John Waters: “Ahora para rodar un cunnilingus tiene que haber una vagina falsa”

Javier Zurro

7 de junio de 2022 18:01 h

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Antes de convertirse en el rey del cine trash y de la provocación, John Waters iba junto a Divine a los cineclubes de las universidades para promocionar y proyectar sus películas. Era finales de los 60, y Pink Flamingos todavía no era un fenómeno, así que tenían que llamar la atención de la gente. Ambos comenzaban un show de stand up comedy en el que Waters se presentaba como un “chulo hippie” e introducía a su amiga que tiraba un pescado muerto al público. En ese momento entraban dos extras disfrazados de policía que amenazaban con detenerles, así que Divine les asfixiaba y les mataba justo antes de dar pasó a la película.

El propio John Waters recordaba esta anécdota en Madrid, pocas horas antes de salir a escena para realizar su último monólogo y apadrinar el festival Rizoma cuya primera fase se celebra estos días. Lo hacía para dejar claro que, de alguna forma, siempre ha hecho monólogos. En el que ha presentado en Madrid ha prometido que hablará de todo. “Moda, crimen, sexo, covid… todo excepto deporte”, cuenta Waters aunque luego rectifica y se acuerda de que también se mofa de un anuncio de Nike. Ya no lanza pescados muertos, pero todavía queda algo de aquella provocación. “Ahora lanzo blanqueador anal”, dice y todos ríen sin saber si es verdad o solo una de sus ocurrencias.

De alguna forma siempre ha “contado historias” como manera de ganarse “la vida”. Lo ha hecho en forma de películas y de libros. De hecho, más que cineasta se considera un escritor. Su materia prima, la risa. “Lo que hago es reírme de las cosas que amo, pero no de las que odio. Ser mezquino puede ser divertido 20 minutos, pero no dos horas. Así es como siempre me he ganado la vida, incluso en este mundo de corrección política actual sigo trabajando, igual que cuando unos hombres blancos me dijeron que no podía enseñar una vagina. Recuerdo a una mujer del equipo de censura que me dijo una vez 'no me hables de sexo que estoy casada con un italiano'”, ha contado Waters.

Este año se cumplen 50 años de su película más emblemática, Pink Flamingos, famosa por el momento en el que Divine se come una caca de perro real, una escena con la que rompió “todos los tabúes”. “En aquel momento había una falta de provocación y tenía un propósito, era un ejercicio de mal gusto y todavía es una rareza. Pensé que ahora sería más amable, pero ahora es peor que antes por ese clima de corrección política. Ahora te ponen anuncios de que puedes herir sensibilidades. Ahora, si tienes una escena de sexo… por ejemplo, si alguien practica un cunnilingus primero tiene que haber un 'entrenador para las escenas de intimidad' y después tienen que poner una vagina falsa encima de la real para hacerlo, y eso creo que lo hace incluso más siniestro. Es grotesco”.

Para Pink Flamingos quisieron cortarle cinco escenas, “el agujero del culo cantando, la mamada, la inseminación artificial, cuando Divine se come la mierda y cuando matan el pollo”. “Cuando la hicimos acababan de estrenar Garganta profunda, el porno era legal… ¿qué quedaba por hacer, qué más podíamos hacer? Pero hicimos algo que es lo único que el porno no puede hacer, y es escatología. Lo hicimos por pura anarquía. Además era una drag haciéndolo, lo cual dejaba a los censores más perplejos todavía. Pasolini también lo hizo en Saló, pero aquello era chocolate”, apunta con mala leche y mucha ironía.

No le gustan las comedias románticas, pero hay un tipo de filmes que no soporta. “Odio las películas que le gustan a todo el mundo, esas que ganan el Oscar”, lanza provocador y luego enumera a los directores que sí le gustan como Sean Baker, Gaspar Noé o Bruno Dumont. Para Waters el cine europeo es de los pocos que le lleva a lugares donde nadie le lleva. De hecho, todos los años el director publica la lista de las películas que más le gustan, donde siempre se encuentra su adorado Almodóvar. Para la Filmoteca y con motivo del día del orgullo LGTBIQ ha realizado una ecléctica selección de “los mejores filmes gays”. “Tengo una lista muy grande, pero luego lo difícil es conseguirlas. The fluffer, a ver quién consigue esa… Estoy seguro de que a los heteros les van a gustar. Los gays hemos visto películas de heteros toda la vida, así que seguro que podrán superarlo”.

Lo que hago es reírme de las cosas que amo, pero no de las que odio. Ser mezquino puede ser divertido 20 minutos, pero no dos horas

Aunque sus películas más conocidas hayan sido las 'trash', también ha coqueteado con Hollywood. Lo hizo en Los asesinatos de mamá, que John Waters ha calificado como su mejor película. “Es la más exitosa, la que tuvo más presupuesto, 13 millones de dólares, una cantidad que ahora no me darían… pero todas las películas son iguales para mí. Tienen el mismo sentido del humor, los mismos valores. Para mí, en aquel momento, Pink Flamingos tenía un gran presupuesto, porque antes había hecho Multiple Maniacs con mucho menos. Empecé en lo underground, luego en las sesiones de medianoche, luego estuve en el cine independiente, luego estuve en Hollywood y al final en la parte underground de Hollywood. Creo que he cubierto todo tipo de películas en esta industria y en todas me han tratado bien. No tengo quejas y no culpo a nadie. Creo que siempre he hecho las películas que quise, aunque tuve que negociar”.

El cineasta sigue residiendo en Baltimore, ciudad que siempre aparece en las noticias cuando ocurre un nuevo tiroteo. Waters se ha mostrado realmente preocupado por el asunto, y aunque ha asegurado no tener la respuesta, sí que ha dejado claro que no entiende que la gente pueda comprar armas con total impunidad y que no deberían tener derecho a hacerlo. “Lo peor de todo es que son los pobres los que disparan a los pobres. Es una tragedia y no mejora”, ha zanjado.

No dirige una película desde 2004, cuando estrenó Los sexoadictos, pero ha seguido trabajando, también para Hollywood. “Me pagaron por escribir tres secuelas de Hairspray que no he hecho, y por una película de Navidad que tampoco”, ha revelado con una sonrisa pícara. Eso sí, su cine se ha hecho más popular y hasta exitoso gracias a internet. De hecho, Multiple Maniacs tiene una calificación de 100% de críticas positivas en Rotten Tomatoes, cuando en “su estreno no tuvo ni una crítica positiva”. “Ahora parece La última película”, añade haciendo referencia al mítico filme de Peter Bogdanovich, uno de esos tótems cinéfilos que nadie rechista. 

Deja claro que no se ha retirado ni piensa hacerlo. Ahora cuenta historias de otra manera, en forma de libros y siempre tiene “un plan B”, porque en esta industria cuando te descuidas ya no estás. “No parpadees porque siempre hay alguien esperando para ocupar tu espacio”, recomienda. John Waters tuvo hasta tiempo para esquivar la bala que llegó en forma de pregunta sobre Johnny Depp, al que convirtió en estrella gracias a Cry Baby (El lágrima). Lo hizo en forma de “broma” tras decir que no quería decir mucho porque Depp es su amigo: “Ojalá ahora salgan juntos y digan que han vuelto y que van a demandar a todos los medios de comunicación”. Una escena que parece propia de una de sus películas, pero lejos de la realidad y del circo mediático formado con su juicio.