Monjas, un monasterio del siglo XIV y terror a la luz del día para volver al universo de 'Verónica'
En el siglo XIV, doce hijos de la nobleza valenciana decidieron abandonar sus comodidades y su dinero para irse a vivir como ermitaños a unas cuevas en la localidad de Xàbia. Su idea era emular la vida de San Jerónimo, vivir de forma austera como su mentor había hecho mil años antes. Con lo que no contaban es que aquella zona era territorio de piratas. Ocho de ellos fueron secuestrados durante cinco años, por lo que Alfonso de Aragón 'El viejo', conde de Denia, pagó el rescate y les dio un sitio en el que vivir lejos de la costa.
El terreno que les dio, se asentaba sobre una antigua comunidad musulmana y en un punto neurálgico, en el corredor comercial que une Gandía y Xativa. Allí, estos frailes Jerónimos levantaron un monasterio austero, de solo una planta y sin suelo, a ras de tierra, para pisar la misma arena que la gente. Poco duró su intención. La llegada de reyes, mecenas y nobles que daban dinero acabó provocando la construcción de un amplio monasterio en donde se mezcla lo gótico, renacentista y hasta lo neoclásico y que ha sobrevivido casi intacto desde 1338 hasta nuestros días. Tanto, que hasta se celebran bodas en él y ahora se ha convertido en escenario de lujo para Hermana Muerte, la continuación de Verónica —el filme de Paco Plaza de 2017— que viaja atrás en el tiempo para contar las historia de aquella monja ciega que aterrorizaba a la protagonista del filme.
Hermana Muerte es el nombre de la película y era el nombre con el que se conocía a aquella monja que interpretaba Consuelo Trujillo y a la que aquí da vida la joven Aria Bedmar. Plaza vuelve a la silla de dirección pero cambia Vallecas por la Comunidad Valenciana, los años 90 por la posguerra española y los edificios de barrios de la periferia por un convento con las paredes blancas y encaladas. Un escenario de lujo que ha condicionado el filme y en el que se ha rodado casi toda la película. Parece creado para la ocasión. Las celdas de los monjes son las estancias perfectas para estas monjas que protagonizan el filme de terror que Netflix estrenará el año que viene.
Incluso alguna escena se ha cambiado para aprovechar mejor este decorado único. La increíble cocina ha pasado a ser un escenario más que no estaba en el libreto y que ahora se llena de atrezo y hasta de guiños a la película original, con azulejos con el símbolo de Héroes del Silencio escondido como easter egg para los fans. Un sitio que por tener tiene hasta las clásica historia de terror sobre puertas que se abren solas, habitan entre las paredes de este lugar y con las que el equipo de rodaje juegan a asustarse. En el patio exterior han construido un gallinero que no existía, pero por lo demás todo estaba en este convento que han atrezado gracias al gran trabajo de la directora de arte Laia Ateca, que ha cuidado hasta el más mínimo detalle. Han creado un aula con pupitres en una de las estancias y hasta unos baños de mármol, porque no hay película de terror sin escena en un baño.
El gran tamaño de la localización ha hecho que la logística sea más fácil que nunca. Los grandes tráilers de rodaje aparcan fuera, el cátering del equipo se coloca en la sala donde normalmente se celebran eventos, la diseñadora de vestuario ha instalado su taller en el anfiteatro de la capilla y cada pasillo y recoveco se ha aprovechado para un rodaje que, de otra forma, se tendría que haber realizado en varias localizaciones, encareciendo y complicando todo el diseño de producción. Este convento se ha convertido en una segunda casa, y eso se notará en una película en la que el escenario será un personaje más, una frase que odia Paco Plaza pero que en esta ocasión es perfecta.
“Reunía todo lo que necesitábamos y nos ha inspirado más cosas”, reconoce Plaza tras un descanso del rodaje en un hotel de Gandía. La jornada ha sido intensa. Una escena en la que Almudena Amor y Maru Valdivieso se han dejado la piel y que promete ser uno de los momentos más terroríficos de un filme que apuesta por “abrazar la realidad” en vez de tirar de los clichés que ya conocemos. Esas paredes encaladas y la luz mediterránea (que se ha resistido a aparecer debido a una temporada larga de lluvias) han marcado la apuesta estética de Hermana Muerte, que su director define como “una película de terror a la luz del día”.
A pesar de lo novedoso, Paco Plaza recuerda que ya películas como ¿Quién puede matar a un niño? o Midsommar hicieron de la luz algo terrorífico. No quería que pareciera un filme formulaico, uno de esos títulos que puede ocurrir en cualquier parte del mundo. Esta historia ocurre en la Comunidad Valenciana en la posguerra y aquí “se encalan las paredes como solución para el calor”. “Nos pareció bonito que las monjas vayan de blanco y que cuando las ves de espaldas parece que estén incrustadas en las pareces. En la películas hay varios momentos que las ves a ellas casi fundidas como si fueran parte del edificio. Normalmente esos recursos los hacemos con el negro y queríamos jugarlo a la contra. No caer en los clichés que uno piensa cuando hace una peli con monjas”, añade.
Con esta precuela, Plaza tendrá la oportunidad de “expandir un universo ya creado con Verónica”. Será uno de los pocos realizadores españoles que tiene dos sagas a partir de filmes suyos. Ya lo hizo con REC y repite ahora con esta continuación que recupera a su personaje favorito de la primera película. “Cuando escribía el guion de Verónica, siempre pensaba que en ese personaje había una película de terror. Tengo la teoría de que es guay cuando ves un secundario y piensas que tiene una película detrás, porque eso enriquece a la película troncal. A mí me generaba un anhelo a la hora de ahondar en el origen de este personaje. De hecho, en la edición en Blu-ray hicimos un cómic sobre la Hermana Muerte porque me había enamorado de este personaje”, cuenta Plaza.
En esta ocasión, no hay una leyenda real como el expediente Vallecas que nutría Verónica, sino una historia original escrita por el director junto a Jorge Gerricaechevarría, que sustituye a Fernando Navarro en el guion. “Con Jorge tuve una experiencia muy buena escribiendo Quién a hierro mata y tuvimos algún intento más de hacer algo juntos porque me gusta mucho escribir con él y tenía ganas de repetir”, cuenta sobre el cambio de guionista.
Como siempre en el terror, Hermana Muerte hablará de algo más y, aunque el contexto sea la posguerra española, Paco Plaza niega que ese trasfondo sea la memoria histórica: “El terror es el envoltorio, el código que usas para contarlo, pero las historias se sostienen solo si hay una emoción humana detrás. Es la herramienta más apropiada para hablar de las cosas de una forma indirecta. Es el género más poético que existe, porque cuando entras en la fantasía entras en cierta abstracción que es la manera de llegar a la esencia de las cosas. Siempre creo que el género fantástico de terror es la mejor llave para penetrar en los misterios del alma humana. Para mí, El exorcista habla de una madre que se siente culpable porque no dedica tiempo a su hija, y si no tuviera ese componente sería solo una peli de sustos, y las pelis de sustos son menos interesantes que las pelis de terror. Las pelis de sustos son una atracción de feria, un entretenimiento puro, y el terror apela a algo más hondo”.
El terror es uno de los géneros que pide a gritos salas de cine. Uno se asusta en grupo y se contagia por los gritos del resto de espectadores, y ahora Paco Plaza se enfrenta a su primera aventura para plataformas. ¿Cambia el terror en su concepción cuando es para la pantalla pequeña? “Me lo he preguntado, y creo que no cambia la forma de dirigir. Creo que la inmensa mayoría de gente que ha visto mis películas las ha visto en una plataforma. Son diferentes formas de consumir. Yo veo mucho cine de terror en casa. Bueno, y en el tren y en cualquier sitio, es lo que más me gusta. Si el medio condiciona el mensaje… nunca sabes hasta qué punto, pero creo que al final, tratándose de un esqueje de Verónica, me gusta pensar en ella como una historia contada en imágenes independientemente de la forma en la que se disfrute”, dice.
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