Entrevista

Jonás Trueba: “El cine sirve para hacer en una película lo que no te atreves en tu vida”

Javier Zurro

25 de agosto de 2024 22:19 h

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Jonás Trueba ha conseguido lo más difícil en el cine español, salirse de los marcos establecidos en la forma de crear y producir una película. En una industria vertical y con las reglas marcadas, ha decidido que eso no era para él, que donde otros imponían tiempos y formas dictatoriales él prefería seguir su ritmo, rodeado de un grupo de amigos que recuerda más a una compañía de teatro que al típico equipo técnico y artístico de una película. 

No por casualidad su productora, en la que están todos esos compañeros, se llama Los Ilusos, porque había algo de ingenuidad en lo que pretendían hacer. Ahora lo logran y lo confirman con Volveréis, una película sobresaliente que emociona en su aparente sencillez. Una obra que esconde muchas en su interior. Una reflexión sobre el amor y los finales, un canto al cine, una mirada hermosa a su padre, el director Fernando Trueba, del que nació toda la trama.

Junto a sus dos mosqueteros, Vito Sanz e Itsaso Arana (también protagonistas), ha escrito este título con el que enamoró en el Festival de Cannes y que también supone la consagración ante el resto de industria y la muestra de que hay otra forma de hacer las cosas. Una manera donde los principios y el cariño por lo que se hace está por encima del mercado y las exigencias de las plataformas a las que se sigue resistiendo.

Esta es una película que nace de una anécdota de su padre, Fernando Trueba.

Más que una anécdota es como una frase, una boutade, una idea loca de estas que tiene mi padre, que es muy ocurrente y muy tendente al humor. Recuerdo esa salida humorística que me dijo cuando yo era bastante joven para intentar tranquilizarme en un momento que debía estar triste por alguna cuestión de amores. Me dijo que en realidad habría que celebrar las rupturas, que lo que no se debería celebrar es la unión, y que lo que es una certeza es una separación porque normalmente es para estar mejor.

A mí eso se me quedó muy grabado, y durante muchos años lo he tenido siempre presente en la cabeza. Recuerdo después haberle lanzado esta idea a amigos y la rechazaban, a otros les parecía una frivolidad. Es ahí donde yo siempre pienso que el cine mola, que es una herramienta muy poderosa para trastocar la realidad, para hacer la realidad mejor, o para atreverte a hacer cosas en una película que no haces en la vida.

Mejorar la realidad en un momento en donde triunfa el cinismo, también en el cine.

Sí. Yo siempre he pensado que desde hace unos años nosotros hacemos un cine que no es que tenga una vocación outsider o de ir a contracorriente, pero sí que cuestiona algunas cosas que se dan como una receta. Y quizás tú sientes que no quieres, o que no tiene por qué ser así, o percibes que puede haber otra manera de hacerlo. Digamos que hemos sido un poco desobedientes, pero es una desobediencia no forzada, sino natural, provocada por las ganas de hacer películas que te salen de dentro, que son las que necesitas hacer. Más allá de lo que queremos contar, pensamos en cómo las vamos a hacer. Ahí es donde hemos intentado crear un estilo a base de hacer las cosas de una manera y con un tipo de implicación distinta.

Yo no estoy intentando imponer mi forma, pero es verdad que el cine español suele ser muy monolítico. La industria yo siempre la he sentido un poco así, un poco cerril

¿Es complicado ser desobediente en el cine español?

A veces sí, claro. A veces te la das, y a veces te tuercen el brazo. Es una especie de lucha un poco absurda. Hay momentos que te sientes incomprendido o sientes que estás forzando también las cosas de más. También percibes que te miran preguntándose, ¿de qué vas con esto?, ¿por qué haces las cosas así cuando estamos diciendo que se hacen asá? Parece que amenazaras algo y en realidad no. Simplemente a mí me apetece hacerlo de otra manera. Y me parece bien que haya maneras diferentes. Yo no estoy intentando imponer mi forma, pero es verdad que el cine español suele ser muy monolítico. La industria yo siempre la he sentido un poco así, un poco cerril, pero al mismo tiempo digo esto y creo que hay otros muchos cineastas como yo que hacen las cosas también diferentes y que vamos demostrando que hay otros caminos.

Ha dicho que es más importante el cómo que el qué. Volveréis habla de eso, hay un elogio del trabajo en equipo, de trabajar de otra forma… ¿Siempre tuvo claro que la película acabaría hablando de esto?

Me fui dando cuenta según hacía la película de que quizás trataba más de eso que de otra cosa, que trataba más de cómo trabajar juntos, de una idea del amor que tiene también que ver con el trabajo, con la amistad, con la gente que te rodeas para vivir. Y al final quizás ese es el tema más profundo de la película. Está ahí, a través de esta pareja, pero también a través del ecosistema que tienen para trabajar.

¿Cree que esa forma de hacer cine es algo político?

Sí, probablemente. Yo creo que lo más político que tenemos, sobre todo, es la manera que tenemos de hacer las cosas, que me parece importante. No es tanto que estamos poniendo un mensaje, sino que tratamos de transmitir un amor por lo que hacemos, una forma de hacer las cosas. Creo que eso es político.

La película pasó por la Quincena de los Realizadores de Cannes, ¿cómo se lleva con los premios y la importancia que se le da en la industria?

Tengo una relación complicada. Entiendo que forman parte de esto. No puedo hacer nada contra ellos. Me siento muchas veces impotente contra el sistema del cine, que está construido en grandísima parte en torno a los premios y lo que eso significa a muchos niveles. Lo está de una manera para mi gusto catastrófica y perjudicial para lo que es verdaderamente el cine y la creación. Para empezar, para financiar una película necesitas haber tenido premios, Goyas, haber ido a festivales… y eso es muy importante para nosotros. Eso funciona así y yo no lo puedo cambiar, no está en mis manos. Yo lo que intento es relativizarlo, no estar obsesionado con eso, recordarnos que no podemos estar pensando en competición todo el rato. No podemos crear desde ahí, no podemos estar pensando si una película va a ganar o no. Es ridículo y ciertamente es una invasión. Eso está ya inoculado en el cerebro de la mayoría de la gente que trabaja en esta profesión, y a mí me entristece y me peleo con eso.

En la película sale su padre interpretando al padre de Itsaso Arana, ¿fue complicado tomar la decisión de pedirle que, de alguna forma, se interpretara a sí mismo?

Tuve contradicciones a varios niveles, pero creo que hemos conseguido que se vea con la belleza de esa contradicción, con el amor que yo siento por él. Él siempre ha estado en el centro de mi vida en muchos aspectos. Al final yo me dedico a esto, al cine, que es también su profesión y que de alguna manera él me ha transmitido. Creo que era bonito ponerlo en el centro. Yo soy muy de coger las cosas, de no rehuir el asunto. Quizás no me había atrevido a hacerlo antes, o quizá no había encontrado la manera de hacerlo. Con esta peli es muy bonito porque, volviendo al principio de la entrevista, todo surge de ahí, de una cosa que él me lanza cuando yo soy joven y que yo ahora puedo recoger años después en una película y meterle a él dentro de la película, hacerle partícipe de ella. No sé, tenía sentido.

Además, es una película que de alguna manera está dialogando con un cine que él ama. Para mí era un gesto importante que yo sabía que tenía que hacer en algún momento y quería hacerlo, pero también me generaba mis dudas. Me alegra que al final sí que creo que algo ha cuajado ahí. 

Es muy bonito porque es como si la película se detuviera en esos momentos. Como si se tomara un espacio para captarle.

Sí, es muy sencillo realmente. Tiene algo de retrato ese momento y, como tú dices, la película se para, aunque sea un segundo. Para mí era importante eso, y estoy contento de haberme atrevido. Cuando tú haces un retrato de algo, en general, o al menos yo hago así las películas, es porque las cosas que filmo son las cosas que me gusta atrapar, que me gusta homenajear. Todas las películas yo las pienso un poco así, como homenajes a las cosas que filmas, a esas personas, a esos personajes, a esos espacios.

En la película hay un momento en el que los dos protagonistas discuten sobre si una película clásica es machista o no, ¿cómo se lleva con el revisionismo de los clásicos?

Es un tema que está en nuestras conversaciones, discusiones, dudas… está en el aire de los tiempos y al final se te cuela en las películas. Esa secuencia me gusta porque hay algo bonito, y es que ella defiende una cosa, él la contraria, pero luego le ves a él defendiendo los argumentos de ella, y eso es muy bonito, hacer tuyos los argumentos de otra persona que te ha convencido. Dicho esto, yo estoy un poco partido en este asunto, me siento dividido y entiendo los argumentos de los dos. Sí que creo que hay que tener cuidado con ese, no sé si llamarlo revisionismo, pero sí esta cosa de pensar que no sabemos mirar una obra del pasado viendo su contexto. Me parece preocupante que pretendamos prohibir o tener que poner un libro de instrucciones para ver una película o mirar un cuadro, ahí creo que rozamos muchas veces una cosa un poco ridícula y peligrosa.

No sé si ha visto la última película de Nanni Moretti, El sol del futuro. Él tiene una entrevista con Netflix donde muestra un poco las bambalinas de cómo producen cine y se ríe de ello. Pensé al verla qué director español debería ser nuestro Moretti en esa reunión, y creo que debería ser usted.

Fíjate, es curioso, porque mi padre, que es casi de la misma generación de Moretti y también es muy fan de él, cuando hizo Ópera Prima y se estrenó en el Festival de Venecia en 1980, el titular en algún periódico importante italiano fue ‘el Moretti español’. Ese espíritu morettiano es algo un poco familiar. 

Las plataformas están tratando de imponer una manera de crear contra la que cualquier creador mínimamente digno se debería rebelar

La última de Moretti me gustó mucho y me acuerdo que además se estrenó cuando estábamos a punto de rodar Volveréis, y la fui a ver con muchísima necesidad, sabiendo que esa película me iba a hablar, porque es realmente un cineasta resistente, que es fiel a sí mismo, pero también sabe autoparodiarse y sabe también filmarse como viejo cascarrabias, un poco fuera del mundo de hoy, pero con mucha dignidad. Y es verdad que esa secuencia también se atreve a hacer humor, pero también a afrontar de una manera muy radical una cosa que está pasando, que es una especie de invasión de ciertas plataformas que son corporaciones enormes, multinacionales, que están tratando de imponer una manera de crear, de producir, que es una sistematización tremenda contra la que cualquier creador mínimamente digno se debería rebelar, aunque muchos no lo están haciendo.

Creo que es muy importante que un tipo como Moretti le haya plantado cara a eso en una película. Es una peli importante en ese sentido, a pesar de sus imperfecciones y también por ellas, que son muy bonitas. Esas películas tienen mucho de retrato, de pensamiento, de ensayo, de estar en el mundo. También de sentir que te estás ya quedando fuera del mundo. Muchos cineastas, cuando se hacen mayores, no saben envejecer y yo creo que él está sabiendo envejecer y esa peli lo demuestra.

¿Le da miedo envejecer como cineasta?

Sí, me da miedo, pero creo que intentaré, en la medida de lo posible, ser consciente de que yo también voy perdiendo el paso, que te vas ya perdiendo cosas, que hay otras que te empiezan a molestar que antes no te molestaban… Es algo que tengo en cuenta. Para mí es importante ser consciente. Esa película es una buena lección de cómo se puede envejecer bien. Y bueno, a ver cómo lo hacemos a nuestra manera. Ya lo estamos haciendo. Volveréis es una peli que en el fondo también tiene algo anacrónico y que también se sabe reír de sí misma, de nosotros, de nuestro entorno, de nuestra manera de ser, de este tipo de de personajes que somos algunas personas que hacemos cine y que somos medio ridículos y endogámicos.

Esta película llega con más presencia que otras suyas, ¿le preocupa la taquilla?

Estoy muy tranquilo. No tengo ninguna presión con que la película tenga que lograr ningún objetivo a ningún nivel. Lo digo de verdad. Sé cómo hemos hecho la película, estoy tranquilo con ella. Tengo, por supuesto, mis dudas y mis conflictos con la peli, pero son de otro nivel. Yo la veo como una peli más. Además, creo que habla de eso, de ser una película más con una coherencia con respecto a las anteriores. Ojalá que tenga más espectadores que las otras. Dicho esto, si encuentra más espectadores me parece bien, pero que no es un objetivo esto de arrasar ni de tener muchísimos más. 

Y lo mismo con todo lo demás. Lo que sí me preocupa es perder la tranquilidad para crear. A veces el exceso de foco, o si tienes un poco más de éxito, también puede ser problemático. Siempre se mira como algo positivo, y puede tener cosas buenas, porque te ayuda luego a hacer otras películas o lo que sea, pero también tiene una parte mala. Almodóvar lo dijo una vez, que a partir de un momento, ya cuando tuvo mucho éxito, lo que más le dolía era no poder ir a sentarse en una parada de autobús a escuchar a las mujeres hablar. Y es verdad. Yo estoy muy lejos de que me pase eso. Y además es que tengo la tranquilidad de que creo que eso no me va a pasar nunca, pero es que además deseo que no me suceda. No quiero tener éxito, no lo deseo. Quiero tener el éxito suficiente para poder vivir de ello, para seguir más o menos haciendo películas, pero me gustaría mantener una tranquilidad y no llamar demasiado la atención.

Vídeo de la entrevista completa

Vídeo: Nando Ochando y Rocío Bermejo