Hace menos de un mes, la presidenta de la Comunidad de Madrid denunciaba una campaña de espionaje orquestada por su propio partido para derrocarla. Con este anuncio, conseguía desviar la atención de un contrato adjudicado de urgencia para la compra de mascarillas al entorno de Isabel Díaz Ayuso, y por el que su hermano cobró una comisión. Isabel Díaz Ayuso desató una guerra en el PP con acusaciones de espionaje y dejaba en evidencia cómo funcionan las cosas en la política española. En una de esas confabulaciones del destino, este viernes se estrena Código Emperador, una película que, precisamente, aborda en forma de thriller las campañas de desprestigio organizadas por políticos para eliminar rivales o colocar candidatos.
Jorge Coira —creador de la serie Hierro— es el director de un filme que inaugura la Sección Oficial del Festival de Málaga y donde Luis Tosar da vida a un “fontanero”. Una persona a la que llaman para solucionar entuertos o para crearlos. Bajo las órdenes de un trampantojo de Villarejo, él acata órdenes que van desde tapar un escándalo en un club de fútbol cuyo presidente tiene una constructora hasta encontrar escándalos de posibles líderes que no convencen a la dirección. Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia.
Trabajó con Jorge Coira en 18 comidas. Han pasado 12 años desde aquella película y se han reencontrado ahora.
Bueno, es que Jorge y yo somos amigos de la infancia, así que es una amistad que viene desde muy lejos. Una amistad permanente. Nosotros empezamos haciendo cortometrajes y aquí estamos. Es una suerte volver a coincidir ahora haciendo largometrajes.
¿Qué vio en el guion de Código Emperador que le hiciera decir que sí?
Vi una película que me interesaba mucho, y con un tema que últimamente ha acaparado titulares como son las cloacas del Estado. Es un mundo, el del espionaje, muy interesante para el cine, nos ha dado mucho material. Hablar de los bajos fondos o de cómo los recursos del Estado se usan de forma poco ortodoxa, algo que en los últimos años, gracias a la transparencia y a la investigación periodística ha salido a la luz. Es un material muy interesante. Hablaba estos días con Jorge, por mensaje, precisamente porque ha estado el CNI en primera plana de nuevo en los medios.
Y más con todo el entramado del PP, los espías y el hermano de Ayuso. La realidad supera la ficción.
Sí, hay algo de eso. Esto ocurre a veces, y esta vez una de las tramas esenciales de la película podría ser lo que ha ocurrido en el PP estos días, aunque un poco a la inversa, en la película es un candidato al que hay que buscarle las cosquillas por algún lado y que de repente desaparece. Es que es un material muy cinematográfico, muy excitante.
¿Cree que la película es pesimista o realista con la clase política?
La película no es todo lo pesimista que seguramente sea yo. Hemos visto durante años cómo la clase política había establecido un modus operandi en donde el servicio público era lo de menos. La propia política era el objetivo, estar en el meollo, manejar, tener cuota de poder y la mayor cantidad de escaños. Hemos visto cómo se desafían los proyectos políticos en la cara del ciudadano de una forma casi espontánea, en cuanto se ganaban las elecciones o al día siguiente. Pero creo que se está renovando, sobre todo en determinados partidos que intentan que el servicio público sea la primera opción y el objetivo final. Quiero pensar que ahora también porque el entorno internacional lo esta provocando, los políticos tienen que pensar en que las cosas tienen que mejorar, pensar en intentar trabajar para hacerlo desde el día que ganan las elecciones o, si las pierden también, haciendo trabajo de Estado. Soy de esa forma de pensar. Puede que sea iluso o utópico.
Hemos visto durante años cómo la clase política había establecido un modus operandi en donde el servicio público era lo de menos
La película se mete en asuntos complejos. No da nombres, pero habla de un presidente de un club de fútbol que construye trenes en otros países y las operaciones que se ven al final son nombres muy reconocibles por todos. ¿Era un riesgo?
Sí, me pareció arriesgado en cierto sentido, pero es que menos que eso no lo puedes hacer. Ya bastante hacemos con no dar nombres propios y podrían darse, pero por lo menos hay que meterse un poco en harina. La película tiene que tener un ingrediente inevitable y es que el espectador reconozca esos nombres. Está el nombre de Villarejo que suena, ha sonado y sonará, y que aunque no es que esté como tal en la película, de alguna manera sí que se recuerda esa forma de operar y ese tipo de personajes.
Siempre se dice que el thriller es un buen caballo de Troya para hablar de nuestra realidad, que es el mejor género para radiografiar nuestra sociedad.
Creo que es una forma buena porque tiene una gran capacidad de síntesis como género y eso es bueno para que el espectador entre de forma más directa en lo que en esta película se quiere transmitir, que es hablar de este tipo de estructura de poder que funciona, que seguirá funcionando, y que ha funcionado durante muchos años y que no podemos negarlo. El thriller es una buena forma de que la gente reconozca ese mecanismo. La película es un manual de cómo se pueden hacer ciertas cosas de las que la gente conoce el final pero no el proceso, y aquí fantaseamos de una forma que yo creo que es bastante cercana a la realidad.
La película también habla de la importancia del periodismo libre para destapar estos asuntos, ¿existe ese periodismo, cuál es su visión del periodismo actual?
Existe y es estrictamente necesario. No podemos prescindir de eso, pero lo tenéis muy complicado. En los últimos años se ha hecho la cosa cada vez mas compleja. Por un lado, se ha democratizado el periodismo con internet y las redes sociales, pero esa democratización, a mi forma de ver, ha atomizado el mundo del periodismo y eso ha hecho que sea muy difícil mantener una investigación larga y rigurosa sobre cualquier tema. Ahora las grandes corporaciones lo tienen muy fácil para deshacer cualquier intento de progresión, porque para eso hace falta gente trabajando, y para tenerla no puede ser una profesión precarizada, y en los últimos tiempos una de las profesiones que más ha sufrido también por internet ha sido el periodismo. Vivís en un territorio complicado porque creo que también os ha hecho muy libres para hacer llegar los contenidos pero, ¿de cuánto tiempo dispone un periodista para dedicarle a una investigación y de cuántos medios para que sea genuina y rigurosa? Yo creo que, quizás, antes cuando había grandes grupos editoriales comprometidos con la transparencia era más fácil que llegara a buen puerto, y creo que ahora no llegan tantas como debiera.
Últimamente trabaja con muchos directores gallegos y la industria en Galicia parece que está en su mejor momento, ¿hay que descentralizar el cine español?
Bueno, esto de la descentralización a veces es bueno y a veces hace que otras cinematografías que parecía que iban hacia arriba sufran. En Cataluña, por ejemplo, ahora no está tan boyante como estaba. Hay muchos directores trabajando en películas independientes, pero antes había mucha más industria, había gente que iba y venía a Cataluña. En Galicia, desde hace bastantes años, se está haciendo un cine con sello, con identidad, personal. Hay gente como Jorge que reside allí. Yo, de hecho, hasta los 43 residía ahí, no necesitaba venir a Madrid imperiosamente para dedicarme esto, y cada vez más actores y directores pueden vivir en otras comunidades autónomas que no son Madrid, y esto es bueno si también lo llevamos a los contenidos. Si se queda en una cosa estructural o empresarial está bien, pero será mejor si lo llevamos a los contenidos. Creo que las historias que cuentan cosas más periféricas son atractivas para el público.