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Liam Neeson: “La venganza no funciona, el 'ojo por ojo' puede destruir una sociedad entera”

Francesc Miró

26 de julio de 2019 20:54 h

Son tantos que se diría que hay una norma no escrita que obliga a los actores de Hollywood a interpretar héroes de acción envejecidos si quieren evitar la jubilación. Todos tienen alrededor de sesenta años, sus personajes se cabrean con facilidad y se toman la justicia por su mano.

Pensemos, por ejemplo, en Denzel Washington y las dos entregas de The Equalizer. Mel Gibson en Blood Father, Pierce Brosnan en El extranjero, Bruce Willis en El justiciero, Antonio Banderas en Gun Shy o Security. Pensemos Nicolas Cage y ¿los últimos diez años de su carrera? O en la premisa llena de testosterona antijubilación de Los mercenarios.

En algún momento nos vendrá a la cabeza Liam Neeson. Es inevitable porque su personaje en Venganza es uno de los más influyentes del cine moderno en cuanto a ese subgénero de hombretones cansados y asesinos despiadados se refiere. Van tres películas de la saga iniciada por Pierre Morel en 2008 y una serie de televisión en la NBC. A esto cabría sumar sus papeles más bien parecidos en películas como Caminando entre las tumbas, Battleship o la delirantemente entretenida Infierno blanco. Y también sus actuaciones en Sin identidad, Non-Stop (Sin escalas), Una noche para sobrevivir o El pasajero, todas dirigidas por el incombustible realizador catalán Jaume Collet-Serra.

Ahora lo recluta Hans Petter Moland para protagonizar Venganza bajo cero. Remake norteamericano de la película noruega del mismo director Uno tras otro (In Order of Disappearance). Una película que no tiene en absoluto nada que ver con la saga que le ha relanzado la carrera al actor irlandés, más allá de eso: la venganza como asunto último de las películas de acción. Hablamos con el realizador y el actor por el estreno de la película en cines españoles.

La venganza, mejor en la ficción

Venganza bajo cero cuenta la historia de Nels Coxman, un conductor de quitanieves que lleva una vida aparentemente tranquila. Es un miembro respetado de su comunidad. Cuando su hijo es asesinado, toda su vida se va al garete y él decide buscar a los responsables y hacerles pagar. Pero cuando empiece a estirar del hilo se verá envuelto en una guerra por el narcotráfico entre dos bandas, que habían mantenido un pacto de no-agresión durante generaciones.

Liam Neeson vuelve a interpretar así a un padre de familia dolido que decide tomarse la justicia por su propia mano. Como lo hizo con el agente de la CIA jubilado Bryan Mills en la saga Venganza, o con el veterano mercenario Jimmy Conlon en Una noche para sobrevivir, o el expolicía Matt Scudder en Caminando entre las tumbas. “Cuando Peter me dijo que quería trasladar la película a un paisaje americano tuve claro que todo iba a ser distinto”, explica Liam Neeson.

El reconocido actor irlandés, que antes de especializarse en héroes de acción fue Oskar Schindler en La lista de Schindler de Spielberg, protagonizó hace meses una desafortunada polémica promocionando justamente el filme que nos ocupa.

En una entrevista confesó que había deseado “matar” a una persona negra cualquiera tras la violación de una conocida. Se trataba de un episodio de su pasado en el que una mujer le confesó que había sido violada. Él reaccionó buscando al responsable -o a cualquier persona negra- con intención de asesinarle: “Me avergüenza decirlo [...] pero estuve esperando que algún 'maldito negro' saliese de un pub e intentase algo conmigo para, ya sabes... poder matarlo”, afirmó entonces. Hoy se niega a hablar del tema. “No tengo nada que decir al respecto”, dijo tajante durante la entrevista concedida a eldiario.es y otros medios.

Sin embargo, sí que habló de la venganza, sujeto argumental de muchas de sus últimas películas. “Mira, yo soy hijo de la Irlanda del norte. En mi tierra hubo 30 años de guerra, 15 de los cuales viví en mis propias carnes. Y te puedo decir que tuve colegas y amistades que estuvieron implicados en el negocio de la venganza”, explica el actor. Neeson se refiere al conflicto armado que enfrentó a los unionistas y los republicanos irlandeses partidarios de la independencia o la integración de la provincia en la República de Irlanda. Una guerra que dejó más de 3.000 muertos entre 1968 y 1998.

“La venganza es capaz de destruir una sociedad entera”, afirma el actor. “Destruye a quien la ejerce, a sus familias, a sus compatriotas. El ojo por ojo, diente por diente... Ese 'tú me has hecho daño yo te lo voy a devolver'... no funciona”.

En esta ocasión, el ánimo sangriento por devolver el golpe no es motivo de una acción espectacular y desenfrenada. Está tratada con humor y tempo tenso, algo que convierte a Venganza bajo cero en una fábula sobre la absurdez de la violencia.

Sangre y risas en la nieve

Venganza sobre hielo no es un remake al uso: es uno realizado por la misma mirada, las mismas manos y el mismo ingenio que creó la obra original. Como si de la Funny Games de Michael Haneke se tratase, Hans Petter Moland ha querido mantener la esencia de In Order of Disappearance, pero alterando el film con actores norteamericanos y una nueva ambientación.

De los parajes escarpados de la ciudad ficticia de Tyos, en Noruega, nos trasladamos esta vez a Kehoe, en las Montañas Rocosas de Colorado. Stellan Skarsgård pasa a ser Liam Neeson, pero su arco dramático permanece. Unos cambios son necesarios, otros contingentes.

“Rodar esta película otra vez ha sido una experiencia sorprendentemente distinta”, confiesa el realizador Hans Petter Moland. “Teníamos que conseguir retener el tono de la película original, pero el proceso de rodaje fue radicalmente distinto. Nuevos actores y productores, nuevas localizaciones...”, cuenta.

El trabajo, sin embargo, no le ha resultado desconcertante porque el corazón del film -una inclasificable mezcla de gravedad de thriller denso y ligereza de comedia costumbrista-, permanecía intacta. “Ya había explorado el tema de la venganza antes desde un punto de vista humorístico, así que he tenido libertad para jugar y hacer las cosas de un modo distinto”, explica el realizador, “supongo que es un cumplido cuando te dicen que la película recuerda a Fargo, pero intenté buscar referentes distintos en esta ocasión. Y el resultado es muy diferente a Fargo y a la anterior película”.