No hay nada que funcione mejor que un primer plano de un rostro. Lo decía hasta David Cronenberg, que calificaba todas sus películas como íntimas, porque no hay nada más íntimo que un plano corto. Unas manos que se tocan, una sonrisa que esconde algo… De entre todos los primeros planos el más importante es el de los ojos. La mirada de un actor puede hundir o aupar una película. A veces son sus ojos los que iluminan al espectador. Es a través de ellos como uno empatiza (o no) con el sufrimiento o con la alegría.
En este 2022 ha habido unos ojos que se han quedado clavados en todos los espectadores. Son los de Nacho Sánchez, el protagonista de Mantícora, de Carlos Vermut, que realiza una de las mejores interpretaciones del año por la que ha logrado una nominación a los Goya como Mejor actor. Es una mirada que es un agujero negro, uno se queda absorbido en ella y no puede irse. Una mirada que es fundamental para entender a un personaje que esconde un secreto, un deseo prohibido que nunca exterioriza. Sánchez es capaz de expresar todo con ellos. No hace falta que diga nada para que lo entendamos.
Un actor que nada a contracorriente sin pensar en el qué dirán. No tiene redes sociales, apuesta por los retos y no por las convenciones y defiende la fragilidad por encima de la testosterona. Un actor para un nuevo tiempo, y unos ojos para el futuro de nuestro cine.
Enhorabuena por la nominación al Goya. ¿Cómo lo ha vivido?
Muy bien, la verdad. Con mucha ilusión. Al final siempre es algo muy subjetivo, pero es bonito que, en la subjetividad de alguien, te hayan elegido como un buen candidato. Me está dando alegrías esta película, pero más allá de los premios. Me pone muy feliz haber estado en Mantícora y también siento mucho agradecimiento.
Es su segunda nominación tras la lograda con Diecisiete. ¿Cambia la forma en la que uno se lo toma?
Pues mira, yo creo que sí que cambia. La primera vez creo que hay algo de que todo es nuevo y no sabes bien cómo encararlo. Todo te sorprende. Ahora siento que voy un poco más relajado. Es verdad que esta vez ya sabía la fecha en la que se iban a leer las nominaciones y la primera no tenía ni idea. La primera me iba cogiendo todo de sorpresa y esta vez sí, y eso creo que lo cambiaría, porque creo que es mejor no enterarte de nada y que te llegue de golpe, porque si no, tu cabeza se pone mucho ahí. Tienes que hacer también un trabajo en estos dos meses, en los que hay mucha promo y mucho circo, y tienes que centrarte un poco y no despistarte.
¿Es difícil como actor no despistarse cuando vienen los elogios, los premios?
Que te elogien o que estén valorando tu trabajo es muy gratificante para cualquier persona. Se dedique a lo que se dedique, pero es verdad que esa no es tu profesión. Tu profesión es otra cosa, y quitarte de esas cosas buenas que te están pasando y volver a lo que de verdad eres, pues a veces se vuelve un poco complicado. Pero bueno, esta es mi segunda vez y ya sé que tengo que ir ahí con pies de plomo.
no digo que sí demasiado, pero sobre todo porque luego a mí me cuesta gestionar mi frustración en proyectos que no entiendo, que no los comparto
En cine no ha hecho tantas películas. No sé si eso es debido a que elige mucho, dice mucho que no, o a que en el cine español depende uno de que le llamen o no le llamen.
Yo creo que tengo mucha suerte. Me siento muy privilegiado porque estoy rodeado de muchos amigos y amigas que también se dedican a lo mismo y que están pasando más dificultades. Creo que, al haber ido trabajando y picoteando en distintos ámbitos, al final hace que te vayas haciendo un caminito. Yo siento que, de alguna forma, he accedido. Lo peor es ese primer momento, cuando no has accedido todavía. Una vez lo haces, siento que tú también tienes que saber elegir. Y es verdad que no digo que sí demasiado, pero sobre todo porque luego a mí me cuesta gestionar mi frustración en proyectos que no entiendo, que no los comparto, que a lo mejor no me llenan mucho. Siento que necesito tener una parte de mí que esté muy en sintonía con el proyecto que esté haciendo, y para eso a veces también tienes que elegir. Eso está guay, que los actores y las actrices puedan elegir y tengan un poco en su mano el poder de decidir también en dónde se están metiendo.
¿Es difícil decir que no en una profesión con tanto paro?, ¿ha tenido la tentación de decir que sí a proyectos que no le llenaban en momentos donde no había tantas ofertas?
Sí, y que de repente no tienes dinero y dices, vale, pues entonces tengo que buscar algo como sea. Y entonces ahí tus principios se van retirando a un lado y tienes que ir encontrando cosas con las que te puedas sostener, y es peligroso. Eso de la profesión es muy peligroso, porque también es la exposición de tu propio cuerpo. Hay veces que tienes que pasar por el aro y hacer muchas cosas que no compartes y es tu cuerpo el que está ahí puesto delante. Y a veces separar eso es difícil. Creo que se juega mucho con eso y creo que no es del todo cierto, esa baza de que se van a olvidar de ti si no trabajas. Yo creo que no, yo creo que cuando trabajas en algo y te implicas, eso de alguna forma conecta también con todo el equipo con el que estás trabajando y de ahí salen un montón de redes.
Siento que la tónica es la contraria. Pensar que si desapareces un mes nunca van a volver a llamar.
Es que eso es una trampa para que sigas trabajando y trabajando todo lo que puedas. Y al final es lo que te decía, que es tu cuerpo el que está ahí. Tu cuerpo se convierte en imagen y al final esa es la imagen que te estás creando. Creo que cuando uno se sobreexpone mucho tampoco es beneficioso para tu profesión.
¿Mantícora fue un sí clarísimo?
Sí, sí, clarísimo. Me han preguntado mucho eso y me sorprende, que si no tuve reticencias a la hora de coger el papel porque era muy escabroso o muy complejo y yo siento que no hay ningún intérprete, o al menos con los que me relaciono, que hubiese dicho que no a este proyecto, porque creo que es interesante. Cuanto más capas tenga, cuanto más complejo sea, cuanto más vaya a hacer trabajar al espectador, cuanto más esté explorando los límites, creo que eso es beneficioso tanto para la película, como para el espectador, como para el intérprete que lo hace.
Un cine a contracorriente en un momento donde se da todo mascado. Vermut juega a lo ambiguo, a lo moralmente dudoso.
Sí, es verdad que ahora hay muchas cosas que siento que tienen que ser representadas por el momento en el que estamos. Hay ciertos temas que nunca se han representado, o colectivos que no se les han permitido ser representados y que tienen que aparecer. Pero Vermut es verdad que no está en esa liga. Por su condición, por quién es… y eso también es una virtud suya, que no se tiene que acoger a lo que se necesita escuchar ahora, sino que puede hacer la película que quiera y que esté un poco fuera de tiempo. Hacer algo que nadie se esperase. Como hablar de este tema. Y eso creo que también es una virtud y eso lo vi muy claramente. Yo también conocía a Carlos, no personalmente, pero conocía sus trabajos y me encantaba. De hecho quería trabajar con él. Desde que empecé a ver sus películas me parecía alguien con el que aspiraba a trabajar. Y, bueno, se ha conseguido.
La película tiene de fondo un tema como la pedofilia, ¿nunca le asustó el tema, que es espinoso?
Es que las películas al final también construyen relato. Un relato que va a llegar a la gente y a mí como actor me gusta ver también qué está contando la película. No solo que el personaje sea muy interesante, sino qué cuenta ese proyecto. Qué pinta ese proyecto hoy en día. Si la película hubiese sido de otra manera, el mismo personaje, pero con otra forma o dirigida por alguien con otra sensibilidad me lo hubiese pensado más. Pero con Carlos… es que leí el guion y era muy sutil y muy honesto en lo que quería contar.
Muchos la han definido como una película sobre monstruos, a mí me pareció la película más humana y emotiva de Vermut.
Sí, totalmente. Es eso, es que es muy honesta. Se ha ido limpiando de artificio, que era algo que caracterizaba a Carlos y que hace muy bien, envolver las historias en tramas, en mucho misterio y esta vez era una, con huecos para que completes, pero no tiene música, que lo ha comentado él mucho, que la música podía edulcorar el personaje y quería que fuera seco. Y creo que esa parte aséptica, que aun así se moja y creo que tiene emoción, está contada desde un sitio donde no se potencia, no se empuja, aparece.
Creo que hay algo clave en su interpretación y es la mirada. Una mirada que en una misma escena puede ser tierna y aterradora. Podemos saber lo que le ocurre a su personaje por sus ojos, ¿cómo se trabaja eso?
La llevo puesta. La mirada del director es la que te puede ayudar, porque a veces tú sientes que estás haciendo lo que tienes que hacer y la cámara no lo está percibiendo, y hay que ajustar el tono. Carlos para eso tiene una lucecita, una alerta que le aparece cuando algo se está yendo de tono, tanto por arriba como por abajo. Lo identifica muy bien y no deja que nada se vaya. Es una película muy precisa. No estaba descontrolada ni había muchas cosas al azar. Y eso de la mirada él lo controlaba mucho.
Si tienes algo donde puedas dar cabida a tu fantasía y no afecta a nadie, me parece que está bien, que es una válvula de escape, porque si no al final la represión lleva a cosas peores
Carlos Vermut controlaba hasta sus ojos, entonces.
Sí, los controlaba.
Entrevistamos a Carlos Vermut y dijo que una de las cosas que tiene usted y que no hay en el cine español es que tiene algo frágil, que no tiene esa pose de chico malo y que de eso no hay tanto en el cine español.
Me parece un súper halago, la fragilidad y la vulnerabilidad como virtudes. Me parece algo de lo que tendríamos que aprender mucho. Creo que la película habla también de eso, de no permitirte mostrar una de tus partes más frágiles, más vulnerables, incluso las más oscuras. Es lo que le hace al personaje llegar al final de su historia. Si hubiese sido capaz de compartir esa vulnerabilidad, creo que hubiese sido mucho más acogido. Y creo que es un miedo que tenemos a compartir lo frágil por miedo a que se rompa.
Hay otro tema fundamental en la película, que es si la ficción sirve precisamente para dar rienda suelta a aquello que no podemos hacer en la vida real.
La película, lo he pensado en estos días de promoción, es muy cinematográfica porque la ficción, la fantasía, pesa mucho en la historia. Eso es algo que en Mantícora pasa con la realidad virtual, que es un territorio por explorar y es un territorio donde la fantasía empieza a tomar cuerpo. A mí me gusta mucho eso de la película, que habla de lo que ocurre con lo privado del personaje y lo público. La fantasía siempre ha pertenecido a algo completamente privado, y ahora con la realidad virtual, la fantasía puede empezar a ser pública, porque en ese mundo de la realidad virtual empiezas a relacionarte con otras personalidades y estás depositando tu propia personalidad en lo virtual. Y ahí hay que tener cuidado porque ya empieza a haber relaciones iguales a las que hay en la vida real, y lo que pasa es que creo que no sabemos controlarlo. Creo que la película traza muy bien esa línea entre lo que se tiene que quedar dentro y lo que puede salir fuera. Creo que siempre que hay que defender una parte de intimidad y una parte de fantasía, y si es una fantasía oscura que es súper personal, si tienes algo donde le puedas dar cabida y no afecte a nadie, me parece que está bien, que es una válvula de escape, porque si no, al final la represión lleva a cosas peores.
Ha mencionado lo íntimo y lo público, que es también un poco la conversación sobre las redes sociales. ¿Hasta qué punto es necesario para un actor exhibirse o tener seguidores en Instagram?, ¿cómo se relaciona con esa parte de exposición, de ser actor?
Pues la verdad, no la comparto demasiado. No la defiendo tampoco. No me parece que el trabajo tenga que pasar por ahí. Es verdad que no puedes negar que nuestra vida se ha convertido un poco en eso, pero creo que deberíamos luchar un poco por no convertir nuestra imagen en redes, que además es una imagen muy irreal, en nuestra imagen de trabajo. Yo no tengo redes, entonces no lo hago, no lo frecuento. Pero sí que entiendo que es un terreno muy peligroso y que se empieza a confundir el mostrar con el propio trabajo. Todo lo que podamos hacer para intentar separarlo me parece que es positivo.
¿Siente que eso ha afectado de alguna forma a la interpretación o a la creación?
Yo supongo que sí. No sé cómo, no sé si para bien o para mal, pero también hay una excesiva conciencia de ti mismo. Ya no sólo por las redes, sino porque ya estamos creciendo con un teléfono y con una cámara siempre cerca. Eso ha hecho perder algo de inocencia.
Creo que deberíamos luchar un poco por no convertir nuestra imagen en redes, que además es una imagen muy irreal, en nuestra imagen de trabajo
¿Qué viene en el futuro para Nacho Sánchez después de Mantícora?
Ahora un poco de teatro. La verdad que me apetecía. Llevaba un tiempo desde la pandemia sin hacer, y al final vengo de ahí y siento que es donde más red he construido y donde más gente afín a lo que a mí me gusta tengo a mi alrededor. Entonces siento que es más fácil encontrar proyectos donde tengas una capacidad creativa y que conecten con contigo. Y si encima lo puedes hacer con amigos o con amigas, mejor.
Es curioso porque hay una generación de actores y actrices jóvenes que hacéis esa reflexión sobre el teatro, que queréis volver siempre, no sé si eso marca qué tipo de actor eres.
Yo creo que te relaciona mucho con tu propia creatividad, aunque hay procesos en teatro en los que tu creatividad está capada al máximo. O sea que también hay cosas donde eres un soldado y no puedes hablar, no puedes opinar. Lo que pasa en el teatro es que tienes mucha capacidad expansiva a la hora de crear, de pensar, de crear tus propias piezas, de compartirlas… de crear de una forma un poco distinta. Y a mí eso es lo que lo que me atrapa del teatro, más allá de que el teatro me guste más o menos que el cine, que creo que no es comparable y creo que son dos cosas que son compatibles. A mí lo que me gusta son los proyectos donde te puedes involucrar y donde tú también tienes una voz y eso siento que pasa más en teatro, pero también puede pasar en en audiovisual. Pero sí que creo que si te has formado en el teatro, eso hace que tengas otras inquietudes.