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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Tres décadas al borde de un ataque de nervios

Mina López / Mina López

Parece mentira, pero hace ya 30 años que Carmen Maura arrancó el cable de su teléfono rojo para tirarlo por la ventana, harta de esperar una llamada. Mujeres al borde de un ataque de nervios se estrenó en 1988 y subió a Pedro Almodóvar a la palestra internacional con una candidatura al Oscar, después de haber ganado el Premio Goya a la mejor película ese mismo año.

Visualmente impactante, el filme narra la historia de cuatro mujeres que viven, como bien indica el título, a punto del colapso. La protagonista, Pepa, descubre que está embarazada del que acaba de convertirse en su expareja y trata de ponerse en contacto con él desesperadamente. Mientras tanto, su amiga Candela se presenta histérica en su casa al descubrir que puede ir a la cárcel por acoger en su piso a un grupo de terroristas chiítas liderado por su amante. Lucía, la primera mujer del padre del hijo de Pepa, finge estar cuerda para salir del psiquiátrico en ir en su busca. Y todavía falta Paulina, la abogada feminista que es la que tiene hecha la maleta de verdad. Un lío con gazpacho en la nevera.

Esta fue la primera película de María Barranco, la actriz que da vida a la pobre Candela, la modelo malagueña con pendientes en forma de cafetera de la que se ha aprovechado su amante árabe. “Yo tenía la misma cara que mi personaje. Estaba asustada porque era consciente de que iba a ser una oportunidad muy grande para mí, aunque no imaginaba que tanto. Y no sabía cuál era la técnica del cine, no sabía pararme en una marca... Pedro me dirigía y yo tropezaba con el sofá y esas cosas. Pero lo recuerdo con mucho cariño”, cuenta a eldiario.es.

Kiti Mánver, Paulina la abogada feminista en la película, entró a formar parte del elenco casi por casualidad y con unas condiciones más que especiales. “Llevaba un año entero primero postrada en una cama y después en una silla de ruedas porque había tenido un accidente en el teatro, me caí de un trapecio. Y lo curioso es que este personaje estaba escrito para Marisa Paredes y no lo pudo hacer. Así que le dijeron a Pedro que me llamase, que ya me habían visto por la calle y así fue”, recuerda sobre su fichaje.

Esa situación personal también sirvió para imprimir más carácter a su personaje: “Salgo un poco hinchada, porque después de tanto tiempo sin moverme… Además llevaba un corsé que, de hecho, tuve que ponerme dos años seguidos. Pero todo eso le favorece al personaje, tan tiesa, tan grandota. Y aun así salgo guapísima, cuando trabajas con Pedro sabes que estéticamente vas a ir maravillosa”, afirma. La actriz señala que la dirección de fotografía“es de José Luís Alcaide, nada más y nada menos y tengo que decir que es de los pocos que me consigue sacar los ojos verdes”.

El trabajo que sirvió de trampolín

La producción es uno de los factores clave en el salto cualitativo que da el trabajo de Almodóvar con esta película. Nuria Vidal, crítica de cine y autora del libro El cine de Pedro Almodóvar (Destino, 1988), explica: “Aunque sigue siendo muy poco dinero, tiene un nivel de producción mucho más alto que le permite competir en los Oscar”. Añade que “además, tiene uno de sus mejores guiones, con algunas de las líneas de diálogo que también están entre lo mejor que ha escrito y cuenta con un grupo de actrices muy potentes”.

El ranking de “mejores películas” de Almodóvar puede causar encendidos debates, pero es innegable que Mujeres al borde de un ataque de nervios ha proporcionado alguna de las escenas más memorables de la historia del cine español (los memes y gifs animados que circulan por Internet dan fé de ello).

La melena al viento de Lucía (Julieta Serrano) sentada en el asiento trasero de la moto, Candela (María Barranco) llorando y diciendo “horroroso, horroroso” en el salón, la cama de Pepa (Carmen Maura) en llamas o las lágrimas en el mambo-taxi son ya emblemáticas.

De hecho, Mánver comenta que: “Creo que en la que me tiran el disco es la secuencia de una película en la que he trabajado que más se ha puesto en todos los medios. Es como una cosa recurrente que cada cierto tiempo vuelve a aparecer en Twitter, en las otras redes… en fin, sigue ahí”.

Las tres entrevistadas afirman unánimemente que la película ha aguantado muy bien el paso del tiempo y que sigue siendo válida en la actualidad, aunque para Vidal si se hubiese estrenado ahora la acogida habría sido diferente. “No sé si hoy en día alguien se atrevería a hacer una película así. Ahora estamos todos tan sumergidos en lo correcto que puede que ni el propio Almodóvar se atrevería a hacer una película tan desmadradamente incorrecta”, afirma.

Un universo femenino ¿feminista?

Si algo tiene que agradecerle el público a Almodóvar -más allá de la calidad de sus películas- es la reivindicación de la mujer en la pantalla y la eliminación de las construcciones de género normativas. En sus historias salen mujeres ricas, de clase obrera, transexuales, modernas, ilustradas, marginales, reservadas, toreras, histriónicas, valientes, feas, monjas, inteligentes, bordes y podríamos seguir.

Almodóvar conoce bien el mundo femenino pero, como defiende Nuria Vidal, eso no significa necesariamente que sea feminista. “Ser feminista es una ideología. No digo que sea buena ni que sea mala, solo que es una ideología. Y no creo que en su cine exista. Lo que sí creo es que existe una gran comprensión y un gran capacidad de observar el mundo femenino. Pero no es lo mismo”, puntualiza.

Algunos momentos de su obra se han criticado por banalizar problemas tan graves como la violación -Verónica Forqué en Kika, por ejemplo- o la dependencia emocional de sus personajes femeninos con respecto a los hombres. Pero para Kiti Mánver sí es feminista en el sentido de que representa a unas mujeres muy potentes haciendo lo que ellas consideran que tienen que hacer, tanto ideológicamente como estéticamente.

“Pedro es un hombre que conoce muy bien el sentimiento y el padecimiento de la mujer. Y además la quiere y se nota en la película. Las pone como grandes heroínas incluso cuando son lumpen, como en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? que es una maravilla”, concreta.

Por su parte, María Barranco afirma que “cree que cualquier tema que sea una visión de mujeres, de sentimientos de mujeres pues es una cosa feminista. Porque yo no puedo separar una cosa de la otra. Yo creo que todas las mujeres tienen una condición feminista”.

Al fin y al cabo y al final, las protagonistas de la película acaban haciendo lo que les da la gana, hartas de correr y preocuparse por señores que las ponen de los nervios. Se van de viaje, pierden la virginidad sin necesidad de un hombre o se vuelven a su casa a seguir con sus vidas, bien sea a un ático de lujo en la calle Montalbán de Madrid o “a la López Ibor”.