Cuando Todd Phillips presentó su sorprendente Joker en Venecia, aseguró en la rueda de prensa que su película no era política. Dejando de lado que es difícil que una obra cultural no sea en cierta forma política âya que incluso la voluntad deliberada de no serlo esconde una intención políticaâ su declaración contrastaba con las críticas de todos los medios. En estas se subrayó cómo había logrado captar un estado de hastío de la sociedad. Uno en el que cualquier persona podía convertirse en referente de una insurrección fácilmente atribuible por cualquier líder.
Joker era una víctima del sistema, pero la revolución provocada podía responder tanto a un movimiento como el Occupy Wall Street como a aquellos que rodearon el Congreso el 6 de enero. De ahí que Joker se convirtiera en una película alabada desde la izquierda, pero convertida en icono incel (no es de extrañar que el Joker sea el disfraz por excelencia de cualquier fiesta de Halloween).
Para terminar de rizar el rizo, pocos días después Joker recibía el León de Oro y el jurado, presidido por Lucrecia Martel âque llevaba todo el certamen en el ojo del huracán por su crítica a la presencia de Polanski en la Sección Oficialâ, destacaba el haber logrado una película política dentro de un subgénero como el de los superhéroes, donde la ausencia de cualquier comentario social había sido la tónica dominante. Se ensalzó algo que no reconocía o que no se atrevía a reconocer, aunque tras ganar el premio, en la rueda de prensa posterior, ya dejó entrever que sí lo era pero que no quería decirlo.
Luego llegó el éxito descomunal en taquilla. Hasta hace un mes âha sido superada por Deadpool y Lobeznoâ era la película con una calificación R âen EEUU los menores tienen que ir acompañados de un adultoâ que más había recaudado rebasando la barrera de los 1.000 millones de dólares de todo el mundo. Era complicado que DC y Warner dejaran escapar semejante filón comercial, y finalmente convencieron al equipo original para repetir en una secuela que se ha presentado en Venecia como uno de los platos más fuertes de toda la Sección Oficial.
Lo que está claro tras ver la película es que Todd Phillips no va a tener el mismo problema que en la primera. Parece difícil que alguien pueda asegurar que aquí hay una película política, porque él se ha encargado de vaciarla por completo. Joker: Folie à Deux es un entretenimiento que busca el refinamiento estético sin tener nada dentro. No hay nada importante que contar, es solo una herramienta de lucimiento para Todd Phillips y para su dupla protagonista: Joaquin Phoenix y Lady Gaga. El primero repite como Joker, la segunda debuta en la franquicia como Harley Quinn.
Se podría resumir la crítica de esta secuela con el popular meme de los Simpson en el que Homer hace el pino mientras su madre y Lisa le miran desde la acera y le dicen: ‘Sí, sí, muy bonito, ya te vimos’. Joker 2 quiere llamar la atención todo el rato. Con su música grave, que se sabe importante y que subraya. Con su fotografía de tonos ocres. Con su virtuosismo en la cámara. Pero todo eso… ¿para qué? Pues para que les miremos (y pasemos por taquilla). Todo luce a la perfección, pero no hay una intención. Sí, es muy bonito, pero ya lo hemos visto.
Esa vacuidad caprichosa está desde el primer minuto, cuando el filme comienza con una pieza animada por el gran Sylvain Chotee (autor de Les triplettes de Belleville o El ilusionista). ¿Qué aporta este comienzo?, ¿por qué se ha usado la animación?… No hay explicación más allá del lucimiento del filme. Y lo mismo se podría decir del musical, desaprovechado a pesar de la espectacularidad de los números. Y aquí viene la nueva de Todd Phillips. Si en la primera dijo que no era una película política, en esta ha negado hasta la saciedad que sea un musical. No sé cómo definirá él un filme donde la narración está trufada de números donde se canta y baila y donde estos hacen avanzar la narración.
Es una pena porque hay algo muy interesante en la idea de que sea un musical, ya que realmente es un género que casi siempre se establece dentro de la cabeza del protagonista. Es decir, es este el que se imagina los números, y aquí tenemos un personaje donde su locura (o no) es uno de los asuntos importantes del filme, por lo que se podía haber establecido un juego muy interesante. Apenas se apunta, y el filme solo parece tener una idea debajo de su espectacular envoltorio. Esta idea es que los juicios y el sistema judicial es un espectáculo igual de sensacionalista que los late shows que aparecían en la primera parte. Por ello Joker inicia su show, su espectáculo y por ello canta. Es la mejor idea narrativa y la única que consigue que forma y fondo se unan. Lo hacen en una trama demasiado deslavazada âse podría resumir en que Joker espera su juicio mientras conoce a una fan obsesionada con él en un grupo de canto de la cárcelâ, que también desaprovecha otro posible melón, el amor como locura. Esa locura compartida (ese folie à deux del título) que se pasa de un amante a otro como un virus.
Pese a todo uno queda deslumbrado con la brillantez de los números musicales, con el cuidado que se ha puesto hasta en el último detalle, y sobre todo con las interpretaciones de su dúo protagonista. Lady Gaga está estupenda. Sorprenderá que su actuación sea mucho más contenida de lo que todo el mundo espera, pero es un acierto que en una película tan desbocada y donde esa labor ya la cumple Joker, así que mejor que ella sirva de contrapunto. Lo de Joaquin Phoenix vuelve a ser un espectáculo de fisicidad, de expresión, de cambios de registro en un segundo… Un actor disfrutando con un papel que le da todo a su favor.
Sorprender a toda costa
La rueda de prensa de la secuela de Joker era una de las más esperadas. Por lo obvio, tiene a dos de las estrellas más famosas que han pisado el Lido estos días; y por lo extracinematográfico, ya que en los últimos días ha sido noticia que Joaquin Phoenix ha abandonado el rodaje de la nueva película de Todd Haynes a pocos días de empezar dejando tirados a todos y provocando la ira de sus productores (que se enfrentan a pérdidas millonarias). La pregunta tardó un poco en llegar, y Phoenix la rehuyó argumentando que no le parecía justo hablar de un tema cuando no estaban presentes aquellos a los que iba a mencionar.
Sabía que la pregunta iba a aparecer, y si normalmente ya se muestra incómodo en las ruedas de prensa, aquí esa incomodidad se notó todavía más. De hecho, cuando el director Todd Phillips le dijo si quería contestar él a una pregunta que había comenzado a responder, el actor le dijo que no. Hasta bromeó con todo ello cuando fueron preguntados por el mayor reto de esta secuela. “Lidiar conmigo”, dijo Phoenix.
Joaquin no había hecho nunca una secuela, así que si la hacíamos tenía que ser una película que le retara como la primera, y por eso tenía que ser audaz
Ante semejante panorama, Phillips se convirtió en la voz cantante y subrayó una y otra vez que esta secuela, que presenta “con más nervios que la primera”, tiene como máxima sorprender al espectador. “Joaquin no había hecho nunca una secuela, así que si la hacíamos tenía que ser una película que le retara como la primera, y por eso tenía que ser audaz, tenía que llevar a los fans a sitios diferentes y hacer algo tan poco esperado como fue la anterior y encima siendo una secuela”, dijo el cineasta. Para él lo más complicado ha sido “estar fuera del radar” para buscar esa sorpresa. “Que nadie supiera lo que estábamos haciendo, algo difícil tratándose de la secuela de Joker”, añadió.
Phoenix tampoco supo analizar qué hubo en la primera para atraer a tanta gente, y solo dijo que creía que fue “resonante para personas muy diferentes”. Phillips desarrolló un poco más y dijo que “las películas intentan poner un espejo en la sociedad, y Joker lo hizo con la sociedad del momento”. Eso sí, también dejó claro que esta secuela no se ha hecho para contestar a aquellos que se apropiaron del icono: “Es demasiado difícil hacer una película como para hacerla como respuesta a algo así”.
Aunque negaron que fuera un musical una y otra vez hablaron sobre las canciones y sobre cómo la música ya era un personaje en la primera, por lo que aquí era como un salto natural en donde la elección de las canciones estuvo basada en que fueran de una época concreta y que la madre del Joker pudiera habérselas cantado a su hijo cuando era pequeño. La novedad, o no tanto porque ya se ha hecho en otras ocasiones aunque no es lo normal, es que fueron interpretadas en directo para favorecer la interpretación de los actores, por lo que, como dijo Phoenix, “cada toma es una versión diferente de cada canción”. Eso se nota en cómo los dos disfrutan cada número en dos actuaciones que les pueden llevar directos a los Oscar, como ocurrió con la primera entrega, que salió de Venecia lanzada a la temporada de premios.