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Jorge Coira, el director que pone a Galicia en el foco del cine español

Jorge Coira, durante el rodaje de 'Código Emperador'

Javier Zurro

Málaga —
18 de marzo de 2022 18:13 h

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El Festival de Málaga ha dado comienzo con un nombre propio, el de Jorge Coira. Él es el director de la película de inauguración, Código Emperador, un thriller político sobre las cloacas de Estado que ha llegado este viernes a las salas españolas. No será la última vez que el director gallego aparezca en el certamen, ya que también presentará su nueva serie, Rapa. Es su nueva apuesta tras el éxito de Hierro. De nuevo de la mano de Movistar+, y de nuevo sacando la ficción española de las grandes ciudades.

El director se muestra radiante con este doblete en el festival, y con ganas de disfrutarlo porque “estas cosas no pasan con frecuencia”. Asegura que esta coincidencia en el tiempo viene provocada por la pandemia. Tras el rodaje de la segunda temporada de Hierro comenzó a planear su nueva serie. Código Emperador también llevaba un tiempo en la recámara, y cuando la situación mejoró las dos tuvieron luz verde y ahora llegan pegadas en el tiempo y ambas con una puesta de largo en el Festival de Málaga.

Con Rapa sale otra vez de Madrid y Barcelona y se va a su Galicia natal. El director es uno de los realizadores que demuestra que la descentralización del audiovisual español es una realidad. Galicia es una de las comunidades que mejor lo ha entendido. Ha conseguido un equilibro entre proyectos ambiciosos con productoras como Vaca Films (con Emma Lustres a la cabeza, responsable también de Código Emperador); y con una apuesta por un cine autoral que ya ha sido definido como Novo Cinema Galego, con Oliver Laxe y Lois Patiño como cabezas visibles.

“Me alegro de forma personal y de forma colectiva por Galicia y por España, porque creo que es sano que no todo esté en los mismos sitios”, dice Jorge Coira, que también opina que “es natural que Madrid sea el centro principal de producción”. Salir de la capital aporta “otras miradas”, y para él eso hace que “el sector audiovisual sea más interesante y más complejo”. “En Galicia se están recogiendo los frutos de apuestas de hace bastantes años. A finales de los 80 y principios de los 90 se empezó a tomar en serio el sector audiovisual, a considerarlo un sector estratégico y a invertir en tener algo de ficción propia”, explica sobre este crecimiento.

A pesar de la mejora y de que cada vez sea más fácil rodar fuera y sacar las tramas de las grandes ciudades, “sigue costando”: “Con Código Emperador rodamos en bastantes sitios, en Bilbao, en Madrid… pero luego nos fuimos a Galicia y rodamos en bastantes sitios partes que, supuestamente suceden en Madrid, lo hicimos con naturalidad porque las localizaciones nos interesaban, pero hace años esto hubiera sido recibido con extrañeza”.

Lo importante es que la trama se nutra del lugar donde se desarrolla, que no sea un simple destino de postal. Lo vieron con Hierro. La serie, originalmente, iba a ser en Galicia. Finalmente no pudo ser y se plantearon si abandonar el proyecto o ubicarla en otro sitio. Surgió la posibilidad de la isla de El Hierro, y Coira reconoce que a partir de ese momento “empezó a tomar otra dimensión y generó más interés”. “A través de la ficción podemos conocer un lugar tan único y fuera de lo común, y eso le da un plus a la trama. Nos fuimos a conocer a la gente de allí, su idiosincrasia, para conectarlo con la historia. Eso hizo que la serie ganara”.

En Galicia se están recogiendo los frutos de apuestas de hace bastantes años. A finales de los 80 y principios de los 90 se empezó a tomar en serio el sector audiovisual

Jorge Coira Director de cine

Para Código Emperador se unió con Emma Lustres, a la que conoce desde hace años, cuando él montaba las películas de otros realizadores de Galicia, como Dani de la Torre. “Siempre habíamos tenido ganas de trabajar juntos y empezamos a hablar y barajar algunas ideas. Alguna no me entusiasmaba y alguna no le gustaba a ella, pero a raíz de una conversación con Jorge Guerricaechevarría vimos que ahí había algo que nos podía interesar a todos, así que nos reunimos y empezamos a pergeñar esta película”, dice.

Una historia que se basa en muchas historias reales, porque habla de un fontanero que trabaja para arreglar agujeros o para crearlos. Partidos políticos, empresarios… todos recurren a él para solucionar entuertos o incluso crear mierda para hundir a candidatos. Una trama que podría ser la de tantas y tantas noticias que han salido recientemente y que muestran unas estructuras del estado completamente roídas: “Tengo la sensación de que pueden salir más o menos noticias a la luz, pero que es algo que siempre va a estar ahí. Hay algo que está históricamente desde que hay estructuras de poder organizadas y jerarquizadas. Hay secretos, traiciones y complots. Parece algo natural del ser humano, el no saber ejercer una estructura de poder democrática y limpia, sin malas artes, parece difícil que exista”.

Pueden salir más o menos noticias a la luz, pero secretos, traiciones y complots siempren va a estar ahí. Están históricamente desde que hay estructuras de poder organizadas y jerarquizadas

Jorge Coira Director de cine

Lo hace a través del thriller, el mismo género desde el que Alberto Rodríguez sacó la cara B de la Transición en La isla mínima o Sorogoyen habló de violencia policial en Antidisturbios. Un buen caballo de Troya para abordar la realidad y que llegue al espectador. “El thriller tiene cosas maravillosas y algo emocional, es una forma muy precisa para hablar de nuestra sociedad, para retratarla con elementos muy concretos y entrar muy directo al corazón de lo que ocurre”, apunta.

También aborda otro asunto que está íntimamente ligado a las cloacas del Estado, el periodismo, un tema que le hubiera gustado “explorar más” en la película. “Ojalá en otra ocasión, porque esta parte se toca lateralmente, pero queríamos que en el poco espacio que había para desarrollarla, se hiciera de forma compleja, sin mostrar una visión idealizada del periodismo ni un retrato pesimista de esa otra prensa que vive en connivencia con el poder”, zanja. Una apertura a lo grande para celebrar el primer cuarto de siglo de Málaga, que vuelve a desplegar su alfombra roja tras dos ediciones marcadas por la pandemia y que quiere servir, otra vez, de trampolín para nuestro cine y para los nuevos talentos que salen de aquí.

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