

Aunque se han convertido en dos de los cineastas más importantes de nuestro país, ninguno llegó al cine directamente. Él comenzó como periodista, y ella… como ingeniera. “Yo ni me había planteado escribir, yo era ingeniera y estudiaba filosofía”, recuerda Isa Campo. La primera película que escribieron juntos fue La próxima piel, pero el proyecto tardó mucho en materializarse. Lacuesta tuvo claro que para ese proyecto necesitaba una mujer junto a él en el guion, y fue el paso al frente de su pareja para introducirse en el equipo creativo. “A mí me enganchó muchísimo”, cuenta Campo que ya tuvo claro que era un punto de no retorno.

Isa siempre dice que rechacemos el proyecto y yo acabo diciendo que sí, a mí me cuesta decir que no

Los retrasos en el rodaje hicieron que, finalmente, la primera que rodaran juntos fuera Los condenados. La forma de trabajar de Isaki Lacuesta, con un guion que se reescribe durante el propio rodaje, hizo que Isa Campo estuviera no solo en el proceso de escritura, sino también allí, pendiente del de reescritura.

Su último proyecto nació de una propuesta de Ramón Campos, productor de Bambú que, en su salto al cine, quiere apostar por un cine de autor con presupuestos más amplios que lo que acostumbran. Les habló de la adaptación del libro de Ramón González Paz, amor y death metal, donde contaba su experiencia como superviviente del atentado en la sala parisina de Bataclán. Ocurrió lo que, según ellos, les pasa siempre al inicio de cada proyecto. “Isa siempre dice que lo rechacemos y yo acabo diciendo que sí, así que imagino que algo así debió pasar, a mí me cuesta decir que no”, comienza Lacuesta para que su compañera remate: “Es fácil que diga que sí, que lo va a convertir en otra cosa. Habló Ramón contigo y luego conmigo”. Cuando decidieron abordarlo, ya entró el tercer vértice: Fran Araújo. Lo que tuvieron claro desde el principio es que no les interesaba el atentado, sino los recuerdos posteriores. Hablaron con ellos y se dieron cuenta de que aquellas vivencias “se contradecían, tenían recuerdos transfigurados que eran contrapuestos y ahí estaba la posible película”.

Uno de los grandes aciertos de la película es la decisión sobre cómo mostrar (o no) la violencia. Una discusión que siempre estuvo presente en el proceso de creación de Un año, una noche. “Es uno de los grandes dilemas de la historia del cine y parte de la estructura de la película nace de ahí. Esta idea de la imagen tabú que va emergiendo y rompiendo la coraza, pues es una forma de dar respuesta también a cómo representar la violencia. Y luego hay cosas que vas aprendiendo a medida que ruedas. Hay ideas que vienen de guion, como no mostrar a los terroristas y no mostrar impactos de bala. Porque el libro de Ramón empieza describiendo a los terroristas cómo le están disparando, que es la imagen que lleva dentro. Con sus caras. Y ahí sí que el guion ya dijimos que eso no iba a estar”, analiza Isaki Lacuesta.

“Decidimos que serían los ojos del propio Ramón. Tenemos que reconocer a los terroristas sin verlos a ellos”, continúa y cuenta un dato clave para entender la decisión estética y ética sobre qué mostrar. Su directora de fotografía, Irina Lubtchansky es la hija de William Lubtchansky, uno de los directores de fotografía de Shoah, el documental de Claude Lanzmann, obra maestra sobre el holocausto y que plantea el dilema sobre cómo contar el genocidio de los judíos a manos de los nazis. “Son temas que ella lleva muy incorporados y hablábamos de El hijo de Saúl, que a los dos nos parece que en realidad la película tiene mucho de artefacto estético y que acaba enseñando más de lo que dice que enseña y, en cambio, es muy convincente y persuasiva en que no lo hace, pero en realidad lo está haciendo”, asegura.

Un trabajo milimétrico que demuestra que cada decisión visual requiere de una reflexión moral. Isaki Lacuesta e Isa Campo las tienen siempre, y eso se nota en un guion preciso que aborda el tema de las secuelas del terrorismo desde lo íntimo, con una apuesta formal que fragmenta los recuerdos gracias a un excelente uso del montaje y el sonido. Una película adulta e inteligente que confirma que el dúo creativo funciona a pleno rendimiento.