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Entrevista Director de cine

Jordan Peele: “El primer instinto de un negro en una película de terror no es llamar a la policía”

Jordan Peele (Nueva York, 1979) pasó muchos años siendo un rostro conocido de la comedia en Estados Unidos gracias al programa Key and Peele. Pero a nadie le sorprendió que debutase dirigiendo en 2017 una película de terror, puesto que ya se había demostrado como un fanático del género en aquellos sketches y un genio para maridarlo con el humor. Déjame salir le situó en el mapa internacional a una velocidad vertiginosa y con un estilo poco dado a conseguir fenómenos de masas.

El truco de Peele fue meter de una misma cucharada un artefacto entretenidísimo de terror y una fuerte denuncia racial. Y el mundo se la tragó, hasta el punto de que en 2017 fue nombrado como una de las 100 personas más influyentes de la revista Time. “Me siento muy honrado”, dice el director a este diario acerca de las eternas comparaciones con Alfred Hitchcock. Le ocurrió en 2019 al estrenar Nosotros, una sátira sobre los conflictos de clase y el miedo al 'otro', y le está pasando ahora con ¡NOP!, su última película de ciencia ficción, terror y humor, que llega a los cines el 18 de agosto.

“Quiero que, cuando intenten compararlas, simplemente no puedan”, admite. Y lo cierto es que ¡NOP! lo ha conseguido, porque lo único que tiene en común con las anteriores es el actor protagonista (Daniel Kaluyaa) y la mano inconfundible que mece la cámara. “Mi gran sueño es que cada persona del público tenga una opinión diferente sobre cuál sería el orden de mejor a peor de mis películas”.

¿Qué es “NOP”?

“Nop” es una especie de estado mental. Tiene una conexión cultural con la experiencia negra o la experiencia afroamericana, mejor dicho, porque durante mucho tiempo no nos permitieron negarnos. También es lo que gritamos a la pantalla justo antes de que una persona entre a una casa embrujada. Tuve la sensación de que esta película no se resumía mejor con ningún otro título, porque evoca tanto un concepto como un blockbuster de verano.

Hay un cowboy asiático y un rancho gestionado por una familia negra, algo que se ve poco a pesar de que, paradójicamente, el primer jinete del cine fue negro. ¿Ha querido deconstruir el típico western norteamericano?

Uso metáforas y referencias del género en varios momentos. Pero no veo la película como un wéstern, sino como una sátira sobre el mito de lo que es el wéstern en Hollywood. Es triste que esta industria no reconozca a sus ancestros negros, pero creo que ni yo mismo hubiera vendido esta película a nadie hace diez años. Así que es un tributo a todo lo que amo del cine y una crítica a la naturaleza explotadora de Hollywood y de los medios de comunicación en general.

¿Qué es lo que le resulta más tóxico de la cultura del espectáculo?

La cultura del espectáculo es tóxica de muchas maneras. La desensibilización es probablemente la peor de ellas. La idea de que podemos coger nuestros teléfonos u ordenadores todas las mañanas antes de desayunar, ver un acto de violencia terrible impactando en nuestra cara, y continuar como si nada con nuestra rutina, me aterroriza. Si nos obsesionamos con el espectáculo equivocado, podemos distraernos de lo que realmente está pasando en el mundo.

'Nop' es un concepto cultural sobre la experiencia afroamericana, porque durante mucho tiempo no nos permitieron negarnos

En Déjame salir y Nosotros la situación racial en Estados Unidos era parte central de la trama, sobre todo en la primera. Aquí aparece, pero de forma más sutil. ¿Por qué decidió que fuera así?

Justo. Déjame salir era una película sobre el racismo y Nosotros era una película sobre clase y el nosotros contra ellos, que incluía el tema del racismo. Creo que esta película trata sobre el espectáculo y sobre la explotación, aunque teniendo protagonistas negros también se entrecruza con el tema racial, por supuesto. ¿Sabes? Muchas veces confundimos la representación con dar la vuelta a los típicos personajes blancos y hacerlos negros. Puede funcionar y probablemente funcione. Pero lo que me gusta hacer en mis películas es honrar los matices de la experiencia negra tal como yo la vivo.

Una de las cosas que más me satisfacen del cine que hago es que, normalmente, en una película de terror le gritas a la pantalla y te preguntas por qué no llaman a la policía ante un peligro. Cuando el protagonista es negro, su primer instinto no es llamar a la policía y lo entendemos perfectamente. En otras palabras: no se puede hacer una película protagonizada por personas negras y que el asunto racial no entre en juego. No se puede evitar.

¿Cómo afecta el contexto político y social a sus películas? Déjame salir llegó a los cines meses después de que Donald Trump saliese electo y durante la promoción no esquivó el asunto.

Es muy interesante, porque las películas las pienso y las hago con mucha antelación respecto al momento en el que salen y aún así consiguen ser actuales y apelar a cosas que no había tenido en cuenta en el momento de hacerlas. Además, el clima y el mundo cambian muy rápido. Por ejemplo, creé Déjame salir durante el mandato de Obama, cuando el racismo estaba un poco mejor disimulado. La reacción violenta a aquella era fue Trump, y cuando se estrenó ya era presidente, como dices. Eso significa que el momento político en el que sale una película tiene un papel muy importante en cómo es percibida.

En los últimos años se ha avanzado mucho en los derechos de los animales en los rodajes y los espectáculos, lo que hace que su película, de nuevo, se sienta actual. Incluso la divide por capítulos que se llaman igual que los caballos y el chimpancé que aparecen. ¿De dónde nace esta denuncia animalista?

Soy un gran fanático de los animales y del planeta. Incluyo animales en todas mis películas porque los amo y me asustan. Me asustan porque me asusta la humanidad. La forma en que somos capaces de compartimentar nuestras emociones cuando tratamos con animales constituye el combustible principal del terror. Es una culpa que muchos de nosotros reprimimos.

Hablando de terror. Ha hecho algo totalmente distinto a las que nos tenía acostumbrados, cruzado con la ciencia ficción y más parecido a Encuentros en la tercera fase. ¿En qué se ha inspirado esta vez?

Escribí ¡NOP! en el apogeo de 2020 y de la pandemia, con todos los temores que nos rodeaban en ese momento. La gente decía que el cine presencial se había acabado para siempre, que la experiencia teatral estaba muerta. Y yo quería desesperadamente hacer una película que hubiera que ver en el cine. Así que empecé con esa noción febril de crear un espectáculo y, mientras la escribía, la película se convirtió en esencia en un espectáculo y en las trampas del mismo.

Pero desde luego Encuentros en la tercera fase me inspiró mucho, al igual que Señales de M. Night Shyamalan. Son directores con una visión especial que han cogido las historias de platillos voladores y de ciencia ficción y les han aportado magia. Quería echarme al ruedo en uno de mis géneros favoritos.

Ha dicho alguna vez que siempre introduce sus propios miedos (como los conejos, en el caso de Nosotros). ¿Existe esa referencia personal en Nop?

¡NOP! trata de que nosotros, como personas, perseguimos la magia. Creo que cuando los humanos pensamos en un OVNI, pensamos en un mundo diferente, en una civilización alienígena que ha existido eones antes que nosotros. Nuestra imaginación vuela a un lugar que, ya sea aterrador o no, nos ayuda a sentir que no estamos solos. Y no. Algo así sugiere que tal vez estamos un poco más solos de lo que pensamos. Ese creo que es mi gran miedo.

Todo el mundo menciona su doble colaboración con Daniel Kaluuya, pero en esta película Keke Palmer se roba el protagonismo. ¿Cómo escribió su personaje? ¿Qué quería contar con él?

Emerald Haywood es un personaje principal que no habíamos visto antes. Me recuerda a muchas mujeres que he conocido, lo cual resulta emocionante. Me recuerda mucho a Keke Palmer, por supuesto. Pero ella también representa la parte de mi personalidad que busca o buscaba desesperadamente atención. Además tiene mucho estilo, tiene carisma y es una jefa. Diría que O.J. interpretado por Daniel, representa la otra parte de mi personalidad, que es más introspectiva y que, irónicamente, teme llamar demasiado la atención.

Haber bautizado a su protagonista como O.J. le sirve como recurso humorístico en la película por la confusión con O.J. Simpson. ¿Es solo un guiño cómico o hay algo más profundo detrás?

Me encanta la connotación que le da la gente a las cosas. El espíritu de la película consiste en la atención tóxica que recibe el espectáculo. Y sentí que era apropiado que mi protagonista, un humilde entrenador de caballos negro, de perfil bajo, tuviera el peso de ese espectáculo sobre él por culpa de su nombre.

Ha dicho que su principal objetivo con la película es devolver a la gente al cine y al teatro en masa. ¿Cree que, en el momento de división actual, eso es incompatible con hacer una crítica social realmente dura?

Hace falta muy poco para lanzar un mensaje estos días. No sé cómo es en España, pero en EEUU solo por meter diversidad en una película ya recibes una reacción violenta y de odio como si hubieras dicho alguna locura. Intentamos contar nuevas historias, incluir nuevas perspectivas y hacerlo con nuevas caras, y muchos lo consideran una amenaza. Incluso si solo somos gente que trata de hacer películas.